Espiritualidad | Rufo González
Marta y María, dos cristianas adultas
El texto muestra a Jesús tratando igual
a hombres y mujeres, y a la mujer tan discípula de Jesús como los
varones
“Marta lo recibió en su casa… María
estaba sentada a los pies” (Lc 10,38s)
Esta narración, exclusiva de Lucas,
muestra la consideración de Jesús con las mujeres, y de éstas con Jesús. Se
transparenta el papel paritario que tuvo la mujer en los inicios del
cristianismo. Consta también en las cartas de Pablo. Evangelizadoras como María
eran Evodia y Síntique: “Ruego a Evodia y también a Síntique que piensen lo
mismo en el Señor. Y a ti en particular, leal compañero, te pido que las
ayudes, pues ellas lucharon a mi lado por el Evangelio, con Clemente y los
demás colaboradores míos, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida”
(Flp 4,2-3). Otras, como Marta, hacen tareas varias: “Saludad a María, que
con tanto afán ha trabajado en vuestro favor... Saludad a Trifena y Trifosa,
que han trabajado afanosamente en el Señor. Saludad a la querida Pérside, que
ha trabajado con mucho afán en el Señor” (Rm 16,6.12).
“Yendo ellos de camino, entró Jesús en una
aldea”. Paso brusco
del plural al singular. Se pretende quizá destacar la iniciativa de Jesús, pero
“entrarían” todos. Por el evangelio de Juan sabemos que la aldea era
Betania (Jn 11,1; 12,1-3).
“Una mujer llamada Marta lo recibió en su casa”. No era normal en ambientes judíos del siglo
I. Ocurría en el mundo griego: “Lidia, natural de Tiatira, vendedora de
púrpura, se bautizó con toda su familia y nos invitó: `Si estáis convencidos de
que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa´. Y nos obligó a aceptar”
(He 16,14-15). Lucas refleja la nueva cultura cristiana, en sintonía con el
espíritu de Jesús.
“María, sentada junto a los pies del
Señor, escuchaba su palabra”. Es la actitud de los discípulos varones en el
judaísmo. Así confiesa Pablo que se hizo discípulo de Gamaliel: “Yo soy
judío, nacido en Tarso de Cilicia... me formé a los pies de Gamaliel” (He
22, 3). Jesús permite la igualdad de la mujer y no tiene reparo en
enseñarle su Evangelio.
La queja de Marta presupone la actitud igualitaria en la primera Iglesia: “Señor,
¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche
una mano”. María, al dedicarse sólo a la escucha del Señor, desequilibra la
actitud servidora en aquella situación. Jesús trata de reconciliar a las
hermanas: “Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo
una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada”. Corrige
a Marta: “andas inquieta...” (`perispómai´: estar en tensión proveniente
de varios frentes). Algunos intérpretes creen que Jesús le sugiere a Marta que
no prepare tanto. Con un plato basta.
El texto refleja dos servicios
importantes de la
comunidad cristiana: el Servicio a las mesas y la Palabra. Los dos son
importantes. Suele traducirse “agathén merida” como “la parte mejor”. Pero
dice: “buena parte”. Quizá la “más cómoda”. Aunque es “buena”, y “no
le será quitada”. Ninguna actividad tiene prelacía ni hay división entre
vida activa y contemplativa. Esta interpretación surge a partir de la
clericalización eclesial (Orígenes s. III, teólogos monjes
-Basilio, Casiano... s. IV-V, Alberto Magno s. XII-) que
exalta la superioridad de la vida “consagrada”, respecto de la vida
laical. No hay base evangélica. El texto muestra a Jesús tratando igual
a hombres y mujeres, y a la mujer tan discípula de Jesús como los
varones. “Todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gál 3, 28). En el
evangelio la primacía está en las obras de misericordia (Mt 7,21-23; 25,34-36).
Oración: “Marta lo recibió en su casa...
María estaba sentada a los pies” (Lc 10,38-42)
Jesús, creador de la
verdadera comunidad:
hoy, en el evangelio, vemos una
comunidad a tu estilo;
una mujer te invita y recibe en su casa;
su hermana “a tus pies”
aprende a ser discípula;
las mujeres construyen también las
comunidades primeras.
Lucas destaca la memoria de servicio de
las mujeres:
a tu cuerpo lacerado y roto, después de
la muerte:
“Las mujeres que lo habían
acompañado... lo siguieron...
El primer día de la semana, de
madrugada,
las mujeres fueron al sepulcro
llevando los aromas que habían preparado” (Lc 23,55 – 24,1);
Pedro tras salir de la cárcel, “se
dirigió a casa de María...,
donde había muchos reunidos en oración” (He 12,12-16).
daban hospedaje a los misioneros
itinerantes:
“Lidia, natural de Tiatira, vendedora
de púrpura...
Se bautizó con toda su familia y nos
invitó:
«Si estáis convencidos de que creo en el
Señor,
venid a hospedaros en mi casa». Y nos
obligó a aceptar” (He
16,13-15);
confeccionaban ropa, daban limosnas:
“Tabita hacía infinidad de obras
buenas y de limosnas...
A Pedro le mostraron los vestidos y
mantos que hacía” (He
9,36-39);
dirigían las comunidades y profetizaban:
“a Apolo...,cuando lo oyeron
Priscila y Áquila,
lo tomaron por su cuenta y
le explicaron con más detalle el camino
de Dios” (He
18,26-27.
“Felipe, el evangelista, uno de los
Siete...,
tenía cuatro hijas vírgenes que
profetizaban” (He
21,9).
Hoy dos mujeres son prototipos
de tu seguimiento:
Marta “inquieta, preocupada”
en multitud de detalles;
María “a tus pies”, preparándose
para anunciar el reino;
Marta es modelo de discípulos,
servidores de la vida;
María representa a discípulos en
formación misionera;
una y otra cosa son necesarias en tu
“camino”;
“la fe no se reduce a ciertos
actos de culto
y al cumplimiento de determinadas
obligaciones morales...;
el divorcio entre la fe y la vida diaria
de muchos
debe ser considerado como
uno de los más graves errores de nuestra
época” (GS 43).
Hoy, al contemplar a dos cristianas,
Marta y María:
pedimos al Espíritu decisión
libre para seguirte;
queremos “estar a tus pies” y
hacer tu reino de vida;
celebramos tu pasión por el
reino, haciéndola nuestra;
acogemos a toda persona,
prefiriendo a los más débiles;
en las comunidades sólo
hay relaciones fraternales:
entre empresario y obrero,
entre hombre y mujer,
entre padres e hijos,
entre responsables eclesiales y
fieles...;
mujeres y hombres pueden
ejercer los carismas
con que Dios los ha agraciado.
Preces de los Fieles (D. 16º TO C 17.07.2022)
“Siguiendo el ejemplo de Cristo, quien ejerció el trabajo artesano,
alégrense los cristianos de hacer una síntesis vital del esfuerzo humano,
familiar, profesional, científico o técnico, con los valores religiosos” (GS
43). Pidamos ser activos y contemplativos a la vez, diciendo: “Queremos
`dar la vida por los hermanos´” (1Jn 3,16).
Por la Iglesia:
- que anuncie y realice el reino de
Dios;
- que sea ejemplo de transparencia
fraternal.
Roguemos al Señor: “Queremos `dar
la vida por los hermanos´” (1Jn 3,16).
Por las intenciones del Papa (Julio
2022):
- que cuidemos a los ancianos “raíces y
memoria del pueblo”;
- que “su experiencia y sabiduría ayude
a los más jóvenes
a mirar hacia el futuro con esperanza y
responsabilidad”.
Roguemos al Señor: “Queremos `dar
la vida por los hermanos´” (1Jn 3,16).
Por nuestras familias:
- que lleguen a ser una “pequeña
iglesia”;
- que “estemos a los pies” de
Jesús y en trabajos solidarios.
Roguemos al Señor: “Queremos `dar
la vida por los hermanos´” (1Jn 3,16).
Por la paz del mundo:
- que cesen las armas y hablen el amor y
la ayuda mutua;
- que desaparezca el espíritu de Caín, y
nazca la fraternidad.
Roguemos al Señor: “Queremos `dar
la vida por los hermanos´” (1Jn 3,16).
Por los más débiles:
- que seamos capaces de ayudarles a
superar su debilidad;
- que nuestra comunidad esté atenta a
sus necesidades.
Roguemos al Señor: “Queremos `dar
la vida por los hermanos´” (1Jn 3,16).
Por esta celebración:
- que sintamos la “pasión” de Jesús por
humanizarla vida;
- que nos consuele y anime a superar
nuestros fracasos.
Roguemos al Señor: “Queremos `dar
la vida por los hermanos´” (1Jn 3,16).
En tu Corazón, Jesús, ponemos nuestros deseos. Que nos
dejemos llevar por tu Espíritu, que “nos habita y nos dice que somos hijos
de Dios” (Rm 8,9.16). Que tu Espíritu guíe nuestro esfuerzo en
favor de la “dignidad humana, la unión fraterna y la libertad” (GS 39). Te
lo pedimos a ti, Jesús resucitado, que vives por los siglos de los siglos.
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