Actualidad Mundial | Asamblea Ciudadana
Declaración Asamblea Ciudadana por la Justicia Climática de América
Latina y el Caribe, 18 al 22 de Julio, 2022
Nosotras
y nosotros somos representantes de organizaciones populares latinoamericanas y
del Caribe de mujeres, de negras y negros, de obreras y obreros, de campesinas
y campesinos, de pueblos indígenas, ambientalistas, ecologistas, religiosas,
afrodescendientes, jóvenes, y de comunidades locales. Nosotras y nosotros nos
hemos reunido en el espacio democrático de la Universidad Autónoma de Santo
Domingo, República Dominicana, entre el lunes 18 y el viernes 22 de julio de
2022, para reflexionar acerca de la crisis climática, sus causas estructurales
y sus consecuencias, a fin de promover acciones efectivas para construir la
justicia climática en nuestros territorios, los menos responsables y más
golpeados por la crisis, y en toda nuestra región de América Latina y El
Caribe.
Mientras,
los gobiernos de nuestra región se reunieron en un hotel 5 estrellas -símbolo
de la dictadura y la oligarquía dominicana- en la Semana del Clima, organizada
por la ONU y el Banco Mundial y continúan planteando únicamente medidas
tecnológicas y mercantiles para hacer frente a los efectos y consecuencias del
cambio climático, repitiendo las insuficientes recetas de los últimos 20 años.
Durante
esta intensa semana de fraterno intercambio de visiones y conocimientos, hemos visibilizado
el trágico escenario climático global: millones de especies están
desapareciendo; crece la cantidad de personas desplazadas y afectadas por los
extremos climáticos; nuestra propia sobrevivencia como pueblos y como especie
está en riesgo. El planeta se incendia, se inunda, se reseca, y todos los seres
vivos nos enfrentamos a condiciones incompatibles con la vida. Todo esto se
incrementa en contexto agravado de crisis democráticas y de graves violaciones
a Derechos Humanos Fundamentales a lo largo y ancho del continente.
Especialmente
grave es la amenaza para la vida en Haití y República Dominicana, nuestros anfitriones;
pequeños estados isleños en el Caribe que pueden ver desaparecer gran parte de
su territorio con el aumento del nivel del mar y los golpes de fenómenos
recurrentes y cada vez más intensos.
Hemos
constatado y denunciado cómo los poderes políticos y corporativos del mundo y
de nuestra región han continuado promoviendo falsas soluciones que no
confrontan las causas estructurales de la crisis y que, por el contrario,
robustecen el sistema capitalista, extractivista y patriarcal que la ha
generado. De esta manera, no resuelven el cambio climático, intensifican los impactos
de la crisis global y generan nuevos impactos y desigualdades derivados de
estas falsas soluciones.
Así,
hemos visto cómo los gobiernos reunidos en la Semana del Clima siguen
favoreciendo en nuestros territorios el lavado verde de corporaciones mediante
las compensaciones y mercado de carbono, el cero-neto, REDD y las mal-llamadas
soluciones basadas en la naturaleza, la incineración de residuos, los
monocultivos industriales de agrocombustibles a base de palma, soja y caña y su
uso en la aviación, las plantaciones masivas de pinos y eucaliptus y la energía
de biomasa forestal, el hidrógeno verde, la desalinización de agua marina, la
geoingeniería y la manipulación climática a gran escala, como el proyecto
VESTA, de captura de carbono en la costa norte de República Dominicana.
Por
su parte, y con la complicidad de los gobiernos, las empresas se enriquecen
mediante el extractivismo y las falsas soluciones, profundizando el saqueo, el
colonialismo, el racismo, la violencia sobre los cuerpos, la sobreexplotación
del trabajo, mientras en comunidades como Haina, la más industrializada de la
República Dominicana, se sufre por no contar con agua potable, condición básica
bajo cualquier idea de desarrollo.
La
historia de las negociaciones climáticas internacionales está marcada por el
fracaso y la hipocresía; han escrito gran cantidad de acuerdos con un impacto
nulo en el enfrentamiento del calentamiento global y sus crecientes impactos. Y
esta Semana del Clima es una nueva evidencia de que los gobiernos siguen sin
tener voluntad política para asumir con responsabilidad la urgencia climática.
Demandamos
a los gobiernos y organismos multilaterales de América Latina y el Caribe
asumir un giro radical en las políticas climáticas y en las posiciones
individuales y conjuntas en los espacios de negociación de las Naciones Unidas,
consistente con un cambio de paradigma. En este sentido, reclamamos:
●
La cancelación de las deudas externas contraídas en base a un orden económico internacional
desigual y coercitivo y el establecimiento de un financiamiento climático que
en su origen y sus montos responda al pago de la deuda climática de los países industrializados
y las corporaciones multinacionales, vinculado con el debate sobre pérdidas y
daños, así como la adaptación climática. El uso de este financiamiento debe ser
de control de los pueblos del sur, para construir sus alternativas en base de
los propios conocimientos, culturas y bienes.
●
La firma del Acuerdo de Escazú por parte de los Estados que no lo han suscrito
y su plena implementación para la protección de las y los defensores de los
territorios frente a la criminalización, la persecución y el asesinato, así
como el fortalecimiento de la participación social en las políticas públicas y
el fin de la subordinación y dependencia de los intereses de las corporaciones.
● El abandono y la promoción de la desinversión del modelo económico extractivista, basado en el acaparamiento de tierras, la extracción y exportación de minerales, energía, monocultivos y agroindustria y ganadería a gran escala, y tratados de libre comercio, que vulneran la soberanía y los derechos humanos en los territorios.
●
El pleno reconocimiento de los pueblos indígenas y negros de América Latina y
el Caribe, con sus territorios y sus prácticas culturales y de gestión
ecológica de sus medios de vida.
●
El impulso de una agenda por la justicia climática que priorice el respeto a los
derechos humanos y de la naturaleza, la construcción de medios de vida
sostenibles, la defensa de los bosques, del agua, de los alimentos sanos. Debe
orientarse hacia la recuperación de la soberanía territorial, alimentaria,
hídrica y energética de los pueblos; debe basarse en el conocimiento que
guardamos las mujeres y hombres en cada rincón del planeta, y debe incorporar
las visiones de jóvenes, de niñas y niños, de gente del campo y la ciudad, de los
afrodescendientes y de los pueblos originarios.
●Apoyar el trabajo de las universidades, centros académicos, investigadoras e investigadores
que producen conocimientos comprometidos con el bien común y el cuidado de la
vida y del planeta. Llamamos a las redes, movimientos y organizaciones
sociales, de todos los ámbitos de resistencia y lucha de América Latina y el
Caribe a sumarse a la causa de la justicia climática, a no permanecer indiferente
a las acciones que ponen en riesgo bienes comunes como el clima y el agua, en cualquier
parte en que esta se encuentre, sea en la superficie, en el subsuelo, en las
cimas nevadas o en los polos de la Tierra.
Les
llamamos a comprometerse en la transformación de raíz de este sistema, para
cambiarlo por otro, basado en el respeto a todos los seres vivos que
compartimos la vida en el planeta, cuidando el desarrollo de la vida de las
generaciones presentes y futuras.
O
nos salvamos todas y todos, o no se salva nadie.
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