Espiritualidad | Luis Miguel Modino/PC
Mons. Ojea: “La conversión de Zaqueo no solamente atravesó el
alma y el corazón, sino que llegó al bolsillo”
En
el Evangelio del trigésimo primer domingo del Tiempo Ordinario Jesús aparece
“rodeado de una multitud, pasando por Jericó, y aparece Zaqueo”, afirma Mons.
Oscar Ojea. Según el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, “Zaqueo
era publicano, los publicanos cobraban impuestos para dárselos a Roma.
Esquilmaban al pueblo judío que era el pueblo sometido; por eso no eran para
nada queridos”.
Deseo
de conocer a Jesús
“Solo,
en medio de la multitud, Zaqueo experimenta el deseo de conocer a Jesús. Quería
ver quien era Jesús”, señala el obispo de San Isidro. Ante ese deseo, “como era
petiso se sube a un árbol, no le importa hacer el ridículo, para un hombre
importante como él subirse a un árbol era realmente algo cómico y Jesús, en
medio de la multitud, lo mira; fija su mirada en él y lo llama por su nombre,
algo totalmente inesperado por Zaqueo. Si bien lo buscaba jamás espero que lo
llamara por el nombre: Zaqueo baja pronto porque hoy tengo que alojarme en tu
casa. El Señor mismo se invita a sí mismo a comer y a hospedarse en la casa de
Zaqueo. Lo invita a descender, lo invita a bajar del árbol”.
El
presidente del episcopado argentino hizo ver que “para poder convertirse a
Jesús tenemos que bajar, tenemos que descender; tenemos que abandonar nuestro
orgullo, nuestra soberbia, nuestro creernos superiores, demasiado distintos y
tener sencillez de corazón, y así Zaqueo lo recibe, con alegría dice el
Evangelio, en su casa y esto provoca la conversión de Zaqueo”.
Propósito
de reparar el daño hecho
Un
elemento importante, según Mons. Ojea es que “Jesús no lo juzga, simplemente lo
mira y se invita a sí mismo a comer. La alegría va avanzando en el corazón de
este hombre, comienza por la curiosidad, sigue con el verlo, el experimentar su
llamado, el dejarse llamar y luego va aumentando la alegría hasta que explota
cuando su conversión llega al bolsillo porque en realidad la conversión de
Zaqueo no solamente atravesó el alma y el corazón, sino que llegó al bolsillo,
llegó a su realidad y al mismo tiempo hace un propósito de reparar el daño que
ha hecho: Si es defraudado a alguien, si he estafado a alguien se lo devolveré
cuatro veces más, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres”.
Para
el prelado argentino, “es como la explosión de alegría al descubrir que él
podía volver a encontrar su lugar en la comunidad, que podía volver a ser
hermano de sus hermanos y no el ser corrupto que estaba esquilmándolos apegado
solamente al dinero”.
Finalmente,
Mons. Ojea hizo un llamado a “que podamos dejarnos mirar, atravesar por la
mirada de Jesús que no nos juzga, que siempre nos espera y nos invita a entrar
en nuestra casa, en nuestro corazón, a quedarse allí para que nosotros de
verdad podamos experimentar la alegría de su presencia y la alegría de la
conversión. Que al leer este Evangelio podamos imitar este dejarnos mirar de
Zaqueo y esta auténtica conversión que atraviesa toda su persona y llega a su
bolsillo”.
Publicado
por ADN Celam
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