Reflexiones | Telésforo Isaac
Hay
motivos de esperanza en Adviento cada año
¡Adviento, tiempo de esperanza!
Este es el período designado por los cristianos que se ubica entre los cuatro
domingos antes de Nochebuena, el 24 de diciembre de cada año.
En
el calendario litúrgico, el tiempo de Adviento tiene características de
preparación y expectativa, con dos enfoques principales: primero, se
hace memoria de las profecías y las expectativas del pueblo hebreo ante la
venida del Mesías, según las Santas Escrituras, para liberar al pueblo judío y
reinar en el mundo. Esto se cumplió con la llegada de Jesús Nazareno, cuyo
nacimiento es celebrado por los cristianos el 25 de diciembre.
En
segundo lugar, ahora los cristianos esperan la nueva venida del Mesías o
Salvador, llamado Cristo. Estos tienen la certeza de que su retorno al mundo
terrenal será para juzgar a los pueblos, y establecer un reino de
paz, justicia y bienestar espiritual por toda la eternidad. Adviento
es el espacio litúrgico que evoca esa esperanza.
El
Adviento es tiempo de confianza, aunque esta estación se ha convertido en una
época para incrementar el comercio y las celebraciones festivas que, muchas
veces, sólo son expresiones seculares de esta observancia
religiosa.
A
pesar del desgaste espiritual y la secularización del Adviento, los cristianos
y los seres humanos de buena voluntad, consideran que esta temporada no
puede extinguirse, ni tampoco marchitarse; por eso, la estación pre-navideña es
tiempo de esperanza y de preparación para la evocación del nacimiento de Jesús
el Cristo.
Adviento
es ocasión ideal para incrementar la fe, la esperanza y el amor. Es propicio
hacer el llamado para la devoción, el fortalecimiento de la hermandad y la
voluntad de realizar hechos de benevolencia y caridad. Es el momento para oír
de nuevo la misma voz de Jesús, diciendo: “Ha llegado el tiempo, y el reino de
Dios está cerca, vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias” (Marcos
1: 15).
Es
cierto que el mundo está convulsionado. Hay muchas mentes perturbadas,
innumerables corazones angustiados, separaciones de familias, guerras, brotes
epidémicos, corrupción moral, carencia económica, intolerancia, opresión,
degradación de seres humanos, empobrecimiento material y espiritual, desprecio
a la dignidad de seres creados a imagen y semejanza de Dios,
humillación a menesterosos, prejuicios raciales y culturales; a
pesar de todos estos males, anualmente se aviva la esperanza, se reanima la
ilusión, los buenos deseos florecen y la buena voluntad de muchos se hace
manifiesta, con el propósito de prepararse a fin de celebrar la fiesta del
nacimiento de Jesús el Salvador.
Entramos
de lleno en el proceso para organizar la fiesta del nacimiento del Cristo. Se
ven las ofertas comerciales, decoraciones de casas y calles, expectativas de
dar y recibir regalos, anhelo de intercambiar felicitaciones, agrado de
encontrarse con familiares y amigos.
El
pueblo en general ofrece muestras de gozo, actividades de confraternidad y
alegría espontánea. Aunque no hay dimensión profunda de espiritualidad, ni
conciencia religiosa; sin embargo, persiste el sentir de lo sagrado y los
creyentes cantamos: “Ven Jesús muy esperado, ven y quita de tu grey, sus
temores y pecados, pues tú eres nuestro rey”, y porque, ¡Adviento, es tiempo de
esperanza!
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