Papa Francisco | Sebastián Sansón Ferrari/VN
Francisco: Dios no razona con cálculos y tablas, Él nos ama
como un enamorado
En
su reflexión previa a la oración mariana, el Pontífice nos recuerda que
"el verdadero amor nunca llega hasta un punto determinado y nunca se
siente satisfecho; el amor va más allá, no puede hacer menos".
Al
mediodía de este soleado y gélido de ayer 12 de febrero, VI Domingo del Tiempo
Ordinario, el Papa Francisco se asomó, como todas las semanas, a la ventana de
su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para compartir su meditación sobre
el Evangelio del día (Mt 5, 17-37).
En
el inicio de su alocución, desarrolló el significado del concepto "dar
cumplimiento", al citar las palabras de Jesús: "No piensen que he
venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a dar
cumplimiento" (Mt 5,17).
"El
Señor comienza diciendo lo que no es cumplimiento. La Escritura dice "no
matarás", pero para Jesús esto no basta si luego se hiere a los hermanos
con las palabras; la Escritura dice "no cometerás adulterio", pero
esto no basta si luego se vive un amor salpicado por la doblez y la falsedad;
la Escritura dice "no jurarás en falso", pero no basta hacer un
juramento solemne si luego se actúa con hipocresía (cf. Mt 5,21-37). Así no hay
cumplimiento".
Los
mandamientos no deben cerrarse en cajas fuertes
Para
darnos un ejemplo concreto, prosiguió el Papa, Jesús se centra en el "rito
de la ofrenda". Al hacer una ofrenda a Dios, se correspondía a la
gratuidad de sus dones; era un rito muy importante, tanto que estaba prohibido
interrumpirlo, salvo por motivos graves. Pero Jesús afirma que hay que
interrumpirlo si un hermano tiene algo contra nosotros, para ir primero a
reconciliarnos con él (cf. vv. 23-24): solo entonces se cumple el rito.
"El
mensaje es claro: Dios nos ama primero, gratuitamente, dando el primer paso
hacia nosotros sin que lo merezcamos; y, por ende, nosotros no podemos celebrar
su amor sin dar a nuestra vez el primer paso para reconciliarnos con quienes
nos han herido. Así hay cumplimientos a los ojos de Dios, de lo contrario la
observancia externa, puramente ritualista, es inútil".
"En
otras palabras, afirmó Francisco, Jesús nos hace comprender que las reglas
religiosas son útiles, son buenas, pero son solo el inicio: para darles
cumplimiento, es necesario ir más allá de la letra y vivir su sentido”.
Como
precisó el Obispo de Roma, “los mandamientos que Dios nos ha dado no deben
encerrarse en las cajas fuertes asfixiantes de la observancia formal, pues de
lo contrario nos quedamos en una religiosidad externa y desapegada, siervos de
un "dios amo" en lugar de hijos de Dios Padre”.
El
mínimo indispensable contra el máximo posible
El
Papa remarcó que este problema no existía solo en tiempos de Jesús, sino
también hoy.
“A
veces, por ejemplo, oímos: "Padre, no he matado, no he robado, no he hecho
daño a nadie...", como diciendo: ‘Estoy bien’”.
Introduciendo
una distinción importante, el Pontífice puntualizó que “esta es la observancia
formal, que se conforma con el mínimo indispensable, mientras que Jesús nos
invita al máximo posible”.
Francisco
recordó que “Dios no razona con cálculos y tablas; Él nos ama como un
enamorado: ¡no hasta el mínimo, sino hasta el máximo! No nos dice: "Te amo
hasta cierto punto".
“El
verdadero amor nunca llega hasta un punto determinado y nunca se siente
satisfecho; el amor va más allá, no puede hacer menos. El Señor nos lo mostró
dando su vida en la cruz y perdonando a sus asesinos (cf. Lc 23,34). Y nos ha
confiado el mandamiento que más aprecia: que nos amemos unos a otros como Él
nos ha amado (cf. Jn 15,12). ¡Este es el amor que da cumplimiento a la Ley, a
la fe, a la vida!”.
Las
preguntas de Francisco
Por
último, el Pontífice animó a los fieles a preguntarse:
“¿Cómo
vivo mi fe? ¿Es una cuestión de cálculo, de formalismo, o es una historia de
amor con Dios? ¿Me conformo con no hacer el mal, con mantener "la
fachada", o intento crecer en el amor a Dios y a los demás? Y de vez en
cuando ¿me confronto a mí mismo con el gran mandamiento de Jesús, me pregunto
si amo a mi prójimo como Él me ama? Porque tal vez somos inflexibles para
juzgar a los demás y nos olvidamos de ser misericordiosos, como Dios lo es con
nosotros”.
“Que
María, que observó perfectamente la Palabra de Dios, nos ayude a dar
cumplimiento a nuestra fe y a nuestra caridad”, concluyó el Sucesor de Pedro.
Publicado
por Vatican News
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