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    lunes, 20 de marzo de 2023

    Cuaresma, tiempo para el deseo y la palabra de Dios


    Nuestra Fe | Patrice Vivarés/VN

     


    Cuaresma, tiempo para el deseo y la palabra de Dios


    Conectar con el deseo de Dios es el objetivo de la Cuaresma, y esto requiere una cierta ascesis: el hombre saciado no desea nada… Este camino nos hace redescubrir nuestro deseo interior de Dios, y el deseo que Él tiene de nosotros. He aquí algunos consejos para despertar nuestro deseo.


    1. ¿A qué debe conducir la Cuaresma?

    La Cuaresma debe ser una ocasión para redescubrir cierta frugalidad que suscita en nosotros el deseo. La Cuaresma es un tiempo de renovación del deseo, que no debe confundirse con la necesidad. La necesidad puede satisfacerse, pero el deseo nunca se satisface. Es un impulso interior que parte de la carencia, una carencia que siempre permanece, una carencia que evoluciona, que progresa, que es una prueba que siempre nos lleva a otra parte.


    Esta otra parte es como el amor. Cuando hablamos de deseo pensamos en el amor carnal, pero también podemos pensar en el amor de Dios. En los salmos aparece la palabra “deseo”. Para el creyente, el deseo es el deseo de encontrarse con Dios. El deseo nos hace progresar en la búsqueda de Dios, pero nunca se cumple ¡y eso es apasionante!


    2. Entonces, ¿el hombre está siempre en estado de deseo?

    No es solo el hombre quien desea, quien espera, sino también Dios. En las catequesis que doy a los adultos, invierto el sentido de las palabras. Es Dios quien está en el origen, quien nos espera antes de que nosotros le hayamos esperado. El Señor siempre nos ha amado, mucho antes de que naciéramos. Este deseo que tenemos de Dios está precedido por su deseo. Hoy, el deseo está desapareciendo: estamos en una civilización materialista. Necesitamos dinero, coches, juguetes, consolas. Tenemos necesidades y no hay lugar para el deseo. Hace falta una cierta pobreza para descubrir el deseo de Dios. El hombre saciado no puede conocer a Dios.


    3. ¿Cómo podemos redescubrir este deseo interior de Dios?

    Siguiendo las huellas de las grandes oraciones, podemos seguir sus pasos mientras descubrimos el desierto como lugar de despojamiento, de lucha, donde reside lo esencial. El desierto se puede vivir en la propia habitación, en el campo, en un lugar donde uno se sienta bien. Basta con quedarse solo, descolgar el teléfono, no llamar y solo rezar. También se puede aprovechar este tiempo para hacer un repaso de la vida, es decir, para mirar atrás y ver lo que ha pasado en los días anteriores. Dios se encontró con su pueblo en el desierto. Toda la Biblia está llena de encuentros de este tipo. También es en nuestros desiertos donde Dios viene a nosotros.


    Publicado por Vida Nueva


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