In Memoriam | Sandy Yanilda Fermín
Recordando al Padre Miguel José
Parece que fue ayer cuando Dios te invitó a una fiesta mágica, a la fiesta eterna, a la que
nos invita de forma individual y a su tiempo.
Iniciaste un viaje de retorno a la casa del Padre. No pude
ver el tipo de ropa que llevabas porque no quise verte partir. No pude ver si llevabas
tus anteojos, no pude acercarme a ti.
Hace 2 años que ya no estás físicamente con nosotros, como
un sueño recurrente, te recordamos vivo
en todo momento.
Hace un tiempo, no te vemos ni apreciamos tus chistes.
Hace unos largos meses, que
no nos conquistas con tu sonrisa, ni te notamos caminar a toda prisa,
cuando te cogía la hora para celebrar la misa.
Hace un tiempo, que no escuchamos tus predicas, llenas de santidad y de espiritualidad.
Hace un tiempo, que no vemos tu mirada, llena de alegría, pero siempre relajada.
Hace un tiempo, que no
vemos tus letras muy particulares y, especiales.
Hace un tiempo, que
tu silencio se volvió nuestro silencio. Pero el palpitar de tu corazón, lo sentimos en el nuestro, como si fuera un
cuento.
Hace tiempo, que dejamos de llorar, porque entendimos que
tus alas se podían mojar. Aunque no te lo vamos a negar, al escribir palabras para ti, las lágrimas han de salir.
Hace un tiempo, que no vemos tus ingeniosidades para hacernos reír, especialmente a nuestras familias, cuando nos visitabas, vernos
felices era tu plan.
Cómo no recordar la última vez que nos vimos, fue un momento único en el santísimo.
Cómo no recordar, la última vez que preparamos nuestro último
artículo y como no recordar ese último
encuentro con nuestros amigos.
Cómo no recordar, las veces que nos saludamos en inglés, sólo
por querer practicar el idioma y verlo como un momento de iniciar el día con alegría.
Cómo no recordar, tu
último cumpleaños, cuando hablamos por video llamada y te veías tan feliz, de que todos tus amigos te felicitáramos y te
deseáramos tantas cosas hermosas sin saber que era la última vez.
Fue muy triste verte partir y ha sido más triste aun, no
reencontrarnos contigo a compartir. A compartir nuestras historias y a ver en ti esa alma reparadora.
Aunque no te veamos, aunque no te escuchemos, sabemos que tu espíritu revolotea en el
cielo con los demás ángeles de la hueste celestial. Me imagino a los demás ángeles
viendo tus ocurrencias y poniéndote atención como solíamos hacerlo nosotros.
Vivirás
siempre en nuestros corazones y te recordaremos siempre como uno de los mejores
legados que Dios dejó para nosotros, tu admirable amistad.
Como siempre te digo y me despido de ti. No fue un adiós,
sino un hasta luego. Nos vemos en la
eternidad querido amigo Miguel José.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...