Evangelización | Carlos Pérez Laporta
La lámpara se pone en el candelero para que los que
entren vean la luz
Lunes de la 25ª semana del tiempo ordinario / Lucas
8, 16-18
Evangelio:
Lucas 8, 16-18
En aquel
tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie ha
encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; sino
que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz.
Pues nada
hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse
y hacerse público.
Mirad,
pues, cómo oís. pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará
hasta lo que cree tener».
Comentario
Estaba
estudiando en una biblioteca en Roma, de una facultad de teología. Algo más
tarde que yo llegó una monja con rasgos asiáticos a la mesa situada frente
la mía. Después de sacar sus cosas con delicadeza se sentó. Antes de
ponerse a estudiar, cerró los ojos unos instantes y se santiguó. Nadie lo vio, salvo
yo. Claramente, con ello ofrecía su estudio a Dios. Pero, ¿para qué? ¿De qué le
servían a Dios aquellas horas de estudio? Y ¿qué provecho sacarían ella y el
mundo de dicho ofrecimiento? ¿Cómo puede beneficiar a nadie ese ofrecimiento
secreto de las horas personales de esta mujer? ¿De qué sirven todos nuestros
ofrecimientos del día, nuestro trabajo, nuestra entrega personal en las
pequeñas cosas del día?
«Nada hay
oculto que no salga a la luz». Desconozco si esa monja llegará a ser una gran
profesora de teología. Pero tampoco hace falta. No es la victoria
mundana lo que está prometido en la palabra de Jesús, sino
la victoria para el mundo. Eso significa que, pese a los beneficios
temporales concretos que pueda tener dicho esfuerzo para la gloria de Dios
(unas clases, una formación, una catequesis), aquel gesto tiene un valor
infinito. Puede que esta hermana llegue a iluminar el mundo con su sabiduría,
pero con independencia de eso aquel gesto es la luz del mundo: toda una vida
hecha de esos secretos gestos de entrega a Dios ilumina la existencia de todos;
la vida es para algo, porque es para Alguien. Esta mujer está puesta por Dios
«en el candelero para que los que entran tengan luz»: hay Alguien que quiere
todos los instantes de nuestra vida.
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