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Declaración doctrinal abre las bendiciones para
las parejas "irregulares”
Con la 'Fiducia supplicans' del Dicasterio para la
Doctrina de la Fe, aprobada por el Papa, será posible bendecir parejas formadas
por personas del mismo sexo, pero al margen de cualquier ritualización e
imitación del matrimonio. La doctrina sobre el matrimonio no cambia, bendecir
no significa aprobar la unión.
Ante la petición de dos personas de ser bendecidas,
aunque su condición de pareja sea "irregular", será posible que el
ministro ordenado dé su consentimiento. Pero sin que este gesto de proximidad
pastoral contenga elementos ni remotamente parecidos a un rito matrimonial. Así
lo afirma la Declaración "Fiducia supplicans" sobre el significado pastoral de las bendiciones, publicada por el
Dicasterio para la Doctrina de la Fe y aprobada por el Papa. Un documento que
profundiza en el tema de las bendiciones, distinguiendo entre las bendiciones
rituales y litúrgicas, y las bendiciones espontáneas que se asemejan más a
gestos de devoción popular: precisamente en esta segunda categoría se contempla
ahora la posibilidad de acoger también a quienes no viven según las normas de
la doctrina moral cristiana, pero piden humildemente ser bendecidos. Desde
agosto de hace 23 años, el antiguo Santo Oficio no publicaba una declaración
(la última fue en el año 2000 "Dominus Jesus"), un documento de alto
valor doctrinal.
"Fiducia supplicans" se abre con una
introducción del prefecto, el cardenal Víctor Fernández, quien explica que la
declaración profundiza en el "significado pastoral de las
bendiciones", permitiendo "ampliar y enriquecer su comprensión
clásica" a través de una reflexión teológica "basada en la visión pastoral
del Papa Francisco". Una reflexión que "supone un verdadero
desarrollo respecto a lo dicho hasta ahora sobre las bendiciones",
llegando a incluir la posibilidad "de bendecir a parejas en situación
irregular y a parejas del mismo sexo, sin validar oficialmente su estatus ni
modificar en nada la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio".
Tras los primeros parágrafos (1-3), en los que se
recuerda el anterior pronunciamiento de 2021, ahora ampliado, la declaración
presenta la bendición en el sacramento del matrimonio (parágrafos 4-6)
declarando "inadmisibles los ritos y oraciones que puedan crear confusión
entre lo que es constitutivo del matrimonio" y "lo que lo
contradice", para evitar reconocer en modo alguno "como matrimonio
algo que no lo es". Reiteró que, según la "perenne doctrina
católica", sólo se consideran lícitas las relaciones sexuales dentro del
matrimonio entre un hombre y una mujer.
Un segundo amplio capítulo del documento (parágrafos
7-30) analiza el significado de las diversas bendiciones, que tienen como
destino personas, objetos de devoción, lugares de la vida. Recuerda que
"desde un punto de vista estrictamente litúrgico", la bendición
requiere que lo que se bendice "sea conforme a la voluntad de Dios
expresada en las enseñanzas de la Iglesia". Cuando con un rito litúrgico
específico "se invoca una bendición sobre determinadas relaciones
humanas", es necesario que "lo que se bendice pueda corresponder a
los designios de Dios inscritos en la Creación" (11). Por tanto, la
Iglesia no tiene potestad para conferir una bendición litúrgica a parejas
irregulares o del mismo sexo. Pero hay que evitar el riesgo de reducir el
sentido de las bendiciones sólo a este punto, exigiendo para una simple
bendición "las mismas condiciones morales que se exigen para la recepción
de los sacramentos" (12).
Tras analizar las bendiciones en la Escritura, la declaración
ofrece una comprensión teológico-pastoral. Quien pide una bendición "se
muestra necesitado de la presencia salvadora de Dios en su historia",
porque expresa "una petición de ayuda a Dios, una súplica por una vida
mejor" (21). Esta petición debe ser acogida y valorada "fuera de un
marco litúrgico", cuando se encuentra "en un ámbito de mayor
espontaneidad y libertad" (23). Consideradas desde la perspectiva de la
piedad popular, "las bendiciones deben valorarse como actos de
devoción". Para conferirlas no es necesario, por tanto, exigir como
condición previa una "perfección moral previa".
Profundizando en esta distinción, sobre la base de la
respuesta del Papa Francisco a la dubia de los cardenales
publicada el pasado mes de octubre, en la que pedía discernir sobre la
posibilidad de "formas de bendición, solicitadas por una o varias
personas, que no transmitan una concepción errónea del matrimonio" (26),
el documento afirma que este tipo de bendición "se ofrece a todos”, sin
pedir nada, haciendo sentir a las personas que permanecen bendecidas no
obstante sus errores y que "el Padre celestial sigue queriendo su bien y
esperando que finalmente se abran al bien" (27).
Existen "diversas ocasiones en las que las
personas acuden espontáneamente a pedir una bendición, ya sea en
peregrinaciones, en santuarios o incluso en la calle cuando se encuentran con
un sacerdote", y tales bendiciones "se dirigen a todos, nadie puede
ser excluido" (28). Por tanto, quedando prohibido activar "procedimientos
o ritos" para estos casos, el ministro ordenado puede unirse a la oración
de aquellas personas que, "aunque estén en una unión que en modo alguno
puede parangonarse al matrimonio, desean encomendarse al Señor y a su
misericordia, invocar su ayuda, dejarse guiar hacia una mayor comprensión de su
designio de amor y de vida" (30).
El tercer capítulo de la declaración (parágrafos
31-41) abre, por tanto, la posibilidad de estas bendiciones, que representan un
gesto hacia quienes "reconociéndose desamparados y necesitados de su
ayuda, no pretenden la legitimidad de su propio status, sino que ruegan que
todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y
relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu
Santo" (31). Tales bendiciones no deben ser estandarizadas, sino confiadas
al "discernimiento práctico en una situación particular" (37). Aunque
se bendice a la pareja, pero no la unión, la declaración incluye entre lo
bendecido las relaciones legítimas entre las dos personas: “en la oración breve
que puede preceder esta bendición espontanea, el ministro ordenado podría pedir
para ellos la paz, la salud, un espíritu de paciencia, diálogo y ayuda mutuos,
pero también la luz y la fuerza de Dios para poder cumplir plenamente su
voluntad" (38). También se aclara que, para evitar "cualquier forma
de confusión y escándalo", cuando una pareja irregular o del mismo sexo
pida la bendición, "nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos
civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos. Ni siquiera con las
vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio" (39). Este tipo
de bendición "puede encontrar su lugar en otros contextos, como la visita
a un santuario, el encuentro con un sacerdote, la oración recitada en un grupo
o durante una peregrinación" (40).
Por último, el cuarto capítulo (parágrafos 42-45) nos
recuerda que " cuando la relación con Dios está enturbiada por el pecado,
siempre se puede pedir una bendición, acudiendo a Él" y deseándola pueda
ser en algunas situaciones "el bien posible" (43).
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