Evangelización | Carlos Pérez Laporta
¿Quién soy yo para que me visite la
madre de mi Señor?
Jueves de la 3a
semana de Adviento / Lucas 1, 39-45
Evangelio: Lucas 1, 39-45
En aquellos
días, María se levantó y se puso en camino deprisa hacia la montaña, a una
ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que,
en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se
llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú
entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo
para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis
oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha
creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
Comentario
«María se levantó
y se puso en camino de prisa». El tiempo se ha tensado para ella. Todo momento
teje en secreto la presencia de Dios en su vida. Cada instante Dios ocupa más
espacio en la vida de los hombres, y en la suya. María se apresura para ver.
Quiere ver como la promesa lo inunda todo. No se trata de esa prisa por la que
uno se quita de encima el tiempo, tratando de llegar al momento final. Ella
tiene prisa por ver cómo el momento lo cambia todo, quiere ver cómo cambia ya
el presente. Por eso, su prisa consiste en la atención por cada instante y cada
acontecimiento. Quiere ver como se desborda por todas partes la
salvación.
Por eso viene a
nosotros. Quiere contemplar como Dios entra en nuestras vidas. «¿Quién soy yo
para que me visite la madre de mi Señor?». Como para Isabel, su presencia
amorosa nos permite reconocer en nosotros algo grande. ¿Quiénes
somos nosotros para que nos visite María? ¿Qué tiene nuestra vida para que
María venga a visitarla? La presencia de María en nuestra vida, su amor por nosotros,
nos desvela que Dios viene también a nosotros: en cuanto su saludo llega a
nuestros oídos, nuestro corazón se sobrecoge, porque comprende la grandeza que
está por suceder en nuestro interior. Si María viene a visitarnos y está
con nosotros, es porque algo grande va a suceder en nuestras vidas.
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