Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Les enseñaba con autoridad
Martes
de la 1ª semana del tiempo ordinario / Marcos 1, 21-28
Evangelio: Marcos 1, 21-28
En
la ciudad de Cafarnaún, el sábado entra Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban
asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los
escribas. Había precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu
inmundo, y se puso a gritar:
«¿Qué
tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con
nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó:
«Cállate
y sal de él».
El
espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió
de él. Todos se preguntaron estupefactos:
«¿Qué
es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los
espíritus inmundos y lo obedecen». Su fama se extendió enseguida por todas
partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Comentario
La
verdad sin amor pierde su sentido. Es un arma arrojadiza, un instrumento del
maligno. Cuando tratamos de decir la verdad sin partir del amor la usamos para
lanzarla a los demás y separarnos de ellos o aplastarlos. Si no hay cierto
amor, sin el deseo de unirse a los demás, la verdad no cumple su función.
Porque la verdad siempre es la verdad del mundo, o la verdad de otro, o la
verdad de Dios. La verdad es aquello que establece un punto en común, una
comunión. Si no, la verdad no es verdad. Es una idea. Y las ideas se parecen a
la verdad, pero no son la verdad porque la verdad coincide con la realidad en
común.
Por
eso, Jesús manda callar a los demonios que dicen su nombre «¿Qué tenemos que
ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé
quién eres: el Santo de Dios». Ellos lo dicen sin amor, desde el odio. Creen
que la verdad abstracta sobre Jesús le hará más daño aún que el
desconocimiento. Si todo el mundo conoce teóricamente su identidad sin amarle, sin
que exista una relación personal con Él, vivirán aún más separados.
Dios
siempre revela la verdad de manera paulatina, dentro de una historia en común
con nosotros. Lo hace en la medida en que el hombre va ensanchándose y puede
asumir más verdad. De ahí la importancia de su autoridad. Si no se conoce a
Dios en Jesús al reconocerle autoridad sobre uno y sobre el mundo, es decir, al
reconocer su capacidad de mostrar la verdad a todos, la verdad es separación.
Eso les ocurre a los demonios: la verdad les separa de Dios porque no le
reconocen la autoridad de un mundo bueno y con sentido, y por eso tratan de
destruirlo.
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