Cuaresma | Tiziana Campisi
Francisco: La confesión es
reconocer la misericordia de Dios
El Papa
recibió en audiencia a los participantes en el Curso sobre el Fuero Interno
organizado por la Penitenciaría Apostólica y entregó el discurso preparado, en
el que propone una reflexión sobre el Acto de Contrición: quien ama a Dios ama
al hermano y busca su bien, confesores y penitentes deben comprometerse para
que en este año de preparación al Jubileo florezca en muchos corazones y
lugares el sentido del perdón divino
Vivir "cada confesión como un
momento único e irrepetible de gracia" y dar "generosamente el perdón
del Señor, con afabilidad, paternidad" y "ternura materna": es
el aliento que el Papa Francisco dirigió, tras un breve saludo, en el discurso
entregado a los participantes en el Curso sobre el Fuero Interno organizado por
la Penitenciaría Apostólica y recibidos en audiencia en la Sala Clementina del
Palacio Apostólico. Una tarea "hermosa y crucial" confiada al
confesionario, ya que "permite ayudar a tantos hermanos y hermanas a
experimentar la dulzura del amor de Dios", reza el texto, que propone una meditación
sobre el Acto de Contrición, la oración que se recita durante el rito de la
Reconciliación, compuesta por san Alfonso María de Ligorio, "pastor
cercano a la gente y hombre de gran equilibrio".
Meditar la relación con la misericordia de Dios
En la reflexión preparada, el Papa
se detiene en "tres actitudes expresadas en el Acto de Contrición",
para ayudar a meditar sobre la propia relación personal con la misericordia de
Dios: "el arrepentimiento ante Dios, la confianza en Él y el propósito de
no recaer". El primero "no es fruto del autoanálisis ni de un
sentimiento psíquico de culpa", explica Francisco, sino que brota "de
la conciencia de nuestra miseria ante el amor infinito de Dios, de su
misericordia sin límites". Esto impulsa a "pedirle
perdón" rezando: "Dios mío, me arrepiento y me duelen, de todo
corazón, mis pecados, porque te he ofendido a Ti, infinitamente bueno", e
induce a convertirse, a reflexionar sobre uno mismo y sobre las propias obras.
En realidad,
en la persona, el sentido del pecado es proporcional precisamente a la
percepción del amor infinito de Dios: cuanto más sentimos su ternura, más
deseamos estar en plena comunión con Él, y más se nos hace evidente la fealdad
del mal en nuestra vida.
Y debemos recordar, añade el Papa,
que "Dios no se cansa nunca de perdonarnos", por lo que nosotros no
debemos cansarnos nunca de pedirle perdón.
El amor a Dios anima todos los demás amores
Confesando, pues, haber ofendido a
Dios "infinitamente bueno y digno de ser amado sobre todas las
cosas", se reconoce la "infinita bondad de Dios" y la primacía
de Su amor en la propia vida, aclara Francisco, de hecho "amar 'sobre
todas las cosas'" a Dios significa ponerlo "en el centro de todo,
como luz en el camino y fundamento de todo orden de valores, confiándole cada
cosa". Esto "anima todo otro amor: a los hombres y a la creación -
precisa el Pontífice - porque quien ama a Dios ama a su hermano y busca su
bien, siempre, en la justicia y en la paz".
El humilde propósito de no pecar
Por último, el Acto de Dolor
expresa la voluntad de "no volver a caer en el pecado cometido". Se
trata de un propósito y no de una promesa, señala Francisco, hasta el punto de
que "san Juan María Vianney, el Cura de Ars, solía repetir que 'Dios nos
perdona, aunque sabe que volveremos a pecar'".
De hecho,
ninguno de nosotros puede prometer a Dios que no volverá a pecar, y lo que se
requiere para recibir el perdón no es una garantía de impecabilidad, sino un
propósito actual, hecho con recta intención en el momento de la confesión.
Además, es un compromiso que hacemos siempre con humildad, como subrayan las
palabras “con tu santa ayuda”.
Misericordia es el nombre de Dios
En cuanto a la conclusión de la
oración del penitente - "Señor, misericordia, perdóname"-, coloca las
palabras "Señor" y "misericordia" "como
sinónimos", haciendo notar que "Dios es misericordia, misericordia es
su nombre" y que "en todo acto de misericordia, en todo acto de amor,
resplandece el rostro de Dios". Y sobre esta consideración, el Papa invita
a confesores y penitentes a rezar y comprometerse para que este año de
preparación al Jubileo "pueda ver florecer la misericordia del Padre en
muchos corazones y en muchos lugares".
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