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El Papa: Enseñen a los
jóvenes a afrontar juntos los desafíos, sin dejarse aplastar
Francisco recibe
a los directivos del Merrimack College, de Massachusetts, un colegio fundado
hace ochenta años por los agustinos y comprometido en la formación de los
jóvenes y constata las tantas situaciones críticas que hoy los jóvenes tienen
que afrontar, a nivel económico-financiero, laboral, político, ambiental y de
valores, demográfico y migratorio.
«Educar a los
jóvenes a afrontar los desafíos para crecer en solidaridad». El Papa Francisco
alienta la labor que realiza el Merrimack College en favor de la educación de
los jóvenes desde hace casi ochenta años, desde 1947, cuando la institución fue
fundada por los Padres Agustinos. El Pontífice ha recibido esta mañana en el
Vaticano a una delegación del colegio, de la que ha recordado el peculiar contexto
en el que comenzó su historia, la Segunda Guerra Mundial. Fue precisamente para
los soldados que regresaban del conflicto que los agustinos pensaron en iniciar
una obra educativa.
Claramente, no
bastaba con ofrecer a estos jóvenes, veteranos de experiencias traumáticas,
testigos de los horrores de la guerra, cursos académicos: era necesario
devolverles el sentido, la esperanza y la confianza en el futuro, enriqueciendo
sus mentes, sí, pero también reavivando sus corazones y devolviendo la luz a
sus vidas.
El lenguaje de la mente, del corazón y de las
manos
Es decir, era
necesario, dice el Papa, «ofrecerles, a través del estudio y de la comunidad
escolar, un camino de renacimiento integral. Un camino de la mente, del corazón
y del corazón a las manos». «Tres lenguajes», subraya Francisco: «El lenguaje
de la mente, el lenguaje del corazón y el lenguaje de la mano. Que se piense lo
que se siente y se hace; que se sienta lo que se piensa y se hace; que se haga
lo que se siente y se piensa».
Tantas cuestiones críticas para los jóvenes de hoy
También hoy,
después de décadas, nuestros jóvenes «viven en medio de muchas 'criticidades':
económico-financieras, laborales, políticas, ambientales y de valores,
demográficas, también, y migratorias", subraya el Papa Francisco.
Es importante
que también a ellos, en el presente como en el pasado, se les enseñe a afrontar
juntos los desafíos, sin dejarse aplastar por ellos, más bien reaccionando para
que cada crisis, incluso en el sufrimiento, se transforme en una oportunidad de
crecimiento.
Modelos de vida personal y social marcados por la
justicia y la misericordia
Precisamente
crecer en solidaridad es la segunda recomendación del Papa en su discurso, citando
una vez más a Benedicto XVI cuando escribió que «no es la ciencia la que redime
al hombre. El hombre es redimido por el amor». Se trata, pues, de «formar a las
nuevas generaciones para que vivan las dificultades como oportunidades, no
tanto para lanzarse hacia un futuro lleno de dinero y éxito, sino de amor: para
construir juntos un humanismo». En otras palabras, se trata de enseñar a los
chicos y chicas «a identificar y orientar los recursos disponibles, con una
planificación creativa, hacia modelos de vida personal y social marcados por la
justicia y la misericordia».
Aspectos positivos y negativos de la
globalización
«Es verdad
-señala el Papa- que la globalización en curso presenta aspectos negativos»,
como el aislamiento, la marginación y la cultura del despilfarro; pero al mismo
tiempo -añade- «presenta también aspectos positivos, como la posibilidad de
amplificar y magnificar la solidaridad y promover la equidad, a través de
medios y potencialidades desconocidos para quienes nos precedieron, como hemos
visto en los últimos tiempos, con ocasión de catástrofes climáticas y guerras».
Es importante
en la labor educativa orientar a los alumnos hacia esta capacidad de
discernimiento y elección, ampliando ideal y prácticamente el perímetro de las
aulas, para llegar allí donde la educación pueda generar solidaridad,
compartición, comunión.
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