Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Nadie os quitará vuestra alegría
Viernes. San Juan de Ávila, presbítero y doctor de la
Iglesia / Juan 16, 20-23ª
Evangelio: Juan 16, 20-23a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo, vosotros lloraréis y os
lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero
vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza,
porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del
apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a
veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».
Comentario
Durante la gestación la madre está totalmente unida al
hijo que crece en sus entrañas. Casi coinciden en un mismo ser la madre y el
hijo. El hijo todavía no se muestra radicalmente distinto de ella. Tanto es así
que el amor de la madre casi consiste en amarse a sí misma. Por eso, el parto
tiene algo de traumático, porque inicia una separación: «La mujer, cuando va a
dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora».
Sin embargo, en cuanto ve al niño el amor se sirve de
la tristeza para potenciarse y salva las distancias: «Pero, en cuanto da a luz
al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido
un hombre». El amor por su hijo ocupa todo el espacio que hay entre ella y su
hijo. La separación llega entonces a ser algo positivo, porque es el espacio
necesario para la relación. Del mismo modo, el amor a Jesucristo está llamado a
ocupar el mundo entero y transformarlo todo en signo suyo. Por eso nada podrá
separarnos del amor de Dios, porque todo lo inundará: «También vosotros ahora
sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie
os quitará vuestra alegría. Ese día no me
preguntaréis nada».
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