Espiritualidad | Alcedo A. Ramírez
“Los Trabajadores siguen siendo Pocos”
A pesar de que el Cristianismo ha avanzado mucho, en todo el mundo, los obreros
necesarios para trabajar en la viña del Señor siguen siendo muy pocos, tomando
en cuenta los grandes retos por delante, la
cantidad de naciones, pueblos y países que no reciben directamente la Buena
Nueva del Evangelio, así como las enseñanzas cristianas que son
imprescindibles para una vida correcta, responsable y santa. Todo esto a pesar
de que, desde tiempos inmemoriales, los profetas de Dios vienen enfatizando la importancia de un tipo de vida justo en la
sociedad, a fin de seguir recibiendo el apoyo y los beneficios de nuestro
Creador.
La cantidad enorme de problemas de todo tipo que aquejan las
sociedades modernas refleja la falta de
un núcleo central y vital, capaz de conducir a la humanidad por una ruta
acorde con la voluntad de Dios, lo que únicamente puede ser proporcionado por
la orientación divina, que proviene del
Padre de todos, creados a su imagen y semejanza, con los mismos principios
y sentimientos que adornas los corazones, las almas y las mentes de los verdaderos
hijos de Dios. También los mandamientos, normas y leyes que encontramos en las
Sagradas Escrituras son producto de la inspiración divina colocada en los
autores de los diferentes textos bíblicos.
Así las cosas, la salida correcta y lógica consiste en buscar continuamente el
rostro del Señor, para que nos regale
su misericordia, el amor por los demás, la justicia verdadera que conduce a la
paz y al bienestar de todos en la sociedad. Sin embargo, esta búsqueda no puede
ser espontánea y al azar, sino que debe estar
dirigida y guiada por los nuevos apóstoles y misioneros que estamos
llamados a relevar a los compañeros originales de Jesús y proseguir su obra
redentora y salvadora, a través de la conversión a Cristo Jesús.
En el
Evangelio de hoy, Jesús llamó a los doce apóstoles originales y les dio
unas bien definidas autoridad, misión y poderes de sanación y expulsión de demonios
y espíritus inmundos, para que lo
ayudaran, contribuyeran con su obra de creación del Reino de Dios aquí en
la tierra, a la vez de poder asegurar la continuidad de su iniciativa salvadora
a través de los tiempos, y en todos los lugares del mundo, aunque iniciando por
Israel y sus ovejas descarriadas. Este
llamado misionero también se extiende hoy a todos nosotros, Cristianos
Comprometidos con sus Comunidades.
Asimismo, el mensaje central de la proclamación cristiana es la llegada y el
acercamiento del Reino de los Cielos
a la tierra y sus habitantes, con la finalidad de que cambien sus vidas
corruptas y viciosas, se conviertan a Dios y reciban la gracia de la redención,
que viene acompañada de Vida Eterna.
Considero que no puede haber oferta más atractiva y predominante, en el interés
de la gente, que un triunfo sobre la fatalidad de la muerte y la promesa de un
tesoro y de un premio que nunca se acaba ni perece.
Aunque sabemos que en el mundo de hoy existen muchas tentaciones actuales
y tangibles que pueden opacar y ocultar un poco las realidades eternas
mencionadas anteriormente, no menos
ciertas son las palabras de Cristo Jesús, cuando dijo “de qué le vale al
hombre ganar el mundo entero y pierde su alma?”. Realmente, aquí tenemos una razón y respuesta contundente para reaccionar
a tiempo, enderezar y rectificar intenciones y caminos, para seguir el
único correcto, que conduce a la verdad y a la vida.
Por lo tanto, seamos sensatos, inteligentes y realistas. Somos hijos de Dios y herederos de un Reino que
no se corrompe ni termina, pero requiere una conversión y decisión decisiva de
parte de nosotros. No perdamos la
oportunidad que nos regala Cristo.
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