Reflexión | Miguel Ángel Munárriz/FA
¿Qué obras realizas?
Jn 6, 24-35
«¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti?...
Muchos de los que escucharon a Jesús no creyeron en él
y no le siguieron. Los doctores lo tenían por impostor. Los fariseos por un
impío que no guardaba el sábado, ni ayunaba ni se recataba de comer con
pecadores. Los sacerdotes se sintieron tan amenazados por el entusiasmo que
causaba en la gente su doctrina, que cuando subió a Jerusalén lo quitaron de
en medio en menos de una semana. Sus familiares lo tenían por loco. Los que le
siguieron porque vieron en él la mejor versión del mesías que esperaban, le abandonaron
cuando quisieron hacerle rey y él los dejó plantados.
Pero hubo mucha gente que le siguió hasta el final;
que abandonó sus tradiciones milenarias más sagradas (como la circuncisión o el
sábado) y se dejó embriagar por su vino nuevo y poderoso. Y nos podemos
preguntar: ¿Qué señales vieron en él para que rompiesen con el pasado y le
siguiesen entusiasmados?...
La respuesta es que Jesús les fascinaba porque daba
esperanza a los marginados a quienes todos consideraban aborrecidos de Dios,
porque les hablaba de Dios como jamás nadie les había hablado y le entendían,
porque estaba al servicio de todos y nunca se cansaba de curar y de enseñar,
porque les prestaba toda su atención, porque era consecuente con lo que
decía... y por tantas cosas más.
Ésas eran sus señales.
La señal de las primeras comunidades nos la desvela
Lucas en “Hechos” cuando dice que en ellas no había pobres. Estaban tan
comprometidas con el evangelio, tan empapadas de evangelio, que no podían
permitir que alguno de sus hermanos pasase necesidad. Y aunque las autoridades
los perseguían, la gente los respetaba y los admiraba... y sus comunidades no
dejaban de crecer.
Nosotros vivimos en un mundo desesperanzado, sumido
(aunque intente ignorarlo) en una profunda crisis de sentido; un mundo
necesitado de alguien que le devuelva la esperanza y le ofrezca unos valores a
la altura de nuestra condición humana. Y en este contexto nos podemos
preguntar, ¿qué testimonio estamos dando “nosotros la Iglesia”? ¿cuál es
nuestra señal?... La mejor señal sería que el mundo viese que allí donde hay
cristianos hay más justicia y menos necesidad, y, por eso, ésa es la misión que
hemos aceptado aquellos que tenemos la osadía de llamarnos cristianos.
Decía Ruiz de Galarreta que el lema del cristiano
podría ser «máximo compromiso, máxima confianza». Máximo compromiso con la
misión; no hay límite en lo que se espera de nosotros, y máxima confianza,
porque quien puede juzgar nuestros fallos es nuestra madre.
Publicado por Feadulta.com
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