Meditaciones | Sandy Yanilda FermÃn
Dios en control de tu vida
Imagina que estás al borde de un
precipicio, tus pies resbalan, no resistes y estás a punto de caer, en ese
momento, sientes una voz dulce y apacible que te susurra, ¡no temas porque yo estoy contigo! (IsaÃas capÃtulo 41, 10).
Reflexionando sobre los precipicios en
nuestras vidas, visualizamos las veces en las que hemos estado al borde en situaciones
difÃciles, en las que entendÃamos que no habÃa salida, entendÃamos que todo habÃa
terminado, sin embargo, en esos momentos profundamente perdidos, entregamos el control a Dios y en El
encontramos fortaleza y valor y, corremos sin cansarnos, equipados con una
mochila llena de su bendición para cruzar nuestros precipicios en la vida.
A nivel humano, en ocasiones no queremos
pasar el control a Dios, porque quizás pensamos que desde nuestras fuerzas podemos
solucionar todo. Cuando no le entregamos
el control a Dios, es diciéndole: No
tengo confianza en ti, tú no puedes solucionar mi problema, porque yo quiero
que se resuelva rápido”.
Sin embargo, cuando le pasamos el
control a Dios, le estamos cediendo nuestra dificultad. Cuando entregamos el
control a Dios, es porque confiamos en
que tiene el poder para hacer posible lo imposible. Dios nos llama a soltar
el control, dejar de lado los miedos y a confiar en que sabe lo que es mejor para nosotros, ya que no podemos tener control
del futuro y mucho menos de lo que sucede a diario. Querer tomar el control del
futuro implica mucho estrés. Es no tener confianza en Dios.
En ocasiones, a mis hijos les gusta
tener el control del televisor en sus manos, yo quiero quitárselos para poner
algo diferente, pero a ellos no les gusta entregarme el control, porque saben que,
si yo tengo el control, no podrán poner su canal favorito. Entonces, yo me
pregunto: ¿Qué tanto confiamos en Dios? Y si hoy el Señor nos pregunta: ¿Qué cosas en nuestra vida queremos soltar?
¿SoltarÃamos lo que tenemos, si Dios nos regalara algo mejor? ¿Estamos dispuestos
a soltar el control de nuestra vida para entregársela?
Soltar el control, es saber que Dios es nuestra ancla y que nos
mantendrá firmes en medio de la tormenta.
Dios en su infinita misericordia
tiene el control total de nuestras vidas y reconocerlo, nos ayudará a liberarnos
de la ansiedad, a tener paciencia y confianza, que cuando esperamos en su tiempo
y parezca interminable, mantengamos la esperanza y en esos momentos, Jesús nos
ofrezca un intercambio: entregar nuestro
control por su gracia. Entregar nuestras preocupaciones por su descanso, como
lo hace el buen pastor, cuidar de nosotros.
Dios en control es permitir que su poder y su sabidurÃa nos guÃen.
Dejar toda la ansiedad en Dios, él se preocupa por nosotros y nos dice a cada
instante, que en nuestras batallas no
estamos solos, que confiemos en su paz, para asà buscar un nivel espiritual
más cerca de su presencia.
La confianza en Dios nos ayuda a
soltar el control, por ende, nuestras ansiedades disminuyen y nos conduce a la
serenidad. Cuando entregamos el control
a Dios, es porque sabemos que el conoce el final de nuestras vidas y cada giro
que nos espera, por eso, aunque no veamos
el camino completo, confiamos en que Dios nos guiará. Nunca él nos llevará
por un camino que no podamos atravesar, ni nos subirá a una barca, donde no pudiéramos
navegar, porque él va delante de
nosotros y mira el obstáculo antes de que aparezca.
Soltar el control a Dios, es permitirle que él sea tu programa
favorito de felicidad a través de la oración. No pasa nada si pierdes el
control, porque es una manera de buscar la paz. La vida es un regalo, por ende,
le pertenece a Dios, nos aferramos a nuestro control para asà evitar el dolor. Por
eso, encontrar el silencio en la oración
es reconocer que Dios está en control.
Soltar el control de nuestra vida y
entregarla a Dios, es la guÃa perfecta
que nos va colocando en el canal perfecto de la fe, de una manera armoniosa.
Donde de repente vemos, que todo cambia y que en la medida que confiamos en
Dios, descubriremos nuestro propósito. Dejarnos
guiar por Dios es reconocer su amor que trasciende lo que no podrÃamos ni
imaginar.
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