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    viernes, 6 de septiembre de 2024

    Dios en control de tu vida


    Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín

     


    Dios en control de tu vida

     

    Imagina que estás al borde de un precipicio, tus pies resbalan, no resistes y estás a punto de caer, en ese momento, sientes una voz dulce y apacible que te susurra, ¡no temas porque yo estoy contigo! (Isaías capítulo 41, 10).

     

    Reflexionando sobre los precipicios en nuestras vidas, visualizamos las veces en las que hemos estado al borde en situaciones difíciles, en las que entendíamos que no había salida, entendíamos que todo había terminado, sin embargo, en esos momentos profundamente perdidos, entregamos el control a Dios y en El encontramos fortaleza y valor y, corremos sin cansarnos, equipados con una mochila llena de su bendición para cruzar nuestros precipicios en la vida.

     

    A nivel humano, en ocasiones no queremos pasar el control a Dios, porque quizás pensamos que desde nuestras fuerzas podemos solucionar todo.  Cuando no le entregamos el control a Dios, es diciéndole:  No tengo confianza en ti, tú no puedes solucionar mi problema, porque yo quiero que se resuelva rápido”.

     

    Sin embargo, cuando le pasamos el control a Dios, le estamos cediendo nuestra dificultad. Cuando entregamos el control a Dios, es porque confiamos en que tiene el poder para hacer posible lo imposible. Dios nos llama a soltar el control, dejar de lado los miedos y a confiar en que sabe lo que es mejor para nosotros, ya que no podemos tener control del futuro y mucho menos de lo que sucede a diario. Querer tomar el control del futuro implica mucho estrés. Es no tener confianza en Dios.

     

    En ocasiones, a mis hijos les gusta tener el control del televisor en sus manos, yo quiero quitárselos para poner algo diferente, pero a ellos no les gusta entregarme el control, porque saben que, si yo tengo el control, no podrán poner su canal favorito. Entonces, yo me pregunto: ¿Qué tanto confiamos en Dios? Y si hoy el Señor nos pregunta: ¿Qué cosas en nuestra vida queremos soltar? ¿Soltaríamos lo que tenemos, si Dios nos regalara algo mejor? ¿Estamos dispuestos a soltar el control de nuestra vida para entregársela?

     

    Soltar el control, es saber que Dios es nuestra ancla y que nos mantendrá firmes en medio de la tormenta.

     

    Dios en su infinita misericordia tiene el control total de nuestras vidas y reconocerlo, nos ayudará a liberarnos de la ansiedad, a tener paciencia y confianza, que cuando esperamos en su tiempo y parezca interminable, mantengamos la esperanza y en esos momentos, Jesús nos ofrezca un intercambio: entregar nuestro control por su gracia. Entregar nuestras preocupaciones por su descanso, como lo hace el buen pastor, cuidar de nosotros.

     

    Dios en control es permitir que su poder y su sabiduría nos guíen. Dejar toda la ansiedad en Dios, él se preocupa por nosotros y nos dice a cada instante, que en nuestras batallas no estamos solos, que confiemos en su paz, para así buscar un nivel espiritual más cerca de su presencia.

     

    La confianza en Dios nos ayuda a soltar el control, por ende, nuestras ansiedades disminuyen y nos conduce a la serenidad.  Cuando entregamos el control a Dios, es porque sabemos que el conoce el final de nuestras vidas y cada giro que nos espera, por eso, aunque no veamos el camino completo, confiamos en que Dios nos guiará. Nunca él nos llevará por un camino que no podamos atravesar, ni nos subirá a una barca, donde no pudiéramos navegar, porque él va delante de nosotros y mira el obstáculo antes de que aparezca.

     

    Soltar el control a Dios, es permitirle que él sea tu programa favorito de felicidad a través de la oración. No pasa nada si pierdes el control, porque es una manera de buscar la paz. La vida es un regalo, por ende, le pertenece a Dios, nos aferramos a nuestro control para así evitar el dolor. Por eso, encontrar el silencio en la oración es reconocer que Dios está en control.

     

    Soltar el control de nuestra vida y entregarla a Dios, es la guía perfecta que nos va colocando en el canal perfecto de la fe, de una manera armoniosa. Donde de repente vemos, que todo cambia y que en la medida que confiamos en Dios, descubriremos nuestro propósito. Dejarnos guiar por Dios es reconocer su amor que trasciende lo que no podríamos ni imaginar.

     





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