
En una entrevista para Amigo del Hogar, el P. BenjamÃn se refirió a la "MÃstica de ojos abiertos" y la "MÃstica de ojos cerrados". "Se suele decir que hay mÃstica de ojos abiertos y mÃstica de ojos cerrados. La 'mÃstica de ojos abiertos' se refiere a la capacidad de descubrir a Dios actuando en el mundo, de ver cómo está presente entre nosotros respetándonos pero proponiéndonos una vida de más calidad y dándonos la pasión para que la creemos con todo nuestro talento, asumiendo los riegos que lleva consigo crear la vida nueva del reino, en medio de los que controlan este mundo defendiendo sus intereses personales. Como dice el gran mÃstico y cientÃfico Teilhard de Chardin, 'no hay realidad profana para el que sabe ver'. De esta manera, los trabajos de cada dÃa, desde los más sencillos, como preparar una comida para la familia, hasta los grandes compromisos por la sociedad, no son una distracción en nuestra relación con Dios, sino todo lo contrario. Pueden ser una forma de encontrarnos con Él en la acción, de unirnos a Él en su trabajo creador, sin saber dónde acaba nuestra mano, dónde empieza la mano de Dios y cómo se unen las dos."
Todos necesitamos ser también “mÃsticos de ojos cerrados”, es decir, de buscar a Dios en nuestro propio corazón. Todo verdadero encuentro humano necesita intimidad. En el fondo del corazón humano sentimos la presencia del EspÃritu que nos ilumina, nos consuela, nos muestra el futuro nuevo que Dios nos propone. Toda verdadera relación humana nos transforma. La relación con Dios nos transforma de manera imposible de medir por nosotros. No puede haber mÃstica de ojos abiertos sin que el encuentro personal con Dios nos sane el corazón de los estorbos que nos impiden ver bien la realidad, para contemplar cómo el reino de Dios crece por todas partes a pesar de las instituciones y personas que defienden las estructuras de pecado y de muerte.
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