
"Tenemos que educar a los que saben leer libros para que aprendan a leer el dolor de los hombres..." Es una frase de un poeta nicaragüense, citada por el Secretario de la CIEC en su discurso inaugural del XXII Congreso Interamericano de Educación Católica, que se celebró en Santo Domingo.
Estos días, desde el 12 de enero, hemos tenido bien a la vista el libro del dolor en Haití. Dios quiera que aprendamos a leerlo.
Estando en el país vecino, e1 Amor de Dios tenía que hacerse presente en el lugar del dolor y la destrucción. No era suficiente leer desde lejos, era urgente coger el libro con las manos... Esta urgencia me llevó hasta Haití el 19 de enero. Sólo 5 días pude vivir y ayudar en lo posible en Puerto Príncipe. Llegamos (un grupo de religiosas de distintas congregaciones), justamente a la semana de la catástrofe. Dolor y destrucción: Ya había pasado lo peor. Ya no había cadáveres en las calles, sí bajo montones de escombros todavía sin remover en muchos lugares. Heridos en todos los hospitales que resistieron el movimiento y en los improvisados y móviles en carpas, que distintas naciones han montado. Bastantes heridos con miembros amputados... heridas infectadas por haber pasado demasiado tiempo sin curar... Pasillos, patios, llenos de heridos por todas partes. En camillas, en colchones, en sábanas o mantas, en el mismo suelo...
Las Conferencias de religiosas de República Dominicana y Haití, en colaboración, tienen organizada la ayuda a heridos de distintos lugares, con grupos de religiosas que se turnan semanalmente. En unas dependencias de la Conferencia Episcopal, donde vive una comunidad de Dominicas de la Presentación después de derrumbarse su casa, está la residencia de estos grupos. Teníamos camas, duchas y comida. Un privilegio en aquellas circunstancias. Casi nos daba vergüenza. Un joven sacerdote jesuita, cubano, P. Jorge, se preocupaba, además de otras muchas cosas, de la animación espiritual. La Hna. Gloria, vicepresidenta de la CHR, junto con el padre, nos asignaban el lugar de trabajo en tres centros de asistencia a heridos. Salíamos hacia las 8 de la mañana y regresábamos al anochecer. El desconocimiento del idioma era la gran dificultad, aunque había siempre alguna hermana que hablaba el Creol por ser haitiana o por trabajar allí anteriormente. El lenguaje de la sonrisa y el gesto amable, la caricia y la cercanía, eran nuestro idioma. Mi tarea principal fue clasificar medicamentos y entregarlos según las necesidades, e intercambiar con los otros centros.
El primer día nos dimos cuenta de que no había comida para los enfermos. "Denle ustedes de comer" oía en mi interior. Pero ¿dónde encontrar los primeros 5 panes? Había que contactar alguna institución que nos proporcionara alimentos. No necesitamos salir a buscar. Recibimos ayuda de Miami y de las Hermanas de Teresa de Calcuta. Ya tenían nuestros heridos dos comidas.
Antes de salir a trabajar, a las 6:30 de la mañana, la Eucaristía celebrada con profundidad nos disponía a seguir celebrando el Misterio Pascual durante el día. A las nueve de la noche, nos reuníamos en el patio haciendo oración de la experiencia vivida y compartiéndola con el grupo. Unos días nos servía de símbolo la luz, otros la cruz, otros la Biblia... Fue una rica experiencia de interculturalidad e intercongregacionalidad.
En el mismo patio dormían a la intemperie unas 30 personas, la mayoría niños. En el patio interior, varios heridos en carpas. La magnitud del desastre sobrepasa todos los cálculos. Lo que el pequeño grupo puede hacer es insignificante, pero es importante que los heridos a los que podemos llegar, experimenten la cercanía y el amor de Dios.
Ya no trabajan las excavadoras y aún quedan muchos bajo los escombros. Muchas naciones han enviado grupos de ayuda que hacen lo que pueden, sin coordinación, ni guía. El mundo debe empeñarse en reconstruir un Haití nuevo en todos los aspectos. ¿Cuánto durará esta reconstrucción? Mire cada uno lo que puede aportar. En poco tiempo, los grupos que han ido a prestar los primeros auxilios, se irán. Pidamos a Dios que no quede en el olvido. Por nuestra parte estaremos al tanto para ver en qué se puede ayudar. La Confederación de Educación Católica se ha comprometido en la restauración de la educación en Haití. Aquí puede ir nuestro apoyo.
Estoy segura de la oración de todos por la reconstrucción humana y material de Haití, así como por la fortaleza de las personas que están allí ayudando y de los haitianos que sufren esta dolorosa pasión.
Esta es sin duda unas de las religiosas más carismática y de gran valor y amor en la fe de Cristo. Sin duda y sin ella saberlo siempre busco sus noticias en Internet, y se que cuando pasan estas cosas como lo terrible de Haití. ESTA ELLA EN PRIMERA FILA. Como siempre estuvo con nosotros cuando llego a Cuba y lleno la catedral de la habana de gente, que jamás habían puesto un pie en ella. Un saludo para mí querida sor Victoria desde España, de Ricardo Martínez (Richard) martinezdiazricardo@hotmail.com
ResponderEliminarLo.que decía ,, a mi ME.AYUDÓ TANTO , TANTO, NOOOOO PODÉIS IMAGINAR
ResponderEliminarDecia ,que Sor Victoria,,, fue fundamental, era sensible, Sor Victoria comprendió mi forma de expresar mis formas y siempre dijo EK SEÑOR PERDONA TUS PECADOS, yo bunca vi de ella nada malo.SOLO.VI QUE. A.UNA GRAN NYJERR,que.se dedico a los pobres, y punto
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