A los pobres siempre los tendremos
En los dÃas pasados de la navidad, me contaban, que en una parroquia en que se hacÃan los preparativos para un compartir del consejo parroquial, alguien le decÃa al nuevo párroco que hacÃa años que en la parroquia algo asà no se hacÃa, ya que el anterior párroco cuando se le hablaba de hacer dicho compartir siempre decÃa, que era mejor dar a los pobres lo que en el compartir se iba a gastar, aquello me hizo recordar a Juan 12, 1-8, conocido como la unción en Betania, cuando al derramar una mujer un perfume valioso unge los pies de Jesús, Judas repara diciendo que eso debió de venderse y dárselo a los pobres, y Jesús le contesta que a los pobres siempre lo tendremos entre nosotros.
Deteniéndonos en el texto que es previo al momento de la glorificación de Jesús, que es como Juan presenta la pasión, prescindiendo de las similitudes que pueda darse entre MarÃa la hermana de Lázaro, la pecadora de Lucas 7,36-38 y el relato de Marcos 1,3-9, donde se unge a Jesús, nos detendremos en la frase de Jesús a Judas, el cual en Juan es presentado con más categorÃa, ya que es el tesorero del grupo, pero con más hostilidad que en los demás evangelios.
Jesús es ungido en los pies con un perfume de nardo, dice el texto, cuyo costo, era de 300 denarios, y un denario equivalÃa a una jornada de trabajo de un dÃa, es decir, estamos hablando de diez meses de sueldo diario de un trabajador de aquellos tiempos, en otras palabras: el perfume era valioso independiente de lo que fuera; Juan expone que la preocupación de Judas no es de solidaridad con los pobres, sino de codicia, y Jesús responde parafraseando un versÃculo de Deuteronomio 15, 11: ´´Nunca faltará el pobre en la tierra´´.
Primero hay en MarÃa un desprecio del dinero, pues pone a Jesús por encima de ello, su amor, contrario a Judas. MarÃa no escatima esfuerzo para de alguna forma demostrar su amor a Jesús y lo hace con algo valioso, no de lo que sobra, sino de lo que posee, algo ya propio de la teologÃa bÃblica que se remonta hasta el Génesis 4,4, con las ofrendas de CaÃn y Abel. Judas ante esta acción contrapone a los pobres, pero por codicia según el evangelio, opone los pobres a Jesús, cuando él ha visto a un Jesús que ha comenzado su proyecto desde los pobres y ha vivido como ellos. Jesús entonces no reprocha a la Mujer, sino que reprocha a Judas, lo ve como algo profético, anuncio de lo que acontecerá en él, en breves dÃas, pues Jesús ha comenzado a vivir su última semana, tal vez esto atizona más la idea de la traición en Judas; y finalmente el versÃculo 8: ´´a los pobres los tienen siempre; a mÃ, en cambio, no siempre me tienen´´.
La frase no deja de ser difÃcil y de prestarse a ciertos conformismos en nuestra lucha contra la pobreza y a justificar ciertos actos de tacañerÃa como el citado al principio de este escrito. Hay teólogos en la esfera protestante, que han justificado su teologÃa, de que el mal nunca lo extirparemos por más que luchemos, pero eso es el mal como raÃz intrÃnseca del pecado del hombre, algo que solo toca a Dios, pero las mediaciones del mal, como la pobreza ya serÃa otra cosa.
El asunto estarÃa en la falta de autenticidad de la intencionalidad de Judas al hablar, pues él no lo hace desde un verdadero deseo al parecer de ayudar a los pobres, sino de justificar su codicia con dicho pretexto, como muchos que se excusan y escudan en que todos son corruptos y ellos pues pasarÃan por tontos sino lo fueran, de esta forma tiene razón Jesús, asà tendrÃamos siempre a los pobres, pero desde una centralidad suya y no la nuestra, otra cosa serÃa el asunto. ADH 842
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