Educando | Pedro María
Orbezua, fsc
“¡QUE LA ESCUELA VAYA BIEN!”
SBDLS
Brindar una educación de calidad
Recordemos: “La
Motivación nos viene de la Misión”. Y la misión es ¡brindar una Educación
de Calidad! Y el primer rasgo de calidad es que la Escuela cumpla con su “función
reguladora”. “A la escuela vamos para aprender aquello que no enseñan en los
demás sitios”, escribe F. Savater.
El segundo rasgo se
refiere a que los niños y los jóvenes aprendan a “vivir bien”. Algo se adelantó en anteriores artículos. Pero
no está de más insistir. Veamos: ¿A qué compararé al ser humano? Pongamos que a
una semilla de mango. La semilla de mango no es el “mango” todavía. Tiene las potencialidades
necesarias para llegar a ser un árbol preciosísimo, rebosante de “mangos-fruto”
exquisitos que las gentes comerán con absoluto gusto y placer. Sin embargo, es
posible que la semilla de mango, por distintas circunstancias que ustedes pueden
imaginar, no llegue ni siquiera a asomarse más allá de la superficie de la tierra
o, ligeramente crecido, un desalmado la arranque y destripe o, ya con tronco de
adolescente, un rayo de mala muerte le parta la cintura o… ¡Qué frustración! ¡No
llegó a ser lo que estaba llamado a ser!
Somos semillas de “humanos”.
Nos hacemos con esfuerzo perseverante, paso a paso y con buena letra, “humanos”.
Existe la posibilidad de llegar a serlo en mayor o menor grado o no. Y quedarnos,
entonces, a medio camino. Me parece escuchar los chismes: ¡Pudo haber sido, pero
no fue! Ufff.
Nos definimos -al contrario
de los animales- como seres inacabados, incompletos, imperfectos, limitados, en
proyecto… Pero con una vocación innegociable,
la primera vocación, la única vocación: ¡HUMANÍZATE! ¡Hazte hombre! ¡Hazte mujer!
¡Hazte persona! Llamados, pues, a ser hombres y mujeres en plenitud, o sea, llamados
a entrar en un proceso de humanización y, por lo tanto, a plantar cara a
lo que nos deshumaniza, más aún, a lo que nos transforma en inhumanos; llamados
a recorrer el “camino hacia una vida lograda”, exitosa, significativa, feliz.
De esto se trata -y
no hay vuelta de hoja-, de “aprender y enseñar a comportarse humanamente”.
Aunque escribía Albert Camus que “el ser humano es la única criatura que se niega
a ser lo que es”.
La Escuela es espacio
de salvación porque los niños, las niñas y los jóvenes crecen como personas, como
criaturas fraguadas a imagen y semejanza de Dios, más aún, como hijos e hijas de
Dios. La Gloria de Dios es que nuestros alumnos crezcan, se realicen, sean felices,
se salven, es decir, alcancen su plenitud humana.
El único camino de
humanización es la entrega y el servicio a los demás. Como se expresó un prepósito
general de la Compañía de Jesús: Los educadores
estamos para “ayudar a todos los jóvenes a no convertirse en hombres
y mujeres para sí mismos y los suyos, sino para los demás, especialmente para los
pobres y excluidos”.
Comparto con ustedes
unos textos del libro “Lo que yo creo”, de Hans Küng. Léanlo, reflexiónenlo
y aplíquenlo:
“El humanitarismo es
el primer principio básico de una ética común de la humanidad”.
l.- Todo ser humano
debe recibir un trato humano.
2.- La regla
de oro de la reciprocidad es el segundo io básico de una ética común de la humanidad: “No los demás lo que no quieras
que te hagan a ti”.
3.- Cuatro imperativos
éticos: No matar, no robar, no mentir, no hacer mal uso de la sexualidad.
Proteger su propiedad, su honor, sus relaciones sexuales. Toda a y toda institución
tienen una cuádruple responsabilidad:
* Responsabilidad por una cultura de la no violencia peto a toda forma de vida:
¡respeta la vida! Conforme a la antiquísima máxima: no matarás, no
robarás, no maltratarás…
* Responsabilidad por una cultura de la solidaridad den económico justo: ¡actúa
de forma justa y limpia! Conforme a la antiquísima máxima: no robarás, no
sobornarás, no corromperás.
* Responsabilidad por una cultura de la tolerancia y veraz: ¡habla y
actúa con veracidad! Conforme a la antiquísima máxima: no mentirás, no embaucarás,
no falsificarás, no manipularás.
* Responsabilidad por una cultura de la igualdad y la colaboración entre el
varón y la mujer: ¡respétense y ámense uno a otro! Conforme a la antiquísima
formulación: no se prostituyan, no hagan mal uso de la sexualidad, no se engañen,
no se humillen, no se degraden uno a otro.
“Bueno” para el hombre
y la mujer es todo aquello que le ayuda a ser verdaderamente humano. Y “malo”, todo
aquello que lesiona, daña o impide el ejercicio de la condición humana.
La ética no hace referencia
a “lo que es”, sino a “lo que debe ser”. ADH 841.
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