Jornada Mundial | Ciudad
del Vaticano
«Involucrar para promover».
Es el tema del vÃdeo - el quinto de la serie en preparación a la 106ª Jornada
mundial del migrante y del refugiado, que se celebrará el 27 de septiembre -
propuesto por el Dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral, en
particular por su Sección que se ocupa directamente del fenómeno de la
movilidad humana.
Es el mismo Papa Francisco
quien explica en el vÃdeo la elección del tema de la cita de este año: «He
querido dedicar la Jornada mundial del migrante y del refugiado — afirma — al
cuidado pastoral de los desplazados internos. He elegido como lema de mi
Mensaje “Como Jesucristo, obligados a huir”, centrando mi reflexión en la
experiencia de Jesús niño, desplazado y refugiado, junto con sus padres».
A la imagen del PontÃfice
le sigue la de un sacerdote de origen asiático que testimonia su experiencia
personal de migrante interno. «Todas las dificultades encontradas, el viaje de
los desplazados internos, — cuenta — es un camino de vocación para mÃ…Cuando me
ordené sacerdote pude comprender mucho mejor que otras personas, a los
desplazados». El Papa, por su parte, subraya cómo «a veces, el entusiasmo del
servicio no nos permite ver la riqueza de los demás. Si queremos realmente
promover a las personas a quienes ofrecemos asistencia, tenemos que
involucrarlas y hacerlas protagonistas de su propio rescate». Personas, por
tanto, artÃfices de la propia emancipación e integración social en el nuevo
ambiente al que los desplazados llegan. No por casualidad, mientras retoma la
palabra el sacerdote, pasan imágenes de cómics - técnica visual eficaz elegida
también para los precedentes vÃdeos - de personas que tristemente empujan una
barca con sus maletas, obligadas a dejar sus casas y su ambiente para encontrar
fortuna en otro lugar.
«Ser un desplazado interno
— indica el sacerdote —significa perder todo y empezar desde cero. Y cuando
digo “todo”, me refiero a nuestras relaciones, nuestros medios de subsistencia,
la escuela, nuestras amistades, todo lo que tenÃamos lo perdimos, asà que
tuvimos que empezar desde cero». Las viñetas esta vez representan niños
obligados a trabajar, rostros tristes y emancipados de personas que caminan
casi por inercia hacia un hipotético futuro, grupos de gente que vive en
condiciones dramática tanto desde el punto de vista higiénico, como
habitacional. «Ser un desplazado interno — retoma el sacerdote —significa que
de niño no tenÃa los mismos derechos o las mismas oportunidades que los niños
normales. Por ejemplo, cuando era pequeño, mientras los otros niños jugaban, yo
tenÃa que trabajar para ganarme la vida. Asà que trabajaba en el club de golf
cargando con las bolsas de los jugadores». Las imágenes ilustran las palabras
del joven sacerdote, que se hace “portavoz” de una masa anónima de hombres y mujeres
obligados a una precariedad cotidiana: «Todas las dificultades encontradas, el
viaje de los desplazados internos, es un camino de vocación para mÃ. Al ser muy
pobres, mi madre no tenÃa los medios para pagarme una educación, por lo que me
envió a vivir a una pensión cerca de una Iglesia católica. Esto fue una buena
señal para mÃ, fue un camino de vocación al sacerdocio. Cuando me ordené
sacerdote pude comprender, mucho mejor que otras personas, a los desplazados».
Al margen de estas
palabras, se presenta un boceto pintado con la escena de un bautismo de un
niño. «Por eso, sé — continua la voz del narrador — que necesitan recibir una
buena palabra, necesitan comprensión, especialmente por parte de los lÃderes de
la Iglesia. Cuando les visitaban, cuando estaban con ellos, se sentÃan muy
felices, se sentÃan protegidos». El vÃdeo se concluye con las imágenes de la
fuga en Egipto de la Sagrada Familia: una invitación a la esperanza y a la
consolación.
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