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    miércoles, 23 de septiembre de 2020

    Oración de San Francisco de Asís, ruego apropiado

    Reflexiones | Telésforo Isaac, Obispo Emérito Iglesia Episcopal/Anglicana


    Oración de San Francisco de Asís, ruego apropiado ahora y siempre

    “La Oración de san Francisco de Asís, también llamada Oración simple u Oración franciscana por la paz, es un poema escrito probablemente a principios del siglo XX pero atribuido hasta fines de ese siglo al fraile italiano Francisco de Asís (1182-1228). Investigaciones posteriores realizadas por el académico francés Christian Renoux permitieron entrever los verdaderos orígenes de la oración, cuya autoría continúa siendo incierta. Con todo, la oración fue objeto de análisis y predicación por personalidades contemporáneas de variada extracción. Esta oración es hoy una de las devociones más populares dentro del cristianismo, reconocida como una síntesis -hasta el presente anónima- del ideario vivido por el «santo de Asís»”. (Wikipedia).

     

    Esta oración atribuida a Francisco de Asís ha conquistado el espíritu de los humanos en tiempo y términos modernos y tiene influencia que fulgura en la mente y corazones de muchos. La invocación se implora en el mundo cristiano y en múltiples idiomas y comunidades religiosas de diferentes tradiciones de fe y devociones.

     

    Señor, haznos instrumentos de tu paz.

    Donde haya odio, sembremos amor;

    donde haya ofensa, perdón;

    donde haya discordia, unión;                 

    donde haya duda, fe;

    donde haya desesperación, esperanza;

    donde haya tiniebla, luz;

    donde haya tristeza, gozo.

    Concede que no busquemos ser consolados, sino consolar;

    ser comprendidos, sino comprender;

    ser amados, sino amar.

    Porque dando, es como recibimos;

    perdonando, es como somos perdonados;

    y muriendo, es como nacemos a la vida eterna. Amén.

     

    El investigador Renoux estuvo conmovido por las atrocidades, violaciones humanas, disturbio de la paz y   quebrantamiento de la unión de las naciones. Motivado por esto, interpretó la impresión del reconocido hombre santo y representó esta impresionante pieza de profundidad espiritual que es reflejo innegable del sentimiento de paz, amor, perdón, esperanza, unión y fe, que abrigaba el bienaventurado Francisco.

     

    Actualmente en todo el globo terráqueo hay múltiples acontecimientos que causan desastres naturales que los humanos tratan de aliviar o neutralizar, a veces con escaso éxito. Los seres humanos estamos en una continua cadena de actividades que causan desequilibrio de los recursos naturales y por otra parte se fomentan intrigas, altercados, odio, persecuciones, violencia familiar, luchas de clases, intrigas religiosas, altercados políticos, contiendas, corrupción en la administración gubernamental, expoliación empresarial y guerras entre pueblos y naciones.

     

    El concepto de la Oración atribuida a Francisco de Asís es un benévolo deseo de revertir las tendencias negativas que empañan la mente, distorsionan la conciencia e inflaman el ego de personas comunes, dirigentes ambicionados, camaradas  sociales para que la fe sea fortalecida, la esperanza ensanchada y la caridad profundizada y explayadas de modo  concreto y  extendido para propiciar la paz, la pasión de concordia, el ánimo de perdonar, la voluntad de  fraternizar, despojar las tinieblas y en fin estar acondicionado hacia  servicios a los demás con sencillez de corazón para prevenir desamor, corrupción moral, torcedura sexual, prejuicio racial, desagradables conflictos, actos violentos familiares y guerras entre pueblos y naciones. 

        

    La Oración atribuida a Francisco de Asís, es una rogativa apropiada para ser invocada por las almas piadosas y personas de buena voluntad; así se hará honor y respuesta a la enseñanza de Jesús el Cristo que ha impactado el mundo: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. (Matero 5:7 BCV).

     

    Al mandato de Jesús, se añade la recomendación del Apóstol Pablo, quien dijo: “Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los insultos, y toda clase de maldad. Sean buenos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. (Efesios 4: 31-32 - BDHH). ADH 843

     

    1 comentario:

    1. Me encanto este articulo,suelo escuchar esta oravion en audio....gracias

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