Espiritualidad del Corazón | Mons. Valentín Reynoso
(Plinio)
Jesús revela el proyecto del Padre
En la Biblia se
encuentra plasmada la experiencia de vida –con Dios, con los hombres, con la
naturaleza y consigo mismos– de los creyentes que nos han precedido en la fe.
Los cristianos somos iluminados por la Palabra, y en ella, Jesús es el centro y
la culminación de la revelación del Padre. Celebrando el mes de la Biblia,
recordemos con san Jerónimo que “Desconocer las escrituras es desconocer a
Cristo”.
Mons. Plinio reflexiona sobre los apóstoles, desde la espiritualidad del Corazón de Jesús y cómo fueron llamados a compartir y a continuar la misión de Jesús.
Los Apóstoles fueron llamados a compartir y a continuar la misión de Jesús.
La misión que Jesús confía a sus discípulos se verifica mediante un doble envío: primero los envía personalmente a llevar la Buena Nueva y después les da el Espíritu Santo para que guíe y acompañe la misión de los discípulos.
El envío:
Antes de subir al cielo, Jesús envía a sus discípulos a continuar su
misión, diciéndoles:
"Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Noticia a toda criatura": "Quien crea y se bautice se salvará; quien no crea se condenará" (Me 16.15-16). "Me ha sido dada plena autoridad en el cielo y en tierra: "Vayan y hagan discípulos míos a todos los pueblos y bautícenlos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado. Sepan que yo estaré con ustedes hasta el final del mundo." (Mt. 28,18-20).
- La fuerza del Espíritu:
Y después de subir al cielo, envió desde el Padre al Espíritu Santo que fortalece a los apóstoles en su tarea de continuar la misión de Jesús y con la venida del Espíritu Santo nace la Iglesia que, guiada por el Espíritu y bajo la autoridad de los Apóstoles, continúa la misma misión de Jesús, que consiste en salvar a todos los hombres. La Iglesia busca "Testimoniar la unidad dentro de la diversidad de ministerios y carismas y vive su compromiso misionero consciente de que sólo una Iglesia evangelizada es capaz de evangelizar". (Cf. CELAM, Santo Domingo, Mensaje 24)1.
El poder de sanar, de curar, perdonar y de salvar no lo había recibido de nadie más que de su Padre del cielo. Al curar a los enfermos, Jesús permitía que los verdaderos creyentes entraran y penetraran hasta el centro de su persona, hasta su corazón. Curar era una señal de Dios, era un signo de la compasión de Dios, sensible ante el sufrimiento humano.
Muchos se preguntaban: ¿De dónde venía esa sabiduría, esa fuerza, ese poder en Jesús?, pues no tenía estudios, no tenía ningún diploma, no tenía dinero para regalar, era de una familia humilde de Nazaret, y nunca buscó el dinero ni privilegios.
Jesús conoció la pobreza y la asumió como una actitud de su vida: No tenía casa ni tierra, ni herramientas, ni empleados. Sólo tenía la ropa que llevaba encima, las sandalias que protegían sus pies y la comida de cada día que la gente le daba.
Guía para la reflexión personal o en grupo:
·
¿Cuál es la misión de Jesús?
·
¿Cómo se preparó Jesús para la misión?
·
¿Estamos nosotros hoy día, recorriendo el camino de Jesús?
·
¿Cuál es nuestra misión?
·
¿Nuestra palabra logra cambiar el corazón de la gente?
· ¿En qué consiste nuestro servicio misionero?
1Documento de Santo Domingo, Mensaje 24:
“En Emaús se
abrió además un hogar para Alguien que andaba peregrino. Cristo reveló su
intimidad a los compañeros de camino y en su actitud de compartir reconocieron
al que durante su vida no hizo más que darse a los hermanos y quien selló con
su muerte en la cruz la entrega de toda su vida”. ADH 848
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