No es lo mismo
ni es igual | Pablo Mella, sj/Instituto Superior Bonó
Las Remesas 2020: obra vez el pueblo salva al pueblo
El 17 de
septiembre anunciaba el nuevo gobierno dominicano del PRM que se habÃa logrado
una operación sin igual en la historia dominicana: las nuevas autoridades
habÃan conseguido colocar en el mercado internacional de valores la suma de
3,200 millones de dólares en bonos soberanos. La oficina de prensa del
Ministerio de Hacienda comunicó el hecho como una hazaña, estrenando los bombos
y platillos de las estrategias comunicativas de quienes dan sus primeros pasos
en el manejo del Estado dominicano.
No deja de ser curioso que
hace unos meses el partido hoy en el poder no se cansaba de denunciar que la
polÃtica de endeudamiento del anterior gobierno era insostenible. En su página
web (https://lavozdelprm.org/prm-critica-endeudamiento/) se puede aún leer una
nota fechada el 16 de julio de 2018: «La insostenibilidad de la deuda soberana
conducirá al paÃs a una dolorosa reestructuración, que para abordar el problema
demandará fuertes medidas restrictivas, siendo los pobres y los de clase media
los más perjudicados. El sacrificio será para beneficiar a los acreedores
extranjeros». Un lego en economÃa como quien escribe estas lÃneas se pregunta
qué habrá cambiado desde entonces que lo que era denunciado como una
irresponsabilidad histórica se haya convertido de repente en una hazaña de
todos los tiempos, como los jonrones de Albert Pujols sobrepasando a Willie
Mays. Desde la oposición, el PRM explicaba que, en lugar de más endeudamientos
para financiar gastos corrientes, habÃa que rebajar considerablemente la
relación entre deuda y el PIB, y que era necesario usar los fondos públicos
para resolver los problemas sociales. Como consecuencia de estos análisis
comunicaba sin ambages lo siguiente: «El PRM reiteró que se opondrá a todo
intento de nuevos endeudamientos públicos». En buena lógica, la expresión «todo
intento» no admite excepciones.
Uso de los recursos
Concedamos sin embargo que
el COVID era impensable entonces. Preguntémonos ahora para qué se va a usar
este dinero. Los voceros del Ministerio de Hacienda nos informan que estos
recursos serán utilizados a cubrir las deudas asumidas por el gobierno para
2020. Entre estos compromisos destacan los programas especiales de ayuda social
implementados como respuesta a la pandemia de la Covid-19: Quédate en Casa, FASE y Pa’ Ti. Igualmente, se nos
ha informado que servirán para cubrir los gastos extraordinarios en salud
productos de la pandemia. Es decir, este gran logro histórico es para tapar los
huecos deficitarios, no para invertir en nada nuevo ni en inversiones de
capital.
Lo criticable de este gasto
no es el modo en que se ha pensado, sino que se haga una propaganda
irresponsable de que es una gran cosa, una especie de milagro histórico fruto
del nuevo gobierno. En realidad, hasta podrÃa contra argumentarse que si el
paÃs tiene esa buena reputación internacional en economÃa no es por el cambio
de gobierno sino por el record acumulado de los últimos años. ¿Será que una vez
más los discursos del poder nos venden gato por liebre? Lo preocupante es que
esta noticia tapa lo más grave de la nueva dinámica económica. El dinamismo de
lo nuevo en la economÃa dominicana se está poniendo en otra canasta de huevos:
las llamadas alianzas público-privadas de las que nos ocuparemos en nuestro
artÃculo del mes entrante.
Quisiéramos en esta ocasión
devolverle el protagonismo a un héroe anónimo que ha respondido de manera más
efectiva y mucho más cuantiosa a la crisis. Ese protagonista es el pueblo
dominicano, nuestra gente sencilla, concretamente en las personas de quienes
han migrado en busca de mejor suerte: nuestra diáspora dominicana. Como
veremos, las remesas de nuestra gente sencilla han sido claves para enfrentar
la pandemia y mantener a flote la vida de los dominicanos.
Comportamiento de las
remesas en 2020 como un signo
Comencemos por
la definición. Para el diccionario de la lengua, una remesa es, sencillamente,
el envÃo que se hace de una cosa de una parte a otra parte. Pero el uso social
ha convertido y precisado el término. Normalmente hoy entendemos por remesas
a las sumas de dinero que los emigrantes envÃan a sus paÃses natales,
regularmente a sus familiares, con el objetivo de ayudar en sus necesidades
básicas y mejorar su calidad de vida.
A diferencia de
los gastos burocráticos del Estado, que una buena parte se va en la misma
burocracia, las remesas llegan directamente a las personas y cubren las
necesidades fundamentales. Como se puede apreciar en la tabla 1, con relación a
2019, las remesas de dominicanos de nuestra diáspora crecieron en un 7.3% de
enero a agosto. En términos absolutos, crecieron 364 millones de dólares.
Si se compara
esta suma con la cacareada por los nuevos responsables del Ministerio de
Hacienda, podemos calcular que el aporte de la gente sencilla emigrante a la
gente sencilla no emigrante duplicará al final del año la suma negociada. Y
como puede inferirse del comportamiento de las transferencias, esas ayudas
serán dirigidas a paliar las consecuencias de la pandemia de Covid-19.
Los meses en
que todo se trancó el volumen de las remesas decreción (marzo y abril). Pero
una vez los caminos se aclararon, el compromiso resiliente de nuestra gente
sencilla, lo que verdaderamente “salva al pueblo”, hizo que repuntara de manera
sorprendente y significativa. El tope se alcanzó el mes de julio. Lo más seguro
fue que se transfirió el dinero que se pensaba usar en las visitas de verano y
que no se pudo usar por las restricciones en los viajes internacionales.
El pueblo salva
al pueblo
Ciertamente,
esta comparación necesitarÃa de muchas precisiones. Igualmente, debe
reconocerse que una cosa no quita la otra y que ambos fenómenos financieros
apuntan a dinámicas de la economÃa diferentes. Pero vale la pena hacer justicia
y cacarear también los grandes aportes que hace la gente del pueblo para
mejorar la calidad de vida de los más sencillos de nuestra sociedad. Esta labor
no es normalmente reconocida por los discursos económicas oficiales. En un
arranque de romanticismo revolucionario, me encantarÃa decir a boca llena que
otra vez “el pueblo salva al pueblo”. Ojalá que tengamos economistas nuevos que
ayuden a pensar la economÃa de manera más inclusiva y orientada directamente a
empoderar y reconocer todo lo que hace nuestra gente más sencilla. ADH 849
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