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| (LIMA-PERÚ/AICA)
El arzobispo de Lima llamó a la
pacificación y rezó por los manifestantes muertos
En
medio de la crisis que afecta al Perú, el prelado presidió una misa en memoria
de los dos estudiantes fallecidos durante la manifestación.
El
arzobispo de Lima, monseñor Carlos Castillo, presidió este domingo una misa por
los dos jóvenes asesinados durante la manifestación del sábado 14 de noviembre,
al mismo tiempo, oró por todos los jóvenes, estudiantes, rescatistas,
voluntarios, periodistas y personas que permanecen en los hospitales producto
de la violencia que sufrieron en las marchas.
La
misa contó con la presencia de un grupo representativo de jóvenes de las
parroquias de la arquidiócesis que participaron de las protestas de forma
pacífica: “queremos agradecer a los jóvenes por la fuerza de su conciencia, la
valentía de su espíritu, la seriedad de su paz, la capacidad de decir las cosas
con alegría y esperanza”, expresó monseñor Castillo.
“Los
jóvenes serán los herederos de esta Nación y del mundo próximo, dijo el prelado
según informó la arquidiócesis de Lima, y se necesita que les dejemos una
herencia de virtud, de amor verdadero, de seriedad, pero, sobre todo, que
podamos erradicar la corrupción y la locura.
En
el día de la IV Jornada Mundial de los Pobres, el arzobispo recordó a todos los
jóvenes que hicieron escuchar su voz en las calles: “la mayor parte de nuestros
jóvenes que acudieron a marchar son hijos de familias pobres y sencillas que
quieren que las cosas se enfrenten en la raíz del problema, no en la
superficie”, acotó.
En
ese sentido, dijo el arzobispo, la parábola de los talentos que narra el
Evangelio de Mateo, representa una oportunidad para “comprender el sentido que
tiene nuestra responsabilidad de ser creyentes y misioneros, nuestra
responsabilidad humana que obedece a los dones que cada uno ha recibido,
especialmente el don más preciado: nuestra capacidad de amar”, indicó Carlos
Castillo.
Los
dones que recibimos del Señor son abundantes, y estamos llamados a emplearlos
bien, a compartir lo que tenemos. Esto no ocurre cuando “acumulamos las cosas,
de tal manera que nos hinchamos como una pelota y estamos más pendientes de
engrosar los bienes en vez de compartirlos”.
Lo
que se ha dado para compartir y crecer en amistad, no puede ser guardado
egoístamente. Y este es uno de los problemas que sufrimos como país, porque hay
un grupo de personas que se engrosan el dinero de toda la Nación y que han
aprendido, sistemáticamente, a corromper la vida de nuestro pueblo, a corromper
las posibilidades de desarrollo, especialmente el desarrollo de los pobres.
“Cuando
la corrupción se hace presente en el corazón de la vida de una persona y de una
sociedad, necesitamos rectificar esos errores y todo lo que se deriva de allí.
Por esa razón, las decisiones no pueden tomarse sobre la base de la ambición”,
manifestó el Arzobispo.
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