Biblia | P. William Arias
La Biblia en Latinoamérica
La Biblia nos
llega a nosotros de la mano de la colonización de nuestro continente, se dice
que Colón llevaba consigo una Biblia, la cual leía todas las mañanas a sus
compañeros de navegación, muchos ven en esto algo de leyenda, por las
condiciones de la época y por el interés del conquistador y el tipo de gente
que le acompañaba. Será ya en las manos de los misionarios franciscanos, dominicos,
jesuitas y de otras congregaciones religiosas cuando en sí llegue a nuestras
tierras, valorizándose la predicación sobre la misma, más que en el texto
directamente dicho, en ambientes católicos, los cuales tendrán su gran empuje
con el Concilio Vaticano II.
El protestantismo en América Latina priorizará la divulgación de
la Biblia, el protestantismo de la inmigración trajo la Biblia junto con la
propia tradición eclesiástica reformada. Con cada movimiento misionero, las iglesias
adquirieron formas latinoamericanas, que recientemente se manifestaron en las
diversas iglesias y movimientos. El protestantismo norteamericano tuvo gran
influencia en el movimiento de expansión misionero realizado en el sur del
continente. Motivados por la idea de América Latina como tierra de misión,
sociedades misioneras protestante hicieron esfuerzos para evangelizar esas
naciones en los siglos XIX y XX con una tendencia generalmente pentecostal.
Merece un destaque particular la divulgación del texto bíblico con nuevas ediciones, traducciones y comentarios. Hay una apertura hacia los nuevos estudios y descubrimientos dentro de la teología bíblica actual
Según Pablo
Richard, históricamente, América Latina realizó grandes pasos hacia una
hermenéutica propia de la Biblia, sobretodo en relación a las tradiciones de
las Iglesias. Es notorio en los
documentos de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida, con la emblemática
“opción evangélica preferencial de los pobres”. También se caracteriza por el
método de ver, juzgar y actuar en el espacio creado por las Comunidades
Eclesiásticas de Base (CEBs), pero, sobre todo, por el protagonismo de los
nuevos sujetos de lectura, a partir de las diversas realidades de las
poblaciones pobres.
Hoy día tal
parece en su conjunto, que el reciente movimiento bíblico latinoamericano se
caracteriza por la propuesta de una lectura ecuménica de la Biblia, en un
intento de juntar fuerzas hacia una nueva hermenéutica. Aunque en cuanto a los
protestantes en el último siglo, se popularizó el estereotipo del creyente que
carga la Biblia debajo del brazo y argumenta con cadenas de versículos citados
de memoria. Esas personas, denominadas creyentes son en general reconocidos
como pentecostales y, más recientemente, como neo pentecostales. Sin embargo,
la lectura que hacen de la Biblia va más allá del estereotipo popularizado,
usualmente es muy fundamentalista, al margen de los avances hermenéuticos sobre
los textos.
Sin embargo en
la Iglesia nuestra hay un reconocimiento de la centralidad de la Palabra de
Dios en la vida y la misión de la Iglesia y se hace sentir en las últimas conferencias
del Episcopado Latinoamericano. Esto se ha propagado por las diócesis,
parroquias y comunidades, a partir de publicaciones, congresos, comisiones,
campañas, escuelas, grupos de reflexión, círculos bíblicos y tantas otras
iniciativas. Merece un destaque particular la divulgación del texto bíblico con
nuevas ediciones, traducciones y comentarios. Hay una apertura hacia los nuevos
estudios y descubrimientos dentro de la teología bíblica actual, y sigue
presente la inquietud de integrar Palabra de Dios y vida, de que Dios sigue
hablándonos más allá de la Escritura, y otra convicción es la relación entre
Escritura, Tradición y Magisterio. Sobre todo el Magisterio vivo de la Iglesia,
al servicio de la Palabra, como escucha, guarda y exponente de esa misma
palabra. ADH 849.
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