Coronavirus | Redacción
La muerte en pandemia: el duelo sin abrazos
La realidad de una pandemia que nunca habrÃamos
imaginado nos tocara a nosotros y el modo como trastorna nuestros estilos de
vida, confinados ahora a la distancia fÃsica y, en muchos casos separados de
las personas más cercanas con las que organizábamos nuestras vidas, ha
significado mucho para nosotros. Nos hemos tenido que enfrentar a la ausencia
en el lecho de muerte, la soledad del duelo sin abrazos, las restricciones para
quienes son contagiados o despedidos precariamente de este mundo, tantas
restricciones limitantes en momentos que necesitamos más cercanÃa, más apoyo,
más humanidad.
En el lecho de muerte
Según se nos enferma una persona cercana y se
prolonga su malestar sin que recupere la salud, nos hacemos presentes superando
tiempo y distancia. Y cuando la muerte se percibe inminente, nos consuela al
menos haber dado un último adiós. A partir de marzo, la pandemia nos fue
privando de esos gestos tan necesarios para afrontar la difÃcil pérdida de un
ser querido. La despedida se hizo imposible y más aún, no habÃa posibilidad de participar
en todo lo que se pudiera hacer para salvar la vida de esa persona.
Imposibilidad de cercanÃa, de estar alrededor de ese ser apreciado, querido. La
distancia se impuso y fue aumentando mientras crecÃan las cifras de afectados y
muertos. Un mundo que ha hecho tantos esfuerzos por distanciarnos de la muerte,
por maquillar el difÃcil momento de su llegada se enfrenta a esa realidad en
nuevas condiciones.
La ausencia y sin velorio
Sin poderlos rodear de afectos y cuidados, llega la información de su muerte y se acentúa ese malestar de la ausencia fÃsica. Se impone el protocolo que define cuándo, cómo y quiénes podrán participar en las celebraciones con las que despedimos nuestros difuntos. En muchos paÃses incluso pasaron dÃas, antes de conocer dónde y cómo la persona fallecida fue enterrada dignamente. A esto se añadÃa la inseguridad de que ni siquiera tuviera un reconocimiento de entierro y lugar. La separación total era la sensación que dejaba el protocolo a seguir, en nombre del cuidado de los no contagiados. La fe cristiana reconoce en el cadáver de un ser querido una dignidad que debe ser respetada hasta su condición de cenizas. Hay un lugar propio para nuestros restos mortales, que según la fe resucitarán.
Un mundo que ha hecho tantos esfuerzos por distanciarnos de la muerte, por maquillar el difÃcil momento de su llegada se enfrenta a esa realidad en nuevas condiciones
Las restricciones en el cementerio
El cementerio no es el lugar definitivo de la vida
creyente. Para quien tiene fe en la resurrección, el cementerio no es la necrópolis,
como ciudad de los muertos. Los cristianos de los primeros siglos asumieron la
diferencia: el cementerio es lugar de dormición, naceremos de nuevo, a la vida Eterna
que marcó la vida resucitada de Jesús de Nazaret, el Cristo. En noviembre, dÃa
de Difuntos y fiesta de Todos los Santos. El cementerio no estaba visitado como
en otros años, sobriedad, restricciones…
El duelo sin abrazos
En esta situación hay que recomponer tantos
afectos, sentimientos, memoria cordial fruto de la convivencia y la experiencia
del encuentro con los seres queridos. Ahà nos consolamos y nos apoyamos
mutuamente. El deseo de que descanse en paz aflora y pedimos, con la confianza que
provoca nuestra fe, no solo la comunión de los santos para los difuntos, sino
también el consuelo y la fortaleza para las familias involucradas. Esta vez más
doloroso todo ese proceso, porque la pandemia es implacable, inhumana. No nos
permite el abrazo, el cÃrculo de afectos y sentimientos que nos vincula al ser
querido, el apoyarnos y escucharnos mutuamente a los que compartimos el dolor
del momento. Todo esto deja un malestar emocional que para muchos tomará tiempo
asumir, asimilar.
¿Y qué hacer en esta situación?
Es importante crear maneras de compartir este
momento tan importante y difÃcil en la vida de cada persona, para muchos se
convierte en la primera vez que pasan por este trance y están menos preparados
para dar respuesta a la situación. Sin embargo, se han ido sugiriendo maneras
de vivir el duelo dentro de la distancia fÃsica que se impone en esta
situación. Muchos gestos de cercanÃa se van adelantando y la necesidad de estar
comunicados en esta etapa, abre nuevas experiencia ante la pérdida de un ser
querido en estas circunstancias.
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