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    domingo, 15 de noviembre de 2020

    La Plegaria eucarística: a) Acción de gracias

    Espiritualidad Litúrgica | Roberto Núñez, msc



    Elementos que componen la Plegaria eucarística:  a) Acción de gracias

    «Acción de gracias (que se expresa sobre todo en el prefacio): en la que el sacerdote, en nombre de todo el pueblo santo, glorifica a Dios Padre y le da las gracias por toda la obra de salvación…» (OGMR 79).

    Llegamos al mes de mayo sumergidos en el silencio que nos ha impuesto la pandemia. En medio de esta cuarentena, no olvidemos que celebramos la cincuentena de la Pascua. Continuemos nuestra reflexión en torno a la Plegaria eucarística. A partir de ahora iremos viendo la estructura de la Plegaria y cada una de las partes que la componen.

    El elemento que abre la Plegaria es la Acción de gracias, la cual se inicia con el diálogo introductorio. Quien preside la Eucaristía saluda a la asamblea reunida con el buen deseo de que “el Señor esté con ustedes”. La asamblea, a su vez, le desea: “y con tu espíritu”. Es la invitación a participar de manera activa. Luego continúa: “levantemos el corazón, demos gracias al Señor, nuestro Dios”. Participar y dar gracias son dos actitudes claves para toda la plegaria.

    «El diálogo es una invitación a poner la mente en la órbita de la acción de Dios: “Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor”. No es, pues, una indicación para que los fieles se levanten en aquel momento: deben estar en pie desde la respuesta al “Orad hermanos”. Tampoco es un simple deseo de estar psicológicamente animados.

    Entonces el celebrante recita el prefacio en el que podemos señalar una introducción que subraya el deber de dar gracias, una parte central que expone el motivo de acción de gracias según el tiempo litúrgico o el santoral, y una conclusión en la que se expresa la unión con la Iglesia celestial: los ángeles y los santos. Esta última parte enlaza con el canto del Sanctus que no es una interrupción sino una aclamación de toda la asamblea en el interior de la anáfora». [1]

    Prefacio viene del latín “prae-fatio” (de “fari”, decir; en griego “pro-logo”); lo que se dice antes, lo que se pronuncia primero, preámbulo. O también lo “dicho delante de otros”, lo proclamado ante una audiencia.

    Como la Eucaristía es acción de gracias, es  la acción de gracias de Jesucristo al Padre en el Espíritu Santo, la Plegaria desarrolla de manera especial esta dimensión. El rito romano tiene como característica concentrar la acción de gracias en el prefacio. Y, al ser variable, contribuye a enriquecer el contenido de la Plegaria eucarística y a darle variedad.

    José Abad hace un análisis bastante elocuente sobre la estructura interna del prefacio. A mí, particularmente me resulta muy esclarecedor. Dice:

    «La estructura del prefacio es la siguiente: protocolo, cuerpo y escatólogo. El protocolo es casi siempre idéntico en su tenor literal y se expresa con éstas o parecidas palabras: “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno”. Retoma y enfatiza, pues, las últimas palabras  del diálogo introductorio.

    El cuerpo es la parte más importante. En él se exponen los motivos por los que damos gracias a Dios en cada una de las celebraciones. Todos los días, en efecto, damos gracias a  Dios en la celebración eucarística, pero no siempre lo hacemos por idénticos motivos; de hecho, o bien lo hacemos por toda la obra de la salvación o por algunos de sus aspectos importantes, según las variantes del día, fiesta o tiempo litúrgico.

    El escatólogo o protocolo final proclama la comunión que existe entre la Iglesia peregrina y la Iglesia celeste en el momento de la celebración eucarística: son parte de una misma Iglesia, presidida por una única Cabeza, Cristo; y como la Patria definitiva de esa Iglesia no es la Tierra, sino el Cielo y la liturgia de la tierra dará paso a la liturgia del Cielo, donde celebrará eternamente la liturgia celestial, el escatólogo es también una invitación a la Iglesia peregrina para que se una a la alabanza de la Iglesia celeste».[2] ADH 847



    [1] Aróztegui, Xavier; Desarrollo de la plegaria eucarística, en L y E. Noviembre 2018, CPL Barcelona p. 618.

    [2] abad, j. a. Plegaria eucarística, en Diccionario del Agente de Pastoral Litúrgica. Monte Carmelo, Burgos 2003. p. 501.

     

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