In Memoriam | Roberto
Jaramillo, SJ.
“Gran señor, gran jesuita, gran maestro”
Las
palabras que surgieron al enterarme de que Jorge había partido a la casa del
Padre fueron: “gran señor, gran jesuita, gran maestro”. Y con ellas
una inmensa gratitud por el regalo que nos hizo Dios dándonos a Jorge por
compañero y amigo.
Nació en
La Habana en 1941 y estudió en el Colegio Belén hasta el año del triunfo de la
revolución (1959) cuando entró al noviciado. Hizo su segundo año de noviciado y
el juniorado en Los Teques, Venezuela (1960-63); estudió filosofía en Alcalá de
Henares e hizo el magisterio entre Miami y Santo Domingo. Luego estudió
teología en Toronto, y fue ordenado sacerdote en 1970 en Puerto Rico. Obtuvo la
maestría en Antropología en la Universidad de Illinois y un Diploma en Pastoral
para el Desarrollo en el Instituto Lumen Vitae, de Bruselas.
Fue un hombre al que le cabían en el cabeza y en el corazón -y al mismo tiempo- las preocupaciones de las personas concretas y las necesidades de la compañía, de la Iglesia y del mundo en que vivió
De 1973 a 2003 vivió en una comunidad inserta trabajando en las parroquias de los barrios Guachupita y Guandules, en Santo Domingo. Fue profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, del Seminario Santo Tomás de Aquino y del Instituto Filosófico Pedro Francisco Bonó. Dirigió la ONG Ciudad Alternativa (1988-1992) y el Centro de Estudios Sociales P. Juan Montalvo, S.J. (1993-2003). Fue director de la revista Estudios Sociales y luego coordinador del Sector Social en la Asistencia de América Latina Septentrional.
Nombrado
Director de Fe y Alegría de Rep. Dominicana en 2003, fue luego Coordinador
Internacional de la Federación Internacional hasta 2010 en que asumió su
servicio como Superior Regional en Cuba y, en 2012 fue nombrado presidente de
la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América latina y El Caribe (CPAL),
cargo que desempeñó hasta 2017 cuando regresó a Cuba para seguir entregando su
vida -hasta el día de hoy- al servicio de los pobres como director de los
Centro Loyola de la Isla.
Jorge fue
un verdadero devoto de los pobres y de la educación. Enamorado de Jesús, su
amigo y maestro, lo encontró siempre en una relación cercana y cariñosa con la
gente ‘de los barrios’ en quienes encontraba el rostro del crucificado /
resucitado:
“…la
exclusión y la pobreza no son unos porcentajes; son rostros concretos, unas
historias, unos nombres, personas. Hemos de aprender que los análisis que
hacemos (que a veces son demasiado pesimistas) no corresponden con la realidad
de compromiso, de generosidad, de ternura que existe en medio de los pobres;
una realidad que no se expresa en las estructuras formales, pero que está
presente y que la estamos desperdiciando porque no la miramos cuando nos
fijamos sólo en las estructuras. ¡Redescubrir eso a uno le levanta la
esperanza! Le hace ver esa realidad no sólo en su miseria, sino en su
potencialidad” (entrevista julio/2016 Teleantillas).
Al mismo
tiempo un gran rigor analítico unido a su preparación y capacidad intelectual
le llevaron a hacer contribuciones mayores en el mundo de la educación popular,
especialmente en los tiempos de su servicio en Fe y Alegría, y luego como
Presidente de la CPAL. Sabía colocar por escrito de manera breve pero con
especial lucidez sus intuiciones. Jorge era, más que un teórico, un educador
per se. Su manera de proceder era educativa, el contacto con él
nos educaba. Hacía crecer a las personas, confiaba en ellas; creía en el
liderazgo compartido, se rehusaba a asumir papeles individuales protagónicos;
no tenía prisa para esperar que cada uno pudiese entender y, finalmente, dar lo
mejor de sí; era exigente y disciplinado pero magnánimo y comprensivo. Sabía
escuchar con atención y paciencia los propósitos de los demás y rescatar lo
mejor de ellos para construir juntos a partir de allí. Igual respeto y atención
tenía cuando conversaba con una persona simple y sin preparación que cuando se
sentaba con macro actores a discutir políticas públicas y grandes proyectos.
Fue un hombre al que le cabían en el cabeza y en el corazón -y al mismo tiempo-
las preocupaciones de las personas concretas y las necesidades de la compañía,
de la Iglesia y del mundo en que vivió.
Sea esta
una manera simple de agradecer a Dios -de parte de todos los miembros de la
Compañía de Jesús en la CPAL- la presencia y servicio de Jorge Cela en el día
de su Pascua definitiva. Que interceda por la Compañía y por los pobres desde
el cielo.
Publicado en CPAL:
https://jesuitas.lat/noticias/14-nivel-1/5731-gran-senor-gran-jesuita-gran-maestro
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