Adviento | Sandy Yanilda Fermín
Oración a María de mi niñez
Cuando era pequeña, como dice la canción, visitaba mucho a mi abuela a
un campito del Mamey de Puerto Plata. Cierro los ojos y me teletransporto a
esos momentos hermosos que viví en cada verano y navidad junto ella. A las de
la mañana, había un toque de queda para hacer el Santo Rosario. Una lámpara
encendida, una luz suave y tenue, y ese olor fresco, como lo es nuestra Madre María.
Tirábamos almohadas al suelo, mis primos y yo, y no bien nuestra abuela había
concluido, nos quedábamos dormidos. Era como que su voz nos hipnotizaba
combinada con el Ave María cantado. La gracia que recibió mi familia en esos
momentos hermosos, estoy segura de que nos ha tocado grandemente. Donde quiera
que estemos, ese manto santo de María nos cubrirá siempre.
Recuerdo también, que cuando era adolescente, en la comunidad donde
crecí, salíamos por las calles a llevar el Santo Rosario en el mes de octubre.
Recogíamos los niños de la catequesis a las 5 de la mañana y ellos felices de
cantar y admirar a nuestra madre María, con un hágase su voluntad en
nuestras vidas.
María nos acompaña
Desde ese momento al igual que yo, muchos admirábamos a nuestra madre,
ya que es la protagonista del tiempo de Adviento. Ella con su sangre dio vida
al mundo (LC 1, 42) y nunca presumió por ser la Madre del Salvador. Es como que
el plan de Dios estaba trazado para que nuestra madre, así como intervino en el plan
divino, lleve a través de su hijo nuestras súplicas, que desde siempre lo ha
hecho, cuando le dijo en un susurro: ¡No tienen vino…! (Juan 2, 3). Así
le pedimos a nuestra madre María que nos acompañe en las súplicas de tantos
padres a quienes falta la alegría para poder compartir con sus hijos o con
seres queridos que tienen tanto tiempo sin ver o perdonar. Que la gracia de
nuestra madre llegue a cada embarazada con deseos de abortar o muchas madres
que no encuentran el camino para solucionar inconvenientes económicos.
La alegría de María, así como visitó a su prima Isabel, nos visite en este tiempo de
adviento y próximo a navidad, que su gracia divina la recibamos con espléndida
alegría al nacer su hijo en nuestros corazones. ¡Que nuestro corazón sea el
pesebre santo!
El Manto de maría
El Manto de María, es el símbolo de la gracia que nos cubre. Por eso, el 15 de septiembre de 2016, el Papa
Francisco, en la Misa que presidió en la capilla de la Casa Santa Marta, nos
dice: “Bajo tu manto, bajo tu amparo, oh, Madre, estamos seguros’. Señaló también, que la Virgen María nos cuida
porque es madre de todos los cristianos y bajo su manto “no puede entrar el
demonio”.
El entendimiento del espíritu Santo
Madre santa, danos la paciencia que te dio el Espíritu Santo, para
entender el proyecto de Dios en tu vida. Cuántas veces sentiste que no podías
y el Espíritu Santo te dio las fuerzas para continuar. Cúbrenos con tu manto, así
como cubriste al niño ante las amenazas de Herodes. Cubre a cada niño enfermo
de Covid19. Cubre cada joven con deseos de triunfar. Rompe las cadenas que hay
en la humanidad y que la vacuna llegue a todos sin igual. Acompáñanos para que
cada oración llegue al cielo a través de ti, ya que tú eres la relación
perfecta e ideal con tu Hijo y nuestro Padre Celestial. Mira a cada madre que,
en esta navidad, no podrá estar con sus hijos porque están fuera del país, o
quizás están las cárceles.
De igual forma, el Papa Francisco nos dice: ¡Qué el Espíritu
Santo, este amigo, este compañero de camino, este Paráclito abogado que el
Señor nos ha enviado, nos haga comprender este misterio tan grande de la
maternidad de María!” Que este tiempo de Adviento haya sido ese camino perfecto
para entender el plan de Dios para nosotros. ¡Gracias María, gracias, madre admirable!
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