Nihil Obstat | Martín Gelabert Ballester, OP
¿Proyectar el futuro o vivir el presente?
Adivinar
el futuro de la sociedad y de la Iglesia no es fácil, porque las realidades
concretas cambian de un día para otro. Pero, en líneas generales, estoy
convencido de que, al menos en los próximos años, las cosas van a seguir más o
menos igual. Cambiarán los gobiernos, pero no cambiarán las claves económicas
que rigen esta sociedad. Solo podemos aspirar a un futuro mejor si cambiamos
nosotros, si dejamos atrás nuestros egoísmos y nos acogemos como hermanos, en
línea con lo que ha dicho el Papa en su última encíclica. La fraternidad es la
clave de todo futuro mejor.
Sinodalidad que empieza por la vida parroquial, revalorizando el consejo pastoral y el consejo de asuntos económicos
Lo
que digo de la situación social y política, vale también para la Iglesia. Yo no
veo venir grandes cambios. El número de creyentes “practicantes” (lo digo así
para que se me entienda, porque creyente y practicante es una tautología: todo
buen creyente es necesariamente practicante) está estabilizado. Seguirá
habiendo clérigos “aprovechados” (por decirlo de forma suave). Los ha habido
siempre. Ahora estamos más informados y, por eso, o bien somos más críticos o
bien estamos más decepcionados. Y seguirá habiendo cristianos (religiosas,
sacerdotes, laicos) coherentes, de los que se hablará poco, pero que son los
que en realidad hacen Iglesia.
A
nivel eclesial, de cara a los próximos años sería bueno un incremento de la
sinodalidad. Me parece que el ambiente empieza a estar preparado para ello.
Sinodalidad va más allá de preguntarse si los Sínodos convocados en distintas
diócesis y aplazados por la pandemia, siguen siendo necesarios. Sinodalidad es
dinamismo de escucha en todos los ámbitos de la vida de la Iglesia, es buscar
estructuras en las que todos los sujetos eclesiales puedan participar y ser
escuchados. Sinodalidad es el modo de ser Iglesia, pueblo de Dios y comunión de
hermanos. Sinodalidad que empieza por la vida parroquial, revalorizando el
consejo pastoral y el consejo de asuntos económicos. Sinodalidad que supone
escucha y diálogo para el discernimiento comunitario. “El Pueblo de Dios en su
totalidad es interpelado por su original vocación sinodal”, ha afirmado
recientemente la comisión teológica internacional. Este camino sinodal abriría
perspectivas de futuro, lograría mover a muchos cristianos un tanto pasivos e
ilusionaría a todos.
Lamentar
el pasado no es bueno. Hablar de futuro puede ser ilusorio. Importa el
presente. Para el cristiano, importa descubrir en cada persona la presencia de
Cristo que reclama nuestro amor, y en cada acontecimiento la oportunidad de
construir el reino de Dios. Hace unos años, un Papa pidió perdón por los
pecados pasados de la Iglesia. A mí lo que me preocupa es que un Papa futuro
tenga que pedir perdón por los pecados presentes de la Iglesia.
Publicado
en www.dominicos.org
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