Fe y Vida | Consuelo Velez/RD
"Hoy podremos dejar de
ir al templo por razones obvias, pero nadie nos priva de cultivar la
espiritualidad"
"Comenzamos la cuaresma este 17 de febrero con el miércoles de
ceniza y la pandemia sigue acompañándonos"
"Ahora bien, esta realidad cruda, dura, difÃcil, no la vivimos en
un túnel sin salida, sino por el contrario: desde la fe, creemos que la muerte
no tiene la última palabra"
"Mientras llega el dÃa definitivo, saboreamos la vida con Dios en
las circunstancias fáciles y en las difÃciles, en lo conocido y en lo
desconocido, en lo que controlamos y en lo que se escapa de nuestras
manos"
"Es asà como podemos plantear para este tiempo de cuaresma 'nuevos
ayunos', que puedan darle sentido y profundidad al tiempo que vivimos. Me
atrevo a proponer algunos"
Comenzamos la
cuaresma este 17 de febrero con el miércoles de ceniza y
la pandemia sigue acompañándonos. Eso quiere decir que los
aforos en los templos siguen limitados y ya se vislumbra que las celebraciones
de Semana Santa serán muy restringidas. Por lo tanto, hemos de seguir
insistiendo en volver a lo esencial y aprender nuevas maneras de vivir los
tiempos fuertes de nuestra fe.
La imposición
de la ceniza nos llama a la conversión, actitud que ha de
acompañarnos siempre pero que se refuerza en este tiempo litúrgico.
Anteriormente, al imponer la ceniza se decÃa “polvo eres y en polvo te
convertirás” pero ahora se dice: “conviértete y cree en el evangelio”. Sin
embargo, lo que se decÃa antes nos confronta más con lo que vivimos
actualmente: estamos palpando la fragilidad de nuestra
condición humana, lo limitado de nuestra vida y lo que nunca habÃamos imaginado
-la pandemia-, nos ha desinstalado en muchos sentidos y no solo a nivel
personal sino también a nivel global.
Ahora bien,
esta realidad cruda, dura, difÃcil, no la vivimos en un túnel sin salida, sino
por el contrario: desde la fe, creemos que la muerte no tiene la última palabra
y esperamos la comunión definitiva con el Dios que resucitó a Jesús y nos
regaló su EspÃritu. Y mientras llega el dÃa definitivo, saboreamos la
vida con Dios en las circunstancias fáciles y en las difÃciles, en lo
conocido y en lo desconocido, en lo que controlamos y en lo que se escapa de
nuestras manos.
Es asà como
podemos plantear para este tiempo de cuaresma “nuevos ayunos”, que
puedan darle sentido y profundidad al tiempo que vivimos. Me atrevo a proponer
algunos:
- Ayuno
de “religión” para fortalecer la “espiritualidad”. En efecto, lo que
interesa es descubrir la presencia divina, entrar en comunión con ella,
desplegar nuestra vida desde ese ámbito de trascendencia que hace ver la
realidad con los ojos de la fe, la esperanza y el amor. Las religiones han de
ser mediaciones para esa experiencia, pero no tienen sentido por ellas mismas,
ni la finalidad es preservarlas o hacerlas gloriosas. Bien dice San Pablo en la
primera carta a los Corintios: “Desaparecerán las profecÃas. Cesarán las
lenguas. Desaparecerá la ciencia (…) Ahora vemos en un espejo, en enigma.
Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces
conoceré como soy conocido” (13, 8-12).
En el contexto
plurirreligioso que vivimos, esto cada dÃa es más evidente. Mucha
gente puede dejar las religiones, pero sigue buscando espiritualidad porque la
pregunta por el sentido de la vida y por el bien no deja de resonar en el
corazón humano. Con eso no estoy despreciando las religiones, estoy recordando
que ellas son medios, valiosos, necesarios y casi imprescindibles para encarnar
nuestra fe, pero su valor es alimentar la espiritualidad, en otras palabras,
esa vida interior que desea, cultiva y promueve el bien y la bondad, el amor y
la justicia. Podemos dejar de asistir al templo por razones tan obvias como
preservar la vida, pero nadie nos priva de cultivar la
espiritualidad que para los cristianos es reconocer la presencia del EspÃritu
en la historia que vivimos y atender a sus llamados.
- Ayuno de
“celebración sacramental” para fortalecer el “compromiso social”. Esto ya
lo he reflexionado muchas veces en este tiempo. Y bien conocemos que una de las
celebraciones bastante concurridas de la Semana Santa es el lavatorio
de los pies. Ese gesto es un sÃmbolo transparente del único mandamiento que
Jesús considera importante: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo
como a sà mismo” (Mt 22, 36-39).
Lavar los pies
a los demás es disponerse al servicio, agacharse frente a la
necesidad ajena, brindar con generosidad todo lo que se tiene para socorrer a
quien lo necesite. Si esto no es una eucaristÃa “existencial”, no sabemos que
contenido puede tener la eucaristÃa sacramental que el evangelista Juan relata
valiéndose, precisamente del pasaje del lavatorio de los pies como contexto de
la última Cena (Jn 13, 1-20)
Ayuno de
“seguridades y certezas” para fortalecer el “caminar a la intemperie”. La llamada al seguimiento que hace Jesús a los
varones y mujeres en el evangelio supone dejar casa, familia, trabajo, ciudad
para subir con Él a Jerusalén (Mt 4, 18-22; Mc 15, 41). Queremos apuntarnos al
seguimiento, pero no a las consecuencias que de él se desprenden. Y entre
muchas de sus consecuencias está el afrontar lo que cada momento trae y seguir
caminando por difÃcil que parezca.
La pandemia nos
ha hecho experimentar que hasta la seguridad de un templo y unos ritos se han
puesto en crisis. Que incluso el mandato de comulgar “al menos una vez por
Pascua” puede no ser posible por segundo año consecutivo. Y ahà es donde se nos
invita a seguir ayunando con la certeza de que no faltará el pan del cielo,
como no les faltó el maná a los israelitas en el desierto (Jn 6, 28-35).
- Ayuno de
“pastorales programadas” para fortalecer la iglesia “en salida”, capaz de una conversión pastoral. Dicha conversión
implica, como escribió el papa Francisco en la Exhortación Evangelii
Gaudium, una reforma de estructuras que “sólo puede entenderse en este
sentido: procurar que todas ellas -las estructuras- se vuelvan más misioneras,
que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta,
que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida” (n. 27).
Este puede ser
un tiempo propicio para dejar de hacer las cosas como siempre
se hacÃan y proponer otras formas, esas que puedan ser más entendidas por los
jóvenes de hoy -grandes ausentes de nuestros templos- y por la gente que
incursiona otros campos sociales, culturales, cientÃficos y que no encuentra
resonancias de su caminar histórico con los planteamientos, tantas veces caducos,
de la pastoral eclesial.
Comencemos
cuaresma con esa actitud de conversión real, de quien no teme perder lo
de siempre para ganar la presencia del espÃritu que
siempre hace “nuevas todas las cosas” (Ap 21,5).
Publicado en
Religión Digital:
https://www.religiondigital.org/fe_y_vida/ayunos-tiempo-cuaresma_7_2314938484.html
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