Generaciones
| Maritza Coss
De los hijos y los nietos
Tengo la dicha de ser
abuela de dos hermosos nietos. Los
nietos son como regalos del cielo que recibimos a través de los hijos. En mi caso, con ellos, se ha reiniciado el
reinado de princesas y un prÃncipe en la casa -hasta el momento. La princesa Valeria
y el Gran Sultán Luis Alberto llenan mi espacio. Tener nietos es como volver a ser madre, sin
el compromiso y la responsabilidad directa de alimentarlos, protegerlos y amamantarlos
desde la “concepción”. Incomparables
son estos amores. Regresamos al pasado para disfrutar el
presente, libres de temores y seguros de lo que podemos hacer. Es una especie de recompensa de los hijos para
los Padres.
En el compartir con los
nietos, solo hay momentos de mimos, felicitaciones, aplausos y abrazos tan
profundos, como sentir sus corazoncitos unirse con el nuestro en un solo
latido. Son los abrazos más tiernos que se puedan dar y recibir; ¡es algo indescriptible,
tan sublime!, que es imposible plasmarlo en una oración o frase. Se percibe y
se siente en el alma y el corazón. Se nos eriza la piel, se crispa el pelo y un
profundo suspiro se exhala, sintiendo algo “grandioso”, que soprepasa todo
entenimiento. Sus besos son los más limpios,
aunque vengan de caritas llorosas o tiznada de colores por los lápices,
acuarelas o masillas. Todo nos parece
hermoso: las palabras que tenemos que
adivinar cuando comienzan a hablar; sus canciones, el cambio de sus dientecitos
de leche como les llaman, las ventanitas o espacios vacÃos que quedan mientras les
renace su nueva dentadura. ¡Todas esas experiencias son tan bellas!
Cuando mis nietos le dicen
a mi hija: “queremos desayunar con los yaniqueques de abuela Maritza” no tengo
palabras para expresarles lo que siento.
Soy famosa entre sus amiguitos y los padres de sus amiguitos por esos
yaniqueques. El secreto está en el amor
con que los hago. Me salen tan espontáneamente bien, que todos se sorprenden lo
rápido que los preparo. ¡Cuánto disfruto que comiencen a probarlos antes de
ponerlos en la mesa! El sonido de sus boquitas con su ñau, ñau, ñau, pedir otro
y otro balbuceando: “¡Ummm están buenos “agüela!” Esos momentitos me hacen
sentir plena, querida y amada. No hay
cariño más puro en un ser humano como el que entregan los nietos.
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