Ecumenismo | Enrique Rodríguez
Lantigua, MSC
Carta
Encíclica “Ut Unum Sint”
El camino
ecuménico: camino de la Iglesia (I)
En esta Carta Encíclica
el papa Juan Pablo II exhorta y recuerda a todos los cristianos la importancia
de la unidad de los fieles. A dicha unidad estamos llamados todos los
cristianos y no cristianos, porque la unidad no se debe de dar sólo en
nosotros, sino en todo ser humano que comparte la vida y una experiencia de
Dios así sea distinta a la nuestra. A pesar de eso se ha percibido que entre
nuestros hermanos separados ha surgido un movimiento cada día más amplio, con
ayuda de la gracia del Espíritu Santo, para restaurar la unidad de los
cristianos. Participan en este movimiento de unidad, llamado ecuménico, los que
invocan al Dios Trino y confiesan a Jesús como Señor y Salvador; y no sólo
individualmente, sino también reunidos en grupos, en los que han oído el
Evangelio y a los que consideran como su Iglesia y de Dios.
Ante esta situación se da
una dialéctica, pues a pesar de ese deseo de “unidad”, casi todos, aunque de
manera diferente, aspiran a una Iglesia de Dios única y visible, que sea
verdaderamente universal y enviada a todo el mundo.
Asumimos la acción ecuménica como un imperativo de la conciencia cristiana iluminada por la fe y guiada por la caridad
El Concilio Vaticano II
expresa la decisión de la Iglesia de emprender la acción ecuménica en favor de
la unidad de los cristianos y de proponerla con convicción y fuerza, la
exhortación es a todos los fieles católicos a que, reconociendo los signos de
los tiempos, participen diligentemente en el trabajo ecuménico; es decir el
ecumenismo es visto como uno de los signos de los tiempos a los cuales como
iglesia debemos responder. La Iglesia católica asume con esperanza la acción
ecuménica como un imperativo de la conciencia cristiana iluminada por la fe y
guiada por la caridad.
Como cristianos que
seguimos las huellas de Jesús, es interesante que esa intención de unidad la
tenía el propio Jesús, pues antes de su Pasión rogó para “que todos sean uno” (Jn
17, 21). Esta unidad, que el Señor dio a su Iglesia y en la cual quiere abrazar
a todos, no es accesoria sino que está en el centro mismo de su obra. No
equivale a un atributo secundario de la comunidad de sus discípulos. Pertenece
en cambio al ser mismo de la comunidad. Dios quiere la Iglesia, porque quiere
la unidad y en la unidad se expresa toda la profundidad de su ágape.
Así pues, para la Iglesia
católica, la comunión de los cristianos no es más que la manifestación en ellos
de la gracia por medio de la cual Dios los hace partícipes de su propia comunión,
que es su vida eterna. Creer en Cristo significa querer la unidad; querer la
unidad significa querer la Iglesia; querer la Iglesia significa querer la
comunión de gracia que corresponde al designio del Padre desde toda la
eternidad. Este es el significado de la oración de Cristo:«Ut unum sint».
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