Educación |
Pedro Orbezua,
fsc
¡Que la Escuela vaya bien!
Con los ojos de la Fe
Creo
que la historieta de Eduardo Galeano en “El libro de los abrazos” es muy
conocida. Sin embargo, no cansa. Léanla y pinten con su imaginación el paisaje
más conmovedor: “Diego
no conocÃa la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron
al Sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando
el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de
mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la
mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando por fin
consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre: -Ayúdame a mirar”.
Hay miradas y miradas. Miradas que matan y miradas que enamoran.
Miradas de cientÃfico y miradas de poeta. Miradas superficiales y miradas
profundas. Nuestras miradas -¡piensen en las redes sociales, ufff!- y la mirada de Dios.
¿Se les antoja un ejemplo? Asómense a la elección de David para
rey de Israel: Dios le habla a Samuel: “… quiero que vayas a casa de Jesé del
pueblo de Belén, porque he elegido a uno de sus hijos para ser mi rey… Cuando
ellos se presentaron, Samuel vio a Eliab, el mayor de edad, y se dijo: ¨Sin
duda este será el elegido¨. Pero Dios dijo a Samuel: No mires su apariencia ni su gran estatura, porque lo he descartado.
Pues el hombre mira las apariencias,
pero Dios mira el corazón” (I Samuel 16, 1 y 6).
De la Salle, como les adelanté en el anterior artÃculo, nos
invita “a no mirar nada sino con
los ojos de la fe”, es decir, nos insta a mirarlo todo con la mirada
de Dios que es, en cualquier caso para nosotros, una mirada de fe. Y más aún en
este curso 2020-2021, ya más que estrenado donde el o la Covid 19 sigue pisando
fuerte para hacernos sentir quién reina en el planeta y repetirnos
inmisericorde, que con ella no se juega ni se relaja. Apremia aplicar una
cuádruple mirada de fe: A ti mismo, a tus alumnos, a tu trabajo, a tus
compañeros de tarea.
1.-
¿Cómo “te miras”, Maestro, Maestra,
y, por ende, ¿cómo “te ves? Quizás como un inútil de tomo y lomo. Porque te las
ves y te las deseas para lidiar en un nuevo paisaje desolado que nunca
supusiste podrÃa ser verdad. En cambio, si te miras como te mira Dios, te ves y
te vuelves a ver, como su elegido, llamado, consagrado y enviado: “SÃganme y los haré pescadores de niños y
jóvenes” (Mateo 4, 19). Te
contemplas y te regocijas porque eres ministro de Dios, su mediador, su
“sacramento”. Eres el “ángel custodio” -no hay ángeles de alas de espuma- de
esas criaturas en su “camino hacia una vida lograda”. En esa nueva mirada te
“reimaginas” capaz, sacando fuerzas de flaqueza, descubriendo en ti
posibilidades que ignorabas, y con la palabra reconfortante de Papi Mami Dios:
Yo estoy contigo, vete a Egipto y libera a los niños y jóvenes de la tiranÃa
del covid-faraón para que puedan continuar aprendiendo, creciendo, como mis
hijos y hermanos entre sÃ. Dice el Papa: “¡No te arrugues!” Tú eres Moisés, el libertador.
2.- ¿Cómo “les
miras”, Maestro, Maestra, y cómo “les ves” a tus alumnos y alumnas? Me
dirás que no les ves, es verdad. La “enseñanza presencial” ha sido desterrada.
A la fuerza, ahorcan, asà que nos adivinamos “en lÃnea” que no es lo mismo ni
es igual. Más de un Maestro estará feliz de descubrirse libre del “acoso”
estudiantil. No hay mal que por bien no
venga, se consolarán. Contrariamente, con los ojos de la fe, los verás como tus
hermanitos pequeños que Dios te ha confiado a tu cuidado para que ninguno se
pierda en los laberintos de la vida, tan complicados y crueles. O en los links,
enlaces, vÃnculos virtuales en que se enredarán si disponen de ellos al menos,
y si no, porque brillan por su ausencia, maldición sea como sea. Y te dolerá en los entresijos del alma que no, que no están aprendiendo,
por más que los programas hermosamente diseñados y a todo color nos presenten
el reino de Jauja… (Me comentó un Director de Escuela y Liceo: “¡No están
aprendiendo nada!”) Ellos también son para ti “sacramento” de Dios, de Jesús. “Reconozcan a Jesús bajo los pobres harapos de
los niños que tienen que instruir; adórenlo en ellos” (DLS). Reconozcan que tienen derecho a no perder el curso escolar, más
aún, a una educación de calidad… Sin Pandemia y con Pandemia. “Ofrézcanse a Dios para ayudar a los niños que
tienen encomendados tanto como lo exija de ustedes”. Y vaya que exige.
3.- ¿Cómo “lo miras”, Maestro,
Maestra, y cómo “lo ves”, ese trabajo siempre
difÃcil, de entregarse de la mañana a la noche, a la instrucción y educación de
los hijos e hijas del pueblo? Te imagino que, en ocasiones, echando sapos y
culebras por la boca. Porque la situación que se está viviendo es de agárrate
que hay curva. ¿A que has pensado que mejor lo dejas y a otra cosa, mariposa,
que para ese viaje no tengo alforjas y, como decÃa el niñito que se vio
envuelto en una pelea de pandillas: “Si lo sé no vengo”? Con la mirada de fe,
la tarea educativa se transfigura en “ministerio”, en servicio, en la Obra que
Dios realiza a través de ti y que sin ti no podrÃa llevar a cabo. La misión no se puede abandonar ni bajar la
guardia, ni qué le vamos a hacer, si no se puede no se puede, habrá que tomarlo
suave… ¡A las duras y a las maduras, presente, Maestro, Maestra! Contamos con
ustedes, los héroes, cual enfermeros, sanitarios, médicos, doctores… ¡de la
Educación!
4.- ¿Cómo “se miran”,
Maestro, Maestra, y cómo “se ven” unos a otros? No me digan que en un sálvese
quien pueda y cada palo que aguante su vela, sino orgullosamente equipo,
comunidad, asociación de Hermanos y Hermanas, para el servicio educativo de los
pobres. La mirada fructÃfera en educación es mirarse como Hermanos y pendientes
de sus Hermanitos más pequeños y vulnerables: ¡Nunca les falte el pan crujiente
y sabroso de la enseñanza!
La clave del éxito, hoy y siempre, al presente más que nunca,
“Fratelli tuti”. Sea
esta tu oración, Maestro y Maestra: ¡Ayúdame,
Señor, a mirar! ADH 854
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