Rincón de la Palabra |
Ángela Cabrera, MDR
La Escucha de la Palabra en la Eucaristía
La escucha es asunto neurálgico en el mundo
bíblico. El verbo proviene del hebreo: Shama‘, que puede ser traducido por
“escuchar”, “dar atención”, “estar atento”, “dar oídos”, “entender”,
“obedecer”. De aquí la conocida expresión: “Escucha, Israel: Yahvé nuestro Dios
es el único Yahvé” (Deuteronomio 6,4), cita que Jesús retoma en el Nuevo
Testamento para indicar y complementar la plenitud de los mandamientos, amar a
Dios y al prójimo (Marcos 12, 29).
El verbo “escuchar” se presenta en el Antiguo
Testamento 1050 veces. Estas estadísticas son importantes porque hablan de la
relevancia que posee. En este aspecto, se afirma que la fe bíblica entra por el
oído, porque Dios es una experiencia no visual, sino auditiva. La revelación
bíblica es esencialmente Palabra (de Dios) al ser humano. La fe nace de la
audición (Romanos 10, 17). La Escucha de la Palabra es promovida por los
profetas (Amós 3, 1), los sabios (Proverbios 1, 8).
El sentido hebreo del término “escuchar”, no es
sólo prestar un oído atento al mensaje que se comunica, sino abrirle el
corazón, ponerla en práctica y obedecer.
Sólo Dios puede abrir el oído de los que se sitúan
como discípulos (Isaías 50, 5). En los tiempos mesiánicos oirán los sordos, los
sordos comprenderán la Palabra y la obedecerán (Isaías 29, 18).
En el Nuevo Testamento, “escuchar” proviene del
griego akouo, que significa “oír”, “enterarse”, “noticia”, “predicación”.
Aparece 430 veces, siendo frecuente en los Evangelios. Este oír es la forma
esencial de asimilación en la teología bíblica. Es lo que la voz del cielo
proclama a los discípulos: “Este es mi hijo amado, escúchenlo (Mateo 17, 5).
En el espacio eucarístico acontecen dos
movimientos auditivos: el Pueblo escucha la Palabra, y Dios escucha la palabra
de su Pueblo, como una respuesta a su propia Palabra (Salmo 17, 6). “Ésta es la confianza plena que tenemos en
Él: que si le pedimos algo conforme a su voluntad, seguro que nos escucha. Y si
sabemos que Él escucha todo cuanto le pedimos, también sabemos que tenemos
conseguido todo lo que hayamos pedido.” (1Juan 5, 14).
Cuando la Palabra es escuchada dignamente,
entonces se actualizan las palabras de Jesús en nuestro contexto: “Ustedes ya
están limpios por la Palabra que les he comunicado” (Juan 15, 3).
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