Evangelización
| Amigo del Hogar
La urgente conversión hoy
En
la Biblia encontramos diversas personas en circunstancias muy diferentes, que
reconocemos como figuras de oración. Su experiencia es que han visto al Señor y
esa realidad de la llamada ha transformado sus vidas. En el encuentro con el
Dios de la vida, la persona queda con toda su vida “trastornada” positivamente.
Un antes y un después. Ahora vive desde Dios todas las situaciones humanas que
atraviesa.
En
este tiempo que vivimos, sabemos que no podemos estar a la altura de los
cambios que ocurren ni responder desde la fe a las interrogantes y desafíos que
nos envuelven. “He visto al Señor”, proclaman esas figuras de Oración en la
Biblia. ¿Qué nos dicen a nosotros hoy sus testimonios? ¿Cómo situarnos en
nuestra época desde una interioridad habitada por la misericordia? ¿Cómo entrar
en esa experiencia de Dios que marca mi misión, mi acción pastoral?
Asumimos
como cristianos que nuestro proceso de conversión es permanente. Que se da con
sombras y luces, pero siempre en camino de crecimiento. La conversión no es
asunto de un día, de una acción, de una buena voluntad. Nos volvemos hacia
Dios, quien permanece fiel a nosotros. Pero no estático. Entra en el dinamismo
de nuestras vidas para acompañarnos en ese proceso de una conversión de arriba abajo.
Conversión como cambio de mentalidad, de corazón; de capacidad de asumir el
proyecto de Jesús y encarnarlo.
Siguiendo
la Palabra encontramos muchos textos que nos impulsan desde la historia de la Salvación,
para seguir caminando, para no claudicar ante los compromisos que hemos
asumido. Reconocemos un cambio interior, una moción del Espíritu en nosotros
que nos inclina a hacer el bien, al compromiso, a las relaciones humanas
potenciadoras de lo mejor que hay en nosotros.
Les
propongo detenernos en los siguientes textos: Elías: 1Re 19. Escuchemos a
Elías. Dejemos resonar la Palabra en nosotros y luego la siguiente reflexión:
1.
Elías ha tenido una impresionante experiencia de Dios (1Re 18). Está
acostumbrado a hablar al Señor y a sentirle hablar a Él. El contexto que
precede inmediatamente este relato es el conflicto entre Elías y los falsos
profetas. Los signos potentes que confirman su predicación ponen en su contra a
Jezabel, que tiene el poder. Ella ha mandado a asesinar a Elías.
Actitud:
Orar en toda situación…El cristiano es un hombre o mujer de intimidad con el
Señor. Esa relación de amistad abarca toda la vida, se expresa en todo momento
de nuestra historia, de la realidad.
2.
El profeta deja la ciudad y va al desierto, encontrándose solo para una jornada
de camino. Esto nos indica ya un fuerte valor simbólico: un distanciarse de lo
cotidiano, de la rutina, hacia el lugar de la verdad interior, de la oración.
En la conciencia de Elías, la huida es por razones de amenaza de muerte.
Necesitamos
reconocer los desiertos de nuestras vidas. Es de humanos tomar distancia, salir
de la rutina. Ir a descampado y experimentar lo que somos, lo que nos falta, lo
que nos inspira.
3.
En este momento, la misión de Elías parece fracasada. Ha escuchado la llamada
pero ahora siente que todo está perdido. No lo escuchan. Lo rechazan. Lo
amenazan a muerte. Objetivamente está en el desierto bajo el signo de la
desesperanza, no solo ante Dios, sino también de su propia vida.
4.
Piensa en este modo, solamente en morir en paz. Y no se lo dice a sí mismo, lo
dice a Dios. Sucede que la relación con Dios permanece, y permanece sincera, a
pesar de su fracaso. Y el desierto que es para él lugar de fuga, se transforma
-no por su propia iniciativa- en lugar de encuentro con Dios.
5.
Se refugia en una caverna, que simboliza seguridad, protección… (En la crisis
de hoy está de fondo una pérdida de seguridades, de referentes). Dios le
pregunta a Elías qué hace ahí. Pregunta extraña si se toma en cuenta que Dios
lo puso en camino.
Pero él quiere confrontar a Elías con lo que piensa y siente. Hoy nosotros somos confrontados en muchos lugares de la vida. A veces nos sentimos rechazados, cuestionados, ignorados...
6.
Elías tiene una experiencia de Dios con signos fuertes. El viento, el
terremoto, el fuego. Dios hasta ahora ha intervenido en la vida del profeta con
signos fuertes. Pero llega el momento en que Elías tiene que distanciarse de su
modo de comprender a Dios. Tiene que hacer la experiencia de Dios en cuanto
Dios. Para ello, tiene que estar disponible y abierto, así será capaz de
reconocer a Dios como él mismo quiere revelarse.
Pero
él quiere confrontar a Elías con lo que piensa y siente. Hoy nosotros somos confrontados en muchos lugares de la vida. A veces nos sentimos rechazados, cuestionados, ignorados...
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