Opinión | Yris Rossi
Por nada te acongojes: ¡Dios no se muda!
Ante tanta inseguridad, ante tanta incertidumbre,
ante tanta confusión, La historia parió y nunca ha dejado de parir un corazón
que murió de dolor ayer en la Cruz y hoy sigue vivo y latiendo de dolor por
nuestros pecados y por todo ese infinito amor que nos colma y nos debe llevar a
la carga por su amor.
Hay que dejar la comodidad, el facilismo, hay
que dejar la casa y el sillón: se caen los cimientos, se cae la familia, se cae
la libertad, se cae el amor y esto está sucediendo, en cualquier parte del
mundo y en cualquier casa.
Sin embargo y ante tanta desazón la pauta más
clara nos la da Santa Teresa de Jesús:
"Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Y
es qué nuestra única certeza está en Jesús: ¡el único dueño de la Historia, en
quien no hay dudas, confusión, ni engaños…!
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta."
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