Matrimonio y Familia |
Redacción Amigo del Hogar
El amor “desinteresadamente interesado”
Hay dos maneras de convivir en el matrimonio: una es un amor
“interesado” que se sirve del otro para propia ventaja y el otro es un amor “desinteresadamente
interesado” que alcanza a “sentirse feliz” si logra hacer feliz al otro, busca
el bien del otro. Quien busca la felicidad sólo “de ida”, nunca lo logra porque
parte exigiendo felicidad. Es feliz sólo quien sabe recibir y gozar de la felicidad
“de vuelta”, “porque te hice feliz me siento feliz”, con razón la sagrada
escritura asegura que “Dios nos amó primero”, no podría pedir nuestro amor si
Él no nos amase primero”.
Sanas actitudes vividas y compartidas, hacen posible una relación de amor constructiva y personalizada
Un reflejo fiel del amor de Dios lo encontramos en la madre,
primero ama ella a su creatura y sólo después puede esperar la respuesta
deseada. De ninguna manera su amor materno se condiciona a la respuesta de su
creatura, se da en entrega total y genera una relación de amor mutuo que
alcanza altos niveles de autodonación.
En conclusión, hablar de gratuidad y autodonación es por una
experiencia de la manera como nos vamos comportando, acogiendo y amando a la
persona amada que a su vez nos ama. El modelo de esa gratuidad y autodonación
es la vida amorosa de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y si fuéramos
a resumir, diríamos lo siguiente:
Para poder vivir una verdadera relación de amor, es necesario
que cultivemos unas actitudes que serán fundamentales y que deben estar
presentes en cada persona. Estas actitudes vividas y compartidas, hacen posible
una relación de amor constructiva y personalizada. Todo esto se vive en
cualquier tipo de relación donde esté por medio el amor, por eso lo podemos
sugerir para relaciones de amistad, de familia, de comunidad fraterna y ahora,
lo vamos a mirar desde el punto de vista del matrimonio.
Actitudes a cultivar son, entre otras:
- la autoestima, pues al sabernos merecedores de amor también somos capaces de amar gratuitamente;
- la autoaceptación, pues si nos rechazamos, no será fácil aceptar a los demás desde su propia realidad;
- el autocontrol, que nos posibilita reaccionar con madurez y establecer relaciones constructivas;
- la autonomía, que facilita sostenernos y no crear una dependencia cómoda de los demás; y
- el autorrespeto, es decir honestidad y sinceridad ante nosotros mismos.
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