Beatificaciones | P. Darío Taveras, MSC
Mártires del Quiché, MSC
Serán beatificados el 23 de abril de 2021
en la Catedral del Quiché
El Papa
Francisco decidió el año pasado por decreto, la beatificación de tres sacerdotes
Misioneros del Sagrado Corazón y siete laicos, catequistas que compartían con
los MSC, la misión de anunciar el Evangelio en el departamento del Quiché en
Guatemala. Con razón, el conocido Obispo y poeta Pedro Casaldáliga escribió
así, de la Iglesia del Quiché: Ponte tus galas de bodas, Tú, la más mártir de
todas, Santa Iglesia de Quiché.
Yo
conocí, traté y conviví con los tres sacerdotes MSC, José María Gran, Faustino
Villanueva y Juan Alonso. Con ellos pasé las dos semanas anteriores al martirio
del Quiché, en una asamblea comunitaria de nuestra congregación en
Latinoamérica.
Una
semana después de despedirnos en Guatemala, nos llegaba a Santo Domingo la
noticia del asesinato del joven Padre José María y de un catequista. Un mes
después nos llegó la noticia del asesinato, en su misma casa parroquial, del
Padre Faustino Villanueva. Y seis meses después fue el turno del Padre Juan
Alonso, que, en una asamblea de consulta convocada por el Obispo del Quiché,
para ver si era posible empezar a volver, a acompañar a la gente en sus
parroquias, se ofreció como voluntario, (para hacer una prueba) y al día
siguiente lo mataron a él también. Aquel domingo había logrado celebrar dos
eucaristías y se desplazaba en su motor, para celebrar en una tercera comunidad,
cuando lo desmontaron de su motor, lo torturaron y lo mataron.
En el
Quiché también encontré y saludé a algunos de los catequistas, esos, que son,
por vocación, discípulos misioneros. El Vaticano II nos enriqueció con el
reconocimiento oficial del laicado cristiano en la vida de la Iglesia y el
mundo, y así era en el Quiché. Los misioneros y los catequistas iban de la
mano. El futuro de la Iglesia también está en el laicado.
En la
congregación MSC la misión es compartida. Nos enriquecemos mutuamente, religiosos
y laicos. Esta beatificación en el Quiché contiene todo un símbolo: no
existimos separados, ¡sino juntos! Es una misión compartida, en familia. ¡Ojalá
así sea!, como dice nuestra consigna: “en todas partes”.
Les
presento diez testigos de la Fe de la diócesis de Quiché, Guatemala, en Centro
América. Misioneros del Sagrado Corazón y Laicos MSC, unidos en una autentica
misión compartida: siete laicos y tres religiosos MSC. ¡Demos gracias a Dios en
tiempo de PASCUA! ¿Quiénes son esos tres religiosos MSC y esos siete laicos
catequistas?
José
María Gran (1945-1980)
El 6 de
junio de 1980 fue asesinado el Padre José María Gran, Misionero del Sagrado
Corazón. El Padre José María trabajaba en el departamento de Santa Cruz del
Quiché. A la hora de su muerte era vicario de la Parroquia del Chajul.
El padre
José María Gran nació en Barcelona, España, el 27 de abril de 1945. Fue
Ordenado sacerdote el 9 de junio de 1972. Desde entonces trabajaba en
Guatemala. La causa de su muerte, así como el caso de otros sacerdotes, se debe
a su compromiso con los oprimidos.
Faustino
Villanueva: (1931-1980)
Después
de una vida entregada a los indígenas del Quiché, una noche dos hombres
llegaron a la casa parroquial y pidieron hablar con él, y él, servicial como de
costumbre, los atendió. Entró con uno de ellos a su despacho y a los pocos
minutos se escuchó un disparo.
El
disparo le destrozó la cara. Era el 10 de julio de 1980.
Juan
Alonso: (1933- 1981)
Seis
meses después del asesinato del Padre Faustino, el Obispo del Quiché convocó al
clero para que ver qué se podía hacer. Consultó al clero sobre la posibilidad
de tratar de volver a algunas de las parroquias, como prueba. Y el que se ofreció
como voluntario, fue el Padre Juan Alonso, que días antes había dicho tomando
el crucifijo en sus manos, que siempre llevaba colgado en el pecho: “yo por
este me hice sacerdote y si por este he de morir, aquí estoy”.
El Padre
Juan Alonso fue el escogido, cogió su motor y se fue a su parroquia. Allí
celebró la misa y luego salió para celebrar otra en otro pueblo vecino. Ahí lo
esperaban, lo secuestraron, lo torturaron y le dispararon tres tiros en la
cabeza. Dice el libro de las Reglas de los MSC en el número 12: “Confiando en
la gracia de Dios, estaremos dispuestos a dar, si es preciso, nuestra vida por
ellos”. Sucedió el 15 de febrero de 1981, tenía 49 años.
Reyes
Hernández:
Fue
asesinado en la noche del 21 de noviembre de 1980, en el patio de su casa. Así
entregó su vida un campesino indígena, que por su fe cristiana permaneció fiel
y al servicio de la comunidad.
Rosalio
Benito:
Este
siervo de Dios goza de una veneración especial en su comunidad. Ese anciano
torturado y asesinado por el ejército, fue uno de los primeros de los que
lucharon en el movimiento apostólico laical en el mundo indígena, desde el año
1940. Tenía cerca de 80 años al morir el 22 de julio de 1982. Fue uno de los
impulsores más decididos del servicio a la comunidad en el que gozaba del
respeto, del cariño y de la admiración de todos.
Se
preocupó por las familias preparándolas para el matrimonio y a los niños para
la primera comunión. Junto a la comunidad, construyó una capilla, una escuela.
Rosalio era una gente buena, un hombre formal al servicio de la comunidad, a la
que sirvió sin descanso y en la que sembró la palabra de Dios por valles y
montañas.
Fue
cruelmente masacrado junto a otros el 22 de julio de 1982. Fue torturado,
amarrado a un palo. Después de su muerte lo fueron a tirar a un pozo de agua
que estaba cerca del lugar donde lo masacraron.
Domingo
Del Barrio:
29 años, padre de 3 hijos y esposo de la
señora María Asicona, murió el 4 de junio de 1980. Fue el catequista, el compañero
en la misión del Padre José María Gran. Le dijo a su esposa cuando salió por
última vez en misión con el Padre José María: “cuídate y cuida mucho de mis
hijos, porque solo Dios sabe si voy a regresar”. Y no regresó, murió con el
Padre José María el 4 de junio de 1980.
El día 3
de junio de 1980, Domingo y el Padre José María salieron a celebrar la misa y
bendecir un matrimonio. Antes de salir, el padre José María pidió a Domingo que
se quedara porque tenía familia y no quería que le pasara algo. Domingo
contestó con firmeza: “Vamos, Padre, no quiero separarme de usted, si nos pasa
algo no quiero separarme de usted”.
Juan
Barrera:
Nació en
1967 y murió en 1980, con apenas 12 años. Era un niño y desde tierna edad iba a
la iglesia y a la escuela, por las tardes ayudaba a sus padres e iba con ellos
a los rezos. Era curioso y le gustaba aprender, era inteligente y colaboraba en
su comunidad en cuanto a la formación cristiana. Con tan pocos años, el lunes
de cada semana participaba en el Catecismo y el viernes dirigía el rezo del
Santo Rosario en la capilla. Actuaba “como la gente grande” decían los demás.
Al
adolescente Juan, los esbirros se lo llevaron a un lugar cerca de un riachuelo
y allí empezaron a torturarlo sin piedad, le rasparon y le arrancaron la piel
de la planta de los pies.
Miguel
Tiu Imul:
Procreó
una familia numerosa. Nació en el año 1941 y murió el 31 de octubre de 1991.
Aquella tarde fue a ver su conuco, donde estaban tres de sus hijos cuidándolo.
Al salir de su casa le dispararon por la espalda el 31 de octubre de 1991.
Tenía 50 años.
El
decreto de su beatificación se basa en la certeza de su martirio cristiano:
“Felices los perseguidos, porque de ellos es el reino de los cielos”. (Mt. 5,
10).
Tomás
Ramírez:
Tres
meses después del asesinato del Padre José María y su catequista Domingo, fue
asesinado en el patio de la casa curial. El catequista Tomás Ramírez, era
también sacristán de la parroquia.
Nicolás
Castro:
Esposo de
María Hernández, murió el 29 de septiembre de 1980 a los 35 años. Fue
catequista, ministro de la comunión y promotor de la salud y de una cooperativa
en la comunidad. Nicolás murió en el caserío de los plátanos, en Uspantan.
Estaba dentro de la casa cuando entraron los asesinos, lo sacaron y lo
empujaron hacia afuera y ahí lo balearon.
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