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    viernes, 16 de abril de 2021

    Matrimonio: gracia y autodonación


    Matrimonio y Familia | Diácono Julián Tavárez





    Matrimonio: gracia y autodonación

     

    El matrimonio sacramental es fruto del amor cristiano, especialmente por la gratuidad (Dios mismo que se da por amor) y la donación de la propia vida (autodonación). Dijo alguien que no ama el que quiere, sino el que puede. Con esto entendemos una realidad muy presente en nuestras vidas: la vida más auténtica se da, no se guarda; quien se siente agradecido y lleno de la gracia abundante que ni se merece, tiende al mismo tiempo a servir, amar y darse a los demás. Ama quien puede, en el sentido de que sin madurez humana no se ama verdaderamente, hay personas que están como incapacitadas para amar y se mueve entre el egoísmo y la indiferencia.

     

    Se realiza y construye en el amor humano que tiene densidad y profundidad cristiana. De la resurrección de Jesús crucificado brota la promesa de que el amor termina siendo más fuerte que la muerte, es decir, más fuerte que todo aquello que conduce a la muerte de la vitalidad del ser humano tal como nos revela el Dios que hace posible lo que nos parece imposible.

     

    Sólo el amor gratuito es gratificante y da sentido a toda la vida, un verdadero gesto de amor gratuito

     

    En el matrimonio, decir gratuidad en el amor mutuo, es decir plenitud de alegría. La alegría verdadera no surge de cualquier manera, sino de gestos de amor gratuitos que siempre sorprenden por inesperados.

     

    Es maravilloso cuando los esposos viven conscientemente esta condición de amor mutuo. La relación entre ellos no es el “debes”, “te corresponde a ti ese gesto”, sino la grata sorpresa: “qué maravilla que me quieras”. Sólo el amor gratuito es gratificante y da sentido a toda la vida, un verdadero gesto de amor gratuito, que no tiene una explicación lógica, sino que lo sobrepasa, abre el corazón del amado a “agradecer” por sentirse amado “porque sí”, porque él es él y porque ella es ella. Por esta relación de amor el ser humano satisface su necesidad fundamental de amar y ser amado, que es el modo de ser persona con los demás y con el mundo.

     

    El amor gratuito va más allá del atractivo del momento, no es una energía que viene de afuera sino una energía que surge desde adentro, es siempre una “decisión de amar más”, no un resultado sin trabajo personal, como es el enamoramiento. Solo un amor verdadero supera la etapa de desilusión que ocurre en las parejas.

     

    El amor gratuito es activo, prepara para una decisión, mientras que el enamoramiento es pasivo y se deja fluir desde la espontaneidad; no se puede tomar la “decisión de enamorarse” porque el enamoramiento no depende de la voluntad, el amor sí.

     

    La auténtica “gratitud” surge espontánea de la verdadera recepción de la gratuidad. Si el gesto de amor da la impresión que es un “debo”, que “me corresponde hacerlo”, que “me obliga desde afuera” no es gratuito, y no despierta la verdadera “gratificación”. Si el gesto válido es sólo el gesto gratuito, la “pretensión de recibirlo” mata la gratuidad antes que nazca. Tanto el gesto de dar como el gesto de recibir deben ser gratuitos para que adquieran toda su plenitud gratificante. Cuando no se observan estas leyes del amor mutuo nace fatalmente la rutina, la “lata” porque no aparece nada nuevo en la vida, todo se repite, y al no despertar y compartir las riquezas interiores, triunfa la soledad y el convivir se presenta como un peso insoportable.



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