Vida Consagrada | Hno.
Pedro Acevedo (De la Salle)
Vida consagrada en
tiempos de pandemia
Llevamos
ya un año de esta crisis del Covid-19, que nos ha cambiado la vida y que nos ha
abierto nuevas posibilidades en la vivencia y comprensión de nuestro estilo de
vida. Esta situación como nos decÃa el Papa Francisco, “nos sorprendió a todos
y todas y de manera súbita en todo el mundo cambió nuestra vida personal,
familiar, laboral y pública” (1) y yo añadirÃa, que cambió nuestra vida
eclesial y por lo tanto de nuestra misión que realizamos como Vida Consagrada,
al interior de la iglesia y de la sociedad donde nos encontramos.
Nuestra
vida ha tocado la fragilidad y vulnerabilidad de nosotros y nosotras, asà como
de toda la sociedad mundial, pues el mundo se detuvo y nos obligó bajo el
término cuarentena a refugiarnos en nuestras casas y comunidades. El contagio y
la muerte tocaron las puertas nuestras con la muerte de tantos hermanos y
hermanas de nuestras familias religiosas, de nuestras familias carnales y de la
sociedad planetaria y ante esas situaciones, también experimentamos reacciones
diversas, según la edad, la mentalidad, el tipo de misión que realizamos y la
manera como entendÃamos que debÃamos de relacionarnos con los hermanos y
hermanas que estaban a nuestro alrededor.
Ciertamente que todo lo que está aconteciendo nos obliga a repensar muchas dimensiones de nuestro estilo de vida, de nuestra inserción y participación en la iglesia y en la sociedad
Lo
que si debemos de reconocer es que el miedo se apoderó de la mayor parte de
nosotros y nosotras y la consecuencia fue el encerramiento, que si bien era
necesario por razones de prudencia, de higiene y protección nuestra y de las personas
envejecientes que forman parte de nuestras comunidades, en algunos casos
pusieron al descubierto nuestra falta de solidaridad, nuestra falta de
confianza en el Dios de la Vida y la falta de testimonio y compasión. Conozco
el caso de una comunidad religiosa de mi entorno, que permaneció tres meses
encerrada en el tercer piso de su obra escolar y no se enteró jamás de lo que
sucedÃa a su alrededor. Es un caso extremo, pero me pregunto si realmente la
mayor parte de la Vida Consagrada ha estado a la altura de esta crisis tan
profunda que estamos viviendo.
Una crisis global
En
el caso de nuestro paÃs y de muchos lugares del mundo, la crisis no solamente
ha sido sanitaria, sino también económica y polÃtica por los grandes cambios
que hemos vivido, Todos y todas sabemos del cambio de gobierno que tuvimos en
el paÃs, en agosto de 2020 y en plena pandemia. Esa situación ha obligado a
repensar muchas situaciones en el paÃs y a dedicar la mayor atención a cómo
enfrentar esta situación. La Vida Consagrada tiene que ser parte de este
proceso de búsqueda de soluciones y de alternativas, pero siempre orientadas y
sostenidas en los sectores más pobres y vulnerables del paÃs.
Al
mirar hacia atrás y hacia adelante, debemos de preguntarnos como hemos vivido
esta pandemia de cara a Dios, como el absoluto de nuestras vidas, que
experiencias espirituales de acercamiento a nosotros y nosotras y a los demás,
hemos vivido o estamos viviendo. Qué experiencias de misericordia y de
compasión hemos compartido con tantas personas sufrientes a nuestro alrededor.
Ciertamente que todo lo que está aconteciendo nos obliga a repensar muchas
dimensiones de nuestro estilo de vida, de nuestra inserción y participación en
la iglesia y en la sociedad.
Pensemos
solamente el hecho de lo que ha significado la virtualidad y el dominio de la
tecnologÃa para la mayor parte de nosotros y nosotras. En este año, se han
multiplicado los cursos virtuales, los webinars y las ofertas tecnológicas y no
podemos pensar que todo lo sucedido ha sido negativo. Se nos han abierto un
mundo de posibilidades, de desafÃos y de retos, que nos han puesto en evidencia
nuestra creatividad, nuestra capacidad de generosidad y de acercamiento a los
demás más allá de la dimensión presencial. Ha puesto de manifiesto la destrucción
de la naturaleza y en ese sentido, esta pandemia nos ha hecho descubrir el
valor de la ecologÃa, que el Papa Francisco ya acentuaba en la EncÃclica
Laudato Si’, publicada el 24 de mayo de 2015 y en la reciente EncÃclica
Fratelli Tutti, publicada el 3 de octubre de 2020, donde acentúa la dimensión
fraterna entre las personas que habitamos el planeta. Estamos frente a una
crisis global que ha tocado todas las dimensiones de nuestra vida, por lo que
se hace necesario el hecho de detenernos y preguntarnos, evaluarnos y confiar
de manera plena en el Dios Providente que conduce nuestras vidas y nuestra
historia. ADH 855.
_________________________
(1)
Dios
en la Pandemia (Prólogo del Papa Francisco) Walter Kaspers y George Augustin
Editores – Editorial Sal Terrae, Cantabria, España 2020.
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