Comunicado | Prensa CED
Comunicado sobre la extracción minera en el Bahoruco
oriental en Barahona
Celebramos el Día Mundial de la Tierra. La Diócesis de Barahona,
como ya es tradición, cada año convoca y anima a sus instituciones sociales y a
toda la feligresía de la Región Enriquillo para la celebración del Día de la
Tierra. La finalidad de la dedicación de este día, según la ONU, es llevar a la
humanidad a tomar conciencia de las amenazas a la que está siendo sometido el
planeta. Este año dicha celebración nos encuentra con grandes desafíos
para nuestra región, tanto sobre la integridad de la misma naturaleza que nos
cobija, como de la situación de muchos campesinos que no tienen una porción de
tierra propia de cultivar y la de otros, que tienen que vivir con impotencia la
cruda realidad del desalojo de sus tierras cultivadas.
La Tierra es nuestro hogar común y la herencia que debemos preservar
para las generaciones futuras. Las acciones que ponen en peligro su
biodiversidad, equilibrio, belleza y generación de agua, fuente de vida, han de
ser revisadas para evitar daños irremediables. Animados por el Magisterio de la
Iglesia, sobre todo, por el del Papa Francisco, queremos expresar nuestra
preocupación ante los grandes proyectos de explotación minera que ya se
realizan en la región y que hieren de muerte la fuente de la vida
que es el agua.
Nuestra inquietud es también compartida
con las fuerzas vivas y pensantes de Barahona que, igual que nosotros, están
muy preocupados de la concesión otorgada a la empresa
Belfond Enterprise para la extracción de carbonato cálcico en las lomas de las
Filipinas. Como pastores nos sentimos impelidos a externar nuestra preocupación
de manera responsable siendo congruente con el Evangelio, el Magisterio
Universal y Local y, sobre todo, las orientaciones del Papa Francisco en su
Encíclica Laudato Si.
¿POR QUÉ NOS
PREOCUPA SU EXPLOTACIÓN?
El Bahoruco oriental forma parte de la Sierra del mismo nombre en su
parte este, provista de especies únicas y vulnerables características
ecológicas. Su radio geográfico cubre el relieve montañoso de los municipios de
Barahona, Cabral, Polo, La Ciénaga, Paraíso y Enriquillo, con una superficie
estimada de 955 km2.
Éste es el sistema montañoso al sur de la isla Hispaniola que capta la
humedad que viene del Caribe, infiltrando el agua en la montaña a través de la
vegetación (lluvia horizontal), surgiendo en bellos manantiales, arroyos y ríos
de la Costa de Barahona y de los cachones de Cabral y pueblos aledaños.
Es también la “madre de las aguas” de esta Región Enriquillo. La
extraordinaria biodiversidad en plantas, anfibios, aves e insectos que ha ido
generando su privilegiada ubicación se ve amenazada ante la minería extractiva
que altera significativamente el hábitat de todas estas especies. Muchas
de ellas sólo existen en este lugar del mundo; contiene una de la más rica
biodiversidad de todo el Archipiélago del Caribe: tiene 26 de las 31 especies
de aves endémicas de la isla. Cuenta con un sistema de bosques de manacle
considerado como el más extenso y exuberante del país.
La minería extractiva generará deforestación, degradación y alteración
de los acuíferos, afectación al clima, deshidratación de la montaña de la
Reserva Científica Padre Miguel Domingo Fuertes y su entorno. El transporte por
el malecón del carbonato cálcico y su depósito en el puerto de Barahona también
va contaminando la ciudad, dañando la salud de las personas, como pasó años
atrás con los transportes de yeso y sal, convirtiendo el puerto en industrial,
en la misma ciudad de vocación turística.
En la Declaración de Río de 1992, se sostiene que, «cuando haya peligro
de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá
utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces» que
impidan la degradación del medio ambiente. Este principio precautorio permite
la protección de los más débiles, que disponen de pocos medios para defenderse
y para aportar pruebas irrefutables. Si la información objetiva lleva a prever
un daño grave e irreversible, aunque no haya una comprobación indiscutible,
cualquier proyecto debería detenerse o modificarse. Así se invierte el peso de
la prueba, ya que en estos casos hay que aportar una demostración objetiva y
contundente de que la actividad propuesta no va a generar daños graves al ambiente
o a quienes lo habitan (Laudato Si, n. 186).
El Papa Francisco nos recuerda que aún estamos a tiempo para cambiar
este comportamiento minero que “agrede, destruye y mata la naturaleza y
al conjunto de la creación”.
Laudato Si en su numeral 190 nos dice que la protección ambiental no
puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costo y beneficio,
además cuando se habla de biodiversidad no sólo se debe pensar en unos recursos
que pueden ser explotados, más bien se debe pensar en su propio valor para las
personas, las culturas y las necesidades básicas de las personas a largo plazo.
Toda acción humana que atenta contra la preservación de los recursos naturales
no garantiza un desarrollo sostenible.
Es por estas razones que como Iglesia invitamos a nuestro pueblo a tomar
consciencia de la importancia del cuidado de nuestra casa común, preservando
sus recursos naturales que son los que garantizan la vida presente y las de las
futuras generaciones. Somos conscientes que los minerales están al servicio del
hombre para su uso, pero estos deben explotarse sin que pongan en peligro la
vida. La necesidad económica urgente que se vive en la actualidad, no pueden
llevarnos a tomar decisiones que comprometan la vida saludable del presente y
del futuro. Nuestra región es muy vulnerable y las autoridades lo saben
muy bien. Por tanto, debe cuidarse como ninguna otra zona, la parte verde que
nos queda. Los más pobres no pueden pagar el precio del desarrollo y progreso
del país a cambio de su salud y su vida. A respirar aire puro, a tener agua
fresca y contemplar la belleza de nuestra montaña no podemos renunciar. Este
patrimonio no ha sido obra de manos humanas, sino el regalo más grande y
hermoso que Dios nos ha dado. Por favor no nos expulsen de nuestro paraíso.
Por consiguiente:
· Llamamos a nuestras autoridades a
repensar las decisiones tomadas teniendo en cuenta el impacto negativo que
tendrá sobre las generaciones presentes y futuras de nuestra región, pues los
recursos económicos obtenidos no compensarán jamás el daño infringido a la
vida, la salud de las personas y a los recursos naturales en peligro.
· Urgimos a las autoridades legislativas
y ejecutivas del país y de nuestra provincia, a los ministerios de energía y
minas y de medio ambiente a emprender una honda revisión a la concesión
otorgada para la extracción minera en el Bahoruco oriental.
· Sugerimos a la autoridad ejecutiva del
país ordenar un estudio avalado por un organismo internacional como el Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que pueda rendir un informe
sobre la realidad en el Bahoruco oriental.
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