Razón y Fe | José María
Rodríguez Olaizola, SJ
¿Dónde están los intelectuales?
Hay una interesante polémica/diálogo/debate que
lleva días sumando voces y perspectivas desde que Diego S. Garrocho y Miguel Ángel Quintana
Paz se preguntaron por dónde están hoy los intelectuales cristianos. Sus tesis
vienen a decir que, habiendo intelectuales y pensadores de todos los ámbitos en
la esfera pública, faltan los pensadores cristianos que defiendan una
cosmovisión, la plausibilidad de la fe, o determinadas posturas sobre la vida
en común, desde la solidez de un discurso creyente. No les niego la razón. Pero
llevo días pensando que en su punto de partida hay un sobreentendido demasiado
optimista. El de que todos los demás sectores tienen una intelectualidad
pujante y visible. Me atrevo a ensanchar su protesta, y convertirla en un
«¿Dónde están los intelectuales?» Así, en general. Por supuesto, no niego que
los haya. Pero sí que su visibilidad pública es mucho menor en todos los
ámbitos. Lo que hoy se lleva son polemistas y creadores de opinión, que hacen
del hashtag la alternativa al argumento.
Pongamos cuatro ejemplos actuales: Uno. ¿Dónde
están los intelectuales –en general– en el inexistente debate de la eutanasia?
Perdidos en foros especializados con argumentos que no trascienden para generar
debate público. Dos. ¿Dónde están los intelectuales que aporten de verdad un
análisis antropológico, pedagógico, psicológico, histórico… en las reformas
educativas (en lugar de reducirlo todo a formulaciones y reformulaciones del
incompleto binomio público-privado)? Tres ¿Dónde están los intelectuales en la
política, figuras de talla que tiendan puentes entre convicciones y
concepciones sociológicas, filosóficas, morales o humanistas de la realidad? Y
que puedan ser coherentes con dichas ideas (sin hacer de la razón de Estado la
justificación de todas las incoherencias). Han sido reemplazados por los
asesores –cuya meta es la conquista y conservación del poder–. Por eso las
viejas guardias (más conceptuales y coherentes) terminan siendo acusadas de ser
reductos de dinosaurios anclados en un pasado inexistente. Cuatro. ¿Qué son hoy
«los expertos», más allá de un concepto fantasma? ¿Quiénes son los verdaderos
expertos cuya opinión se tiene en cuenta con independencia de si apoyan o
critican a quien les consulta? ¿Dónde están?
Hoy en día el debate intelectual en la esfera
pública se ha sustituido por el debate más polemista, pasional y emotivo. Los
intelectuales no suelen entrar en este tipo de argumentos, porque no tienen
tiempo, ganas ni paciencia para la inmediatez, la inconsistencia y el ataque
personal en que suele degenerar cualquier polémica. ¿Hay polemistas cristianos?
También los hay, pero menos. Y mucho menos influyentes, porque la dinámica
contemporánea es muy poco compatible con la búsqueda de la verdad, o con la
justificación de valores que se pretenden absolutos. Y por eso, su propia
actitud polémica se vuelve contradicción en ellos.
Hacen falta más intelectuales hoy, que puedan
volver a tender puentes entre las ideas y los proyectos. Hombres y mujeres que
sepan conjugar el ser y el deber ser. Que propongan cosmovisiones donde encaje
la fe, la ciencia, el ser humano, y los valores, e ideas concretas de sociedad
que correspondan a dichos valores. Es decir. Haberlos, haylos. Existen. Están
en las universidades, o en sus casas, y en circuitos muy cerrados. Pero no en
la sociedad del espectáculo, donde no entretienen.
La conclusión no es que haya que volver a las
esencias de una intelectualidad decimonónica, de biblioteca, salón y tertulia
(siempre habrá algún nostálgico que ahora cite La clave). Tampoco que el
intelectual deba convertirse en un showman (o woman). Pero el mundo ha
cambiado. Y sí, los intelectuales tienen que encontrar el camino para hacerse
oír en este nuevo mundo. Es más, tienen que encontrar un camino para hacerse
oír, en primer lugar, por sus propios correligionarios (por ejemplo, y aquí
vuelvo a la polémica que origina estar reflexión, me temo que a los
intelectuales cristianos no los buscan ni los cristianos, más extraviados a
veces en las batallas mediáticas que en el verdadero contenido intelectual,
vital y existencial de la fe). Ese es el reto de los intelectuales. Encontrar
el modo de suscitar pasión por el conocimiento en un mundo emotivo y fugaz.
Porque, desgraciadamente, este es ahora el tablero del juego. Si no consiguen
hacerse un hueco, la sociedad quedará (si no lo está ya) en manos de los
vendedores de eslóganes.
Publicado en Pastoral Jesuita:
https://pastoralsj.org/vivir/2984-donde-estan-los-intelectuales
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...