Vocacionales | P. Osiris Núñez, msc
El compromiso cristiano
Para saber cuál es el
compromiso cristiano en pleno siglo XXI, debemos ir al evangelio que es la
fuente de donde debe beber todo creyente. El evangelio nos dice que hemos de
hacer, cuales son nuestros compromisos como cristianos, ya que el compromiso
cristiano es una forma de hacer y reaccionar acorde con la fe cristiana, con
las exigencias del reino de Dios y su justicia. Es la consecuencia lógica de
nuestra fe en Jesucristo, de la experiencia de fe cristiana. Por lo tanto, lo
primero que debemos de hacer es actualizar el evangelio de Jesús y aplicarlo a
las situaciones y los problemas de nuestro tiempo. No hay verdadera
interpretación sin actualización. Pero esta actualización debe realizarse
siempre fiel a los principios de las mismas enseñanzas de Jesús.
El primer y principal
compromiso es el amor. Amar a Dios sobre todas las cosas, pero también el
compromiso de la caridad, amar al prójimo. La caridad, el amor, la misericordia
son el componente nuclear del compromiso cristiano. Pero este compromiso del
amor y la misericordia es también necesario para atenuar los contratiempos de
la misma justicia, siempre tentada de rigidez, intolerancia y hasta vecina de
la venganza.
El compromiso del amor
y la misericordia lleva en su seno un elemento esencial de la vida cristiana y
de la vida humana: la gratuidad
En este sentido el amor
y la misericordia son un compromiso irrenunciable para el cristiano. Y no
tienen por qué negar o frenar el compromiso con la justicia. Lo que hacen es
estimular este compromiso, humanizarlo, de forma que no se desborde. Que la
justicia humana fácilmente se desborda más allá de sus márgenes y da lugar a la
injusticia y la violencia, a la intolerancia extrema y a la venganza revestida
de justicia.
Por lo demás, el
compromiso del amor y la misericordia lleva en su seno un elemento esencial de
la vida cristiana y de la vida humana: la gratuidad. No hay verdadero amor ni
verdadera misericordia si no se alcanza ese nivel de la gratuidad. Esto es lo
que añaden la caridad y la misericordia sobre la justicia. Pero son caridad y
misericordia auténticas, porque hay que son falsas en la motivación, en el
propósito y en la forma de ejercitarlas. Cuando son auténticas en la
motivación, en el propósito y en la ejecución, la caridad y la misericordia
representan lo más humano y lo más evangélico del compromiso cristiano.
Esta es la primera
dimensión del compromiso cristiano, la caridad, el amor, la práctica del amor y
la misericordia. En este sentido, la fe cristiana y el seguimiento de Jesús
compromete con los siguientes grupos de personas: los pobres, los hambrientos y
sedientos, los enfermos, los tristes, los necesitados, los presos, los
emigrantes, los ancianos, los marginados, los excluidos, etc.
Y este compromiso se
concreta en las tradicionales obras de misericordia: dar de comer al
hambriento, vestir al desnudo, hospedar al peregrino, visitar al enfermo,
consolar al triste, visitar al preso, socorrer al necesitado, acompañar a quien
está solo, orientar al desorientado, dar buen consejo al que lo ha menester,
etc. Todas estas obras de misericordia son expresión del amor y de la caridad
cristiana. Y son necesarias especialmente en un mundo de vÃctimas, en el que la
justicia está pendiente de plenitud, o simplemente en un mundo de injusticia.
ADH 856.
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