Bioética
| Jahuil Alexander Doroteo, MSC
Nuevas formas de reproducción humana
La
reproducción humana siempre suscita un interés grande en las personas. Tanto
así, que, al lograrse el nacimiento de Louis Brown, por medio de la fecundación
in vitro, la noticia atrajo a los medios de comunicación y a los científicos.
Gracias a estas nuevas técnicas, tenemos un mundo amplio para la reproducción
humana, ellas influyen en la concepción de maternidad y paternidad. En este
sentido, podemos hablar de la inseminación artificial, que consiste en
introducir el semen en una mujer para fecundarla, sin contar con el acto
sexual. Esto se hace, a menudo, por problemas anatómicos y psicológicos. De
acuerdo a ello, existen tres tipos, tales como heteróloga, fuera del matrimonio
y la homóloga.
Esto
crea unas implicaciones éticas, pues está en juego el reconocimiento del
embrión como ser humano y además la trasmisión de la vida no es una acción solo
de la técnica
Por
otra parte, la fecundación in vitro es un proceso distinto porque ella se
realiza en un laboratorio y no dentro de una mujer. Luego de unir el
espermatozoide y el óvulo, es introducido el embrión dentro de ella. Con
relación a este proceso, se obtienen muchos embriones y no todos son usados en
la mujer. Por ello se recurre a la congelación de los embriones para ser
utilizados más adelante. Gracias a ello, se han creado bancos de semen y de
embriones que permite mantenerlos congelados y guardados. Los óvulos y
embriones tienen problemas cuando son congelados, no así con los
espermatozoides. Por otro lado, no podemos dejar el aspecto humano y ético,
pues los gametos son células y el embrión es un ser
humano.
Debemos
hablar también de la famosa reproducción clónica. Esta hace referencia a la
reproducción asexual de las plantas a partir de brotes. Por medio la
reproducción clónica se busca crear individuos idénticos en mamíferos,
atendiendo a dos técnicas. La primera consiste en dividir un embrión en su
etapa inicial y desde sus células originar un nuevo individuo. La segunda se
basa en el trasplante de un núcleo vivo de una célula diploide a otra que se le
ha sacado el mismo. Al mismo tiempo esto crea unas implicaciones éticas, pues
está en juego el reconocimiento del embrión como ser humano. Además la
trasmisión de la vida no es una acción solo de la técnica. Por ello el progreso
humano no puede medirse solo por ella.
Al
abordar la práctica de experimentar con embriones, debemos decir que solo tiene
que ser para fin terapéutico y no para otra cosa, puesto que el embrión es un
ser humano, aunque sea obtenido in vitro. De la misma manera, las técnicas de
fecundación e inseminación artificial heterólogas deben ser rechazadas desde el
punto de vista ético, porque ellas no se realizan dentro del ámbito de la
pareja. En cambio, en las formas homólogas no hay consenso, pero los moralistas
católicos se han mostrado dispuestos a admitirlas, no dejando de lado el
carácter experimental y la destrucción de algunos seres humanos. Por ende,
desde la ética parece difícil legitimar el recurso de la fecundación in vitro.
Como
hemos visto, estas formas de reproducción humana permiten múltiples
posibilidades procreativas y abren interrogantes a nivel jurídico,
antropológico y ético. Esto no quiere decir que haya que cerrarse a los avances
técnicos en el campo de la biología humana, sino de crear los mecanismos para
fijar la legitimidad y los límites desde la perspectiva de la dignidad humana,
del sentido del amor y la fecundidad.
Referencia:
Alburquerque,
E., Bioética Una apuesta por la vida, Madrid, 2002, pp. 71-92.
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