Fe y Vida | Carlos González GarcÃa/RE
Cuando Dios
sueña, el corazón del mundo baila de alegrÃa. En ese latido emocionado, el
creyente se sabe cuidado, protegido, a salvo. Y en esa misma estrofa, con
el alma inundada de gozo ante la llegada de un nuevo Pentecostés, la Iglesia celebra el 23 de mayo el DÃa de la Acción Católica y del
Apostolado Seglar. Un momento esencial que impulsa a
descubrir la riqueza del laicado en la vida del Pueblo de Dios.
Nos imbuimos
en el reportaje que nuestro colaborador Carlos González GarcÃa nos ofrece esta semana a
propósito de esta jornada tan especial para todos los católicos.
«Desde mi
experiencia en la Acción Católica General (ACG), es posible y
necesario contemplar el rostro de Dios en los laicos. ¿Cómo? A
través de las tres pes: el pan, la Palabra y los pobres. Desde ahÃ
tenemos que llevar el corazón de Cristo a cada uno de los rincones: con el pan
de la EucaristÃa, de donde emana todo, porque un cristiano sin EucaristÃa
es un cristiano que está ciego o vacÃo; con el pan de la Palabra, pues la
esencia misma de la Verdad iluminada está en la Palabra; y en los pobres,
puesto que una Iglesia que quiere transmitir la alegrÃa de Jesucristo ha de
hacerlo desde los pobres». La mirada de Fran RamÃrez es un
paisaje de razones infinito, un buzón abierto lleno de correspondencia
para cualquier persona que desee una palabra amable, sencilla, amiga. El
responsable del sector de jóvenes de ACG me recibe en Yepes, su pueblo natal,
una localidad toledana donde este joven de 41 años tiene su casa, su
parroquia, su comunidad de vida y esos amigos de la infancia que siempre
tienen sitio para la sonrisa.
En cada una de
las calles de su pueblo guarda un recuerdo donde mirar, donde quedarse y donde
contemplar al Dios que siempre se empeñó en llamarle hijo. Fran es
un apasionado de la evangelización, de Jesucristo y de los jóvenes.
«Estudié
Económicas, aunque el Señor y la Iglesia se empeñaron en ir poniéndome
propuestas, retos, desafÃos y responsabilidad de servicio», destaca.
«Vivo con mucha alegrÃa y mucha esperanza en mi corazón». Su
semblante irradia plenitud. No es un regocijo pasajero, figurado o
sin sentido. Es un verdadero acto de amor… «El sentido del humor es
uno de los mandamientos de mi vida; de hecho, creo que deberÃa ser el
undécimo. Por ello, no me levanto ninguna mañana sin pensar que puedo,
quiero y tengo la responsabilidad de cambiar el mundo».
«¡Siempre es
la eterna hora de los laicos!»
Es lunes, y
apenas nos cruzamos con algunas personas mayores del municipio. Fran
conoce a todas por su nombre. Y ellas le conocen a él. Hablamos de la Iglesia y
de la necesidad de hacer verdad los sueños que Dios guarda para sus
hijos preferidos. Él es uno de ellos. Y, en vez de sonrojarse por el
eterno miedo al qué dirán, confiesa todo cuanto conforma su ser: «En mi
vida, todo se resume en que estoy profundamente enamorado de
Cristo».
El 23 de mayo
se celebra el DÃa de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Este año, con
el lema Los sueños se construyen juntos. Y como, tal vez, es
más necesario que nunca que los laicos sean, en la Iglesia, agentes de
esperanza para esta nueva etapa de la evangelización, pongo en las manos
de Fran la importancia de celebrar esta jornada en estos momentos tan
delicados. «El tema de los laicos es como el gran Arca de Noé de la
Iglesia, que todos participamos y nos sabemos en el mismo barco, pero
los camarotes están demasiado cerrados», confiesa el militan te de ACG.
«Entonces, este dÃa siempre se ha celebrado como ese gran reto que
tenemos en el horizonte, pero al que nunca llegamos del todo…». Y «¿a qué
se debe esto?», le pregunto, mientras vamos recorriendo los exteriores de
la monumental parroquia de San Benito Abad, la única de todo el
municipio. De repente, el responsable afloja el paso y, mirándome a los
ojos, exclama decidido:
«¡Es que
siempre es la eterna hora de los laicos!». Una aventura que, aunque tarda
en llegar, merece del todo la espera… «Pero no hay que bajar los brazos
y, verdaderamente, es la hora de los laicos porque son la mayo rÃa del pueblo
de Dios». Y, por eso, continúa, «necesitan asumir responsabilidades
porque, asÃ, llevando el amor de Cristo al corazón de la gente,
llegaremos a más sitios».
«Toda acción
pastoral nace de rodillas»
El responsable
alaba la necesidad de laicos y sacerdotes «educados, desde la comunión y
la sinodalidad, en la corresponsabilidad» en la tarea
de la Iglesia. «Tenemos estructuras en la Iglesia que, dotándolas de vida, con
protagonismo laical y con asunción de responsabilidades, serÃan la caña evangelizadora»,
reconoce.
Y cuando
parece que empieza a refrescar en Yepes y, en realidad, estamos
adentrándonos en el frÃo del medio dÃa, Fran enciende rápidamente la luz. «Sin
duda alguna, la Iglesia sigue mereciendo la pena», y «hay que
transmitirlo desde la naturalidad», manifiesta. Y «si esto no se funda
menta en la oración y en la EucaristÃa, es imposible llevarlo a cabo. Es
necesaria una pastoral de rodillas, pero hacia el mundo. Toda acción
pastoral nace de rodillas, pero te tienes que levantar».
«Desde la
EucaristÃa, los laicos tenemos que ser evangelizadores»
A medida que
vamos caminando, me anima a entrar en la iglesia. Están celebrando la
EucaristÃa. Y ahà permanecemos. Tiene ganas de decirme algo, intuyo que lo
más importante para él… «La EucaristÃa es el centro, el sitio de
unidad de los cristianos. Desde aquÃ, los laicos tenemos que ser
trasformadores y evangelizadores. Siempre desde la EucaristÃa». Tras el
agradecimiento y antes de la des pedida, le animo a escribir en mi cuaderno una
frase que resuma su vocación seglar. Y él, que lleva la bondad
escrita en sus pupilas y que siente en el mismo idioma que abraza,
lo deja patente sin dudar un solo instante: «El mundo es algo apasionante
y es un regalo de Dios, pero hay que salir con los guantes y con la ropa
de trabajo para transformar.
Y si somos
heridos porque nos hemos partido el pecho por transmitir a Jesucristo,
todo mereció la pena».
«La Iglesia
necesita del laicado más que nunca»
La Jornada de
este año se inspira en el Congreso de Lai cos, que ha cumplido recientemente su
primer aniversario, y la carta encÃclica del Papa Francisco, Fratelli tutti,
sobre la fraternidad y la amistad social. Una aventura que se en marca en
el contexto actual, señalado por la covid-19.
«Este dÃa
coincide con la solemnidad de Pentecostés, donde precisamente la Palabra
de Dios nos habla de que los apóstoles, después de la Muerte y la
Resurrección de Jesús, estaban encerrados por miedo a los judÃos; y la
invitación que se nos hace es, precisamente, a salir», destaca Luis
Manuel Romero, director del Secretariado de la Comisión de Apostolado
Seglar.
Este pacense,
de 46 años, amable en el trato, solÃcito en la necesidad y generoso en el
servicio, lleva escrito en su corazón que la Iglesia está llamada a
anunciar a Cristo sin temor, porque de otra forma serÃa una Iglesia
enferma, sin corazón, sin alma… «En estos momentos necesitamos una
Iglesia en salida, que esté en diálogo con la sociedad, que acompañe y
que esté encarnada en el mundo», reconoce. «Y ese papel, quienes
fundamentalmente lo juegan son los laicos, organizados en la Acción Católica,
en el Apostolado Seglar, en las parroquias, en las diócesis, en
movimientos y asociaciones».
Publicado por
Revista Ecclesia:
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