Medioambiente | Ana Gamarra Rondinel/Alandar
Lo barato sale caro
¿qué está pasando en la industria de la
moda?
Cada año se producen 150.000 millones de prendas
de vestir en todo el mundo. En 2015 el consumo textil anual per cápita era de
13,1 kg (28,6 libras), 3,5 veces más que en 1950. Aunque la tendencia “bio”,
“orgánico” o “verde” ha llegado al sector textil y su demanda está en aumento,
la moda rápida o fast fashion es la estrategia de negocio dominante. Como en
muchas esferas de nuestra vida, el fenómeno de la rapidación o cambio
exponencial también se ha introducido en la moda.
Vivimos en la sociedad del usar y tirar, del vivir
para consumir sin límite y producir aceleradamente (Laudato Si’). Este es
precisamente el fundamento de la fast fashion, la producción en masa, a bajo
precio y con materiales de poca calidad, que busca satisfacer un consumo
continuo. El concepto de obsolescencia percibida -muy conveniente en el
mundo de la moda- justifica ese consumo continuo, ya que nos impulsa a comprar
ropa, no porque esté gastada, sino porque creemos que ha pasado de moda. Por
ejemplo, las nuevas colecciones de ropa han dejado de ser anuales; marcas como
Zara y H&M ofrecen entre 12-24 nuevas colecciones cada año.
Pero ¿qué es lo que realmente consumimos? ¿Alguna
vez te has preguntado qué hay en tu ropa y cómo ha sido hecha? El mundo de la moda tiene un gran impacto
social y medioambiental. Aunque la industria textil genera muchos puestos
de trabajo y es la fuente principal de ingresos de muchos países en desarrollo,
para satisfacer la gran demanda de ropa barata se necesita acelerar la
producción y reducir los costes.
La moda es la segunda industria más contaminante del mundo. Produce el 10% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero
Esto, señala Enric Carrera en “Los retos
sostenibilistas del sector textil”, crea
un círculo de explotación: se abusa de las condiciones laborales, se discrimina
por género (el 70% de los trabajadores del sector de la confección son mujeres,
mientras que los supervisores, encargados y técnicos son hombres con mejor
salario), se utiliza mano de obra infantil y se expone a los trabajadores a
sustancias químicas que atentan contra su salud (según la OMS cada año
mueren 20.000 personas a causa de los pesticidas utilizados en el cultivo de
algodón). Un ejemplo fue el derrumbe de una fábrica de confección en Rana
Plaza (Bangladesh) en 2013, a causa de las malas condiciones del edificio, que
causó la muerte de 1.300 trabajadoras y que dio origen al movimiento global
“Fashion Revolution”.
Efectos medioambientales de la moda
En cuanto a los efectos medioambientales de la
moda, según el informe que Nikolina Sajn realizó por encargo del Servicio de
Estudios del Parlamento Europeo en 2019 sobre el impacto medioambiental de la
industria textil, es responsable del consumo de 79 billones de metros cúbicos
de agua, 1.715 millones de toneladas de emisiones de CO2 y 92 millones de
toneladas de desechos. Si no cambiamos nada, Sajn prevé que estas cifras se
duplicarán en 2030. La producción de materias primas es responsable de gran
parte del impacto ambiental de la industria textil.
Se necesitan aproximadamente 2.650 litros de agua para producir una camisa de algodón y 7.500 para unos vaqueros
En la actualidad, la mayoría de las prendas son de
algodón, poliéster o de una mezcla de ambos. El algodón, si bien es
natural, es una planta transgénica de cultivos intensivos que requieren mucha
agua y fertilizantes y pesticida químicos. Se necesitan aproximadamente 2.650
litros de agua para producir una camisa de algodón y 7.500 para fabricar unos
vaqueros.
Una mujer trabaja en una fábrica de textil
industrial en Bandung (Indonesia). Foto: Lidya Nada
Unos 342 millones de barriles de petróleo se
emplean al año para fabricar fibras para el textil. El poliéster es un
plástico que se encuentra en aproximadamente en el 60% de las prendas y su
producción libera de dos a tres veces más emisiones de carbono que
el algodón. Es un material sintético producido a partir de combustibles fósiles
que al degradarse genera micro-plásticos que nunca se biodegradan, y tan
pequeños que ningún filtro los detiene, por lo que terminan en el mar
(aproximadamente medio millón de toneladas cada año), según Sajn. Por ejemplo,
una lavadora de ropa poliéster puede descargar 700.000 fibras de micro
plásticos. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza,
el 35% de todos los micro-plásticos en el océano provienen del lavado de
textiles sintéticos como el poliéster.
Unos 342 millones de barriles de petróleo se emplean al año para fabricar fibras de plástico para textil
El teñido de textiles (colores y
estampados) requiere de más de 1.900 productos químicos, que al finalizar el
proceso de teñido son vertidos generalmente sin filtrar a las vías fluviales.
Según Greenpeace, 2/3 de nuestra ropa contiene químicos que pueden ser
peligrosos para nuestra salud y para el planeta. El proceso requiere, además,
mucha agua, hasta 150 litros por kg de tejido, lo que equivale a 2 millones de
piscinas olímpicas cada año.
El transporte y la distribución de ropa
también generan residuos a través de envases, etiquetas, perchas y bolsas;
asimismo, el consumo energético del transporte de materias primas y del
producto final tiene un impacto ambiental. Por ejemplo, transportar una Tm en
barco a lo largo de 100 Km emite 0.7 Kg de CO2, mientras que la misma cantidad
por avión alcanza los 158 Kg, según Carrera.
Publicado en Alandar.org
https://alandar.org/portada-destacado/lo-barato-sale-caro-industria-textil-explotacin/
(CONTINUARÁ)
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