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¿Qué espera el papa Francisco de los diáconos
permanentes de Roma?
¿Qué se espera de los diáconos permanentes?
Los diáconos permanentes de Roma, reunidos con el papa
Francisco le han preguntado qué espera el Obispo de Roma de ellos. El papa
accedió a responder, señalando que compartiría tres breves ideas no en la
dirección de “cosas que hacer”, sino “de dimensiones que cultivar”.
Como paso previo iluminador, comenzó reflexionando sobre
el ministerio del diácono, citando la Lumen Gentium que, después de describir
la función de los presbíteros, señala que la ordenación de los diáconos es “en
orden al servicio (n. 29), recuperando así su especificidad, que había sido
reducida a una “orden de paso al sacerdocio”.
Esa diferencia no es insignificante. El mero hecho de
subrayarla “ayuda a superar la lacra del clericalismo, que sitúa a una casta de
sacerdotes, ‘por encima’ del Pueblo de Dios. Esto se ha de resolver, dice
Francisco y añade: “Los diáconos, precisamente por estar dedicados al servicio
de este Pueblo, nos recuerdan que en el cuerpo eclesial nadie puede elevarse
por encima de los demás.”
La lógica del abajamiento
“En la Iglesia debe prevalecer la lógica opuesta, la
lógica del abajamiento. Todos estamos llamados a abajarnos, porque Jesús se
abajó, se hizo siervo de todos”, enfatiza ampliando esta reflexionando. Igualmente
lo refiere al discipulado, tal como orientó Jesús el grupo de sus discípulos, para
que sean servidores, no señores. “Recordemos, por favor, que siempre para los
discípulos de Jesús amar es servir y servir es reinar. El poder reside en el
servicio, no en otra cosa”. Siguiendo esta propuesta evangélica, les recuerda
que “los diáconos son los custodios del servicio en la Iglesia”.
El diaconado, siguiendo el camino marcado por el
Concilio, por eso hoy podemos hablar de "Iglesia constitutivamente
misionera" y de "Iglesia constitutivamente sinodal", digo que
deberíamos hablar de "Iglesia constitutivamente diaconal". Si no se
vive esta dimensión del servicio, todo ministerio, en efecto, se vacía por
dentro, se vuelve estéril, no produce frutos. Y poco a poco se vuelve mundano.
El papa ilustró estas certezas de la fe nombrando a un
gran amigo de Jesús: el diácono San Francisco, como él, llevar “a los demás la
cercanía de Dios sin imponerse, sirviendo con humildad y alegría. La
generosidad de un diácono que se entrega sin buscar las primeras filas huele a
Evangelio, nos habla de la grandeza de la humildad de Dios…” que da el primer
paso – siempre, Dios da siempre el primer paso- para salir al encuentro incluso
de los que le han dado la espalda.
La naturaleza del diaconado
“La disminución del número de sacerdotes ha llevado a
la dedicación prevalente de los diáconos a tareas de suplencia que, aunque
importantes, no constituyen la naturaleza específica del diaconado. Son tareas
de suplencia”, precisa el papa Francisco.
El Concilio Vaticano II después de hablar del servicio
al Pueblo de Dios "en la diaconía de la liturgia, de la palabra y de la
caridad", subraya que los diáconos están sobre todo – sobre todo-
"dedicados a los oficios de la caridad y de la administración" (Lumen
Gentium, 29). La frase recuerda los primeros siglos, cuando los diáconos
atendían las necesidades de los fieles, especialmente de los pobres y los
enfermos, en nombre y por cuenta del obispo”.
En definitiva, se podría resumir la espiritualidad
diaconal, es decir, la espiritualidad del servicio, en pocas palabras:
disponibilidad dentro y apertura fuera. Disponibles dentro, desde el corazón,
dispuestos a decir sí, dóciles, sin hacer girar la vida en torno a la propia
agenda; y abiertos fuera, con la mirada dirigida a todos, sobre todo a los que
quedan fuera, a los que se sienten excluidos.
En ese contexto del servicio diaconal, es que
Francisco respondió acerca de lo que él espera de los diáconos
permanentes de Roma y describió un perfil.
Que sean humildes
En cuanto a lo que espero de los diáconos de Roma,
añadiré tres breves ideas más, -pero no os asustéis, que ya estoy terminando-
que no van en la dirección de "cosas que hacer", sino de dimensiones
que cultivar. En primer lugar, espero que seáis humildes. Es triste ver a un
obispo y a un sacerdote pavonearse, pero es todavía más triste ver a un diácono
que quiere ser el centro del mundo, o el centro de la liturgia, o el centro de
la Iglesia. Humildes. Que todo el bien que hagáis sea un secreto entre vosotros
y Dios. Y así dará frutos.
Que sean buenos esposos, buenos padres y abuelos
En segundo lugar, espero que seáis buenos esposos y
buenos padres. Y buenos abuelos. Esto dará esperanza y consuelo a las parejas
que pasan por momentos de fatiga y que encontrarán en vuestra sencillez genuina
una mano tendida. Podrán pensar: "¡Mira nuestro diácono! Se alegra de
estar con los pobres, pero también con el párroco e incluso con sus hijos y su
mujer". ¡También con la suegra, es muy importante! Hacer todo con alegría,
sin quejaros: es un testimonio que vale más que muchos sermones. Y nada de
quejas, adiós. Sin quejarse. “He tenido tanto trabajo, tanto...” Nada.
Tragáoslas. Fuera. La sonrisa, la familia, abiertos a la familia, la
generosidad.
Ver más allá y ayudar a los demás a ver más allá
Por último, la tercera cosa, espero que seáis centinelas: no sólo que sepáis divisar a los lejanos y a los pobres -esto no es tan difícil-, sino que ayudéis a la comunidad cristiana a divisar a Jesús en los pobres y en los lejanos, ya que llama a nuestras puertas a través de ellos. Es una dimensión, diría también, catequética, profética, del centinela-profeta-catequista que sabe ver más allá y ayudar a los demás a ver más allá, y ver a los pobres, que están lejos. Pueden hacer vuestra la bella imagen del final de los Evangelios, cuando Jesús desde lejos pregunta a sus discípulos: "¿No tienen nada que comer?" Y el discípulo amado lo reconoce y dice: "¡Es el Señor!". (Jn 21:5, 7). Cualquier necesidad, ver al Señor. Así, también ustedes divisen al Señor cuando, en muchos de sus hermanos más pequeños, pide ser alimentado, acogido y amado. Sí, quisiera que éste fuera el perfil de los diáconos de Roma y de todo el mundo. Trabajen en esto. Sois generosos y adelante así.
Fuente: Prensa Vatican.va
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